La feria es una fiesta
LA EXPLOSI?N de inter¨¦s y rentabilidad del arte contempor¨¢neo ha provocado que las ferias internacionales sobre la materia no hayan dejado de crecer durante los ¨²ltimos tiempos. En torno a 1970 se produjo una primera oleada, con la aparici¨®n de las convocatorias en Colonia, Basilea, Par¨ªs y Chicago. En la segunda avalancha, alrededor de 1980, se celebr¨® la primera edici¨®n de Arco en Madrid. Desde esa edici¨®n, en 1982, que se sald¨® con 25.000 visitantes, se pas¨® a 119.000 en 1987; de 182 periodistas acreditados hace siete a?os se ha saltado a m¨¢s de 1.200 en la actualidad. El ¨¦xito de la muestra que se inaugura hoy en el Pabell¨®n de Cristal de la Casa de Campo madrile?a ha sido registrado dentro del ¨¢mbito art¨ªstico transnacional como un signo de la nueva vitalidad cultural espa?ola y ponderado como un emblema de la transformaci¨®n general de este pa¨ªs.En la convenci¨®n, Basilea es el indiscutible n¨²mero uno; Colonia es la formalidad y el rigor; Par¨ªs es el Grand Palais, la expresi¨®n (chauvinista) de la producci¨®n pl¨¢stica francesa. La m¨¢s reciente exhib¨ªci¨®n de Los ?ngeles, nacida como alternativa a Chicago y Nueva York, y la emergencia de Madrid en el sur de Europa, han sido recibidas como se?ales de la periferia, algo m¨¢s osadas, m¨¢s populares, m¨¢s a la moda e investidas de una tonalidad alternativa o de outsiders.
Una feria de arte no es, aunque lo parezca, del mismo orden que una exposici¨®n convencional. Pero las muestras internacionales como la que ahora,se abre en Madrid llegan a atraer en siete d¨ªas un n¨²mero de asistentes incomparablemente superior a las exposiciones m¨¢s famosas. La feria es un mercado, preparado para las transacciones y orientado a ellas. La FIAC (Feria Internacional de Arte Contempor¨¢neo) de Par¨ªs, que se tiene por relativamente modesta, alcanz¨® el pasado oto?o un volumen de facturaci¨®n cercano a los 5.000 millones de pesetas, y Arco, en su edici¨®n anterior, rond¨® los 1.200 millones. El que el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda haya suprimido recientemente los requisitos de documentaci¨®n para la importaci¨®n de cuadros destinados a Arco o que Cajamadrid est¨¦ dispuesta a prestar hasta un mill¨®n de pesetas in situ para comprar lienzos o esculturas resalta el contenido mercantil. Pero este elemento, salvo para los puristas, no invalida el importante papel de informaci¨®n que para compradores, y para quienes no lo son, aporta la diversidad de objetos art¨ªsticos reunidos en Arco.
Diecisiete pa¨ªses y un total de unos 1.200 artistas se encuentran representados en esta octava edici¨®n de Arco, y no es una exageraci¨®n afirmar que por la creciente calidad de las galer¨ªas seleccionadas y el aumento de los servicios, entre ellos un banco de datos informatizado, Arco constituye un acontecimiento popular en auge. La posibilidad de adquirir el cuadro y no detenerse en la pasividad de la admiraci¨®n; la opci¨®n, en fin, de sustituir la mirada reverencial por la codicia y el tributo por el precio, transmuta la relaci¨®n del espectador con la obra de arte y permite, como alternativa, disfrutarla como objeto de consumo. El esc¨¢ndalo con que algunos juzgan esta manera de saborear el arte es asociable a la dificultad para aceptar el cambio de sistema en la producci¨®n art¨ªstica general y, en suma, para admitir la realidad de que las fiestas de comunicaci¨®n entre el arte y su p¨²blico se celebran igual tras una cola multitudinaria en los museos que ante las concurridas taquillas de una feria internacional.
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