El universo simb¨®lico de Georg Dokoupil
El pintor de origen checo expone en Madrid sus ¨²ltimos trabajos
Jiri Georg Dokoupil (Krnov, 1954) est¨¢ considerado como una de las figuras m¨¢s sobresalientes de la nueva pintura alemana. Desde el pasado martes, 7 de febrero, y hasta el 15 de marzo, este artista de origen checo, nacionalizado alem¨¢n y en la actualidad residente en Espa?a, exhibe en la sala de exposiciones de la Fundaci¨®n Caja de Pensiones de Madrid (Serrano, 60), una muestra de sus ¨²ltimos trabajos (60 obras), fechados entre 1982 y 1987.
La exposici¨®n de Dokoupil est¨¢ demostrando ser capaz de sobrevivir al prestigio congelado y a la estereotipaci¨®n neoexpresionista, y es ahora cuando su obra se carga con nuevos impulsos y posibilidades. Con 60 obras, fechadas entre 1982 y 1987, la exposici¨®n monogr¨¢fica que presenta en Madrid, dispuesta en parte como una reflexi¨®n retrospectiva, adem¨¢s de como una introducci¨®n did¨¢ctica para acceder a la construcci¨®n de su universo imaginario y pict¨®rico, y, en fin, como un acercamiento a las tensiones y problemas en los que actualmente se debate, es por muchos conceptos un modelo de selecci¨®n y montaje, lo cual, cuando se trata de un artista vivo, supone la comprensi¨®n cabal de su personalidad y de su obra.
Neoexpresionista
Como se?alaba antes, Dokoupil se dio a conocer hace unos a?os como un ejemplo destacado del boom neoexpresionista alem¨¢n, pero estas clasificaciones simplificadoras no hay nunca que tom¨¢rselas demasiado en serio m¨¢s all¨¢ del puro terreno de la divulgaci¨®n a primera vista y del comercio, sobre todo cuando se trata de artistas verdaderamente interesantes. En este sentido, recordando los cuadros que hac¨ªa por aquel entonces y analiz¨¢ndolos a la luz de su evoluci¨®n posterior, resulta que ese pretendido expresionismo inicial se nos aparece como algo mucho m¨¢s complejo, una especie de barniz que encubr¨ªa un armaz¨®n conceptual y no pocos sutiles mecanismos de estrategia ir¨®nica y de reflexi¨®n, tal y como tambi¨¦n les ocurr¨ªa a otros miembros de esa potente nueva pintura alemana, especialmente a Polke, Richter o Dahn.Esta observaci¨®n en perspectiva es perfectamente posible en la muestra actual, en la que, a trav¨¦s de la revisi¨®n de unos cinco a?os de pintura, los cambios, que fuerza, con ¨¦nfasis caricaturesco el propio Dokoupil, nunca producen la sensaci¨®n de quebrantamiento banal de un mundo y de una sensibilidad. Queda clara esa idea del pintar como si y el rico repertorio de fugas ret¨®ricas que dispone la acci¨®n de pintar, a la vez, como una m¨¢quina imparable y una fuente de perplejidad. Esta mezcla de afirmaci¨®n y duda, de automatismo y paradoja, de acci¨®n y reacci¨®n, que, por una parte, relaciona a Dokoupil, c¨®mo no, con Duchamp, pero tambi¨¦n, creo, con ciertas fuentes del romanticismo alem¨¢n m¨¢s cr¨ªtico (el de la est¨¦tica de Schiller) resulta cada vez m¨¢s excitante.
Pero la exposici¨®n nos revela otras cosas a¨²n m¨¢s enjundiosas, como, por ejemplo, la extra?a configuraci¨®n del personal universo simb¨®lico de Dokoupil, que, a la postre, no est¨¢, en ciertos aspectos, tan alejado del nuestro. En este sentido, se me ha hecho evidente ahora, por primera vez, esas ra¨ªces antropol¨®gicas y art¨ªsticas que han determinado la obra de Dokoupil, que es, al fin y al cabo, checo, lo que, adem¨¢s de otras peculiares circunstancias que han pesado y siguen pesando en la cultura de un pa¨ªs que desde hace siglos sobrevive dram¨¢ticamente en medio, como una encrucijada imposible, evoca un estilo de persuasi¨®n dram¨¢tica y un humor muy especial.
Ingenuidad
Lo amenazante, por extremadamente en tensi¨®n, que genera una expresividad intimidatoria y desgarrada, pero que tambi¨¦n bordea un sentido surrealista del kitsch -esa imagen desesperadamente ingenua y, por tanto, llena de perversi¨®n-, florecen con toda evidencia en la obra de Dokoupil.Su casi mareante disponibilidad vers¨¢til y su incre¨ªble capacidad mimetizadora convierten a su obra en una continua caja de sorpresas, cuya desconcertante potencia ilusion¨ªstica aumenta Dokoupil empleando a fondo sus ma?as pict¨®ricas, pintando requetebienmente mal, sembrando maliciosamente dudas, escap¨¢ndose siempre por el punto inesperado, jugando con nosotros en beneficio de lo que hace. Al final, logra Georg Dokoupil convencernos de que est¨¢ al comienzo de no s¨¦ sabe qu¨¦ cosas, que, en todo caso, le enredar¨¢n m¨¢s y m¨¢s con la pintura, ese instrumento que ¨¦l concibe tanto para pensar como para fascinar a quien la admire.
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