Divisi¨®n entre los comunistas sovi¨¦ticos sobre la intervenci¨®n
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Dos posturas distintas sobre la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n se perfilan estos d¨ªas en medios comunistas de la URSS. Ambas posiciones centran el debate en una iniciativa que, cada vez m¨¢s, deja de ser llamada revoluci¨®n para convertirse en golpe de estado palaciego, ajeno a la voluntad de la mayor¨ªa de los afganos.Mijail Gorbachov etiquet¨® recientemente Afganist¨¢n con el atributo de viejos pecados. El retiro de la pol¨ªtica activa el pasado octubre de Andrei Groiniko, ministro de Asuntos Exteriores de la URSS durante m¨¢s 25 a?os, hace ya posible hablar de error sin tapujos o dificultades a la hora de enjuiciar Afganist¨¢n. En ese esp¨ªritu se expresan comentaristas internacionales como Alexandr Bovin, Boris Piadishev, director de la revista Vida Internacional o el general Zogolov, antiguo consejero de la URSS en Afiganist¨¢n.
Frente a quienes quieren adjudicar Afganist¨¢n a los antiguos dirigentes de la URSS, un sector de opini¨®n cree que el asunto debe abordarse con m¨¢s rigor y condena las cr¨ªticas a los dirigentes afganos y la puesta en cuesti¨®n del apoyo militar sovi¨¦tico al pa¨ªs vecino.
"Esos comentarios ensa?ados contra los l¨ªderes del PDPA han desmoralizado a nuestros soldados, que ya no saben por qu¨¦ est¨¢n all¨ª y han hecho muy dif¨ªciles nuestras relacionens con los dirigentes afganos y con otros movimientos progresistas del Tercer Mundo", nos comentaba en Termez un sovi¨¦tico que regresaba de Kabul tras una larga estancia en Afganist¨¢n.
"Es f¨¢cil criticar a los dirigentes afganos pero despu¨¦s de todo somos nosotros quienes les hemos creado, apoyado, ense?ado", se?alaba.
Palabras semejantes pueden o¨ªrse en medios comunistas preocupados por la imagen de la URSS entre los movimientos de liberaci¨®n en el Tercer Mundo y quienes buscan motivos para atacar la pol¨ªtica de Gorbachov. Estos sectores no determinan, sin embargo, el estado de ¨¢nimo mayoritario, que es de alivio por el fin de la guerra.
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