El viejo y la ni?a

Joven autora, Paloma Pedrero ha elegido una antigua f¨¢bula, la del viejo y la ni?a, y la ha resuelto tambi¨¦n como los antiguos; como, digamos, en Do?a Francisquita: el viejo se queda solo, la ni?a se va con el joven. Todo envuelto en poes¨ªa f¨¢cil de sainete. El Torero (Juanjo Men¨¦ndez) da un espect¨¢culo callejero -una funci¨®n de corrida de toros- cuando conoce a la chica (Natalia Dicenta), una cl¨¢sica marginal salida del reformatorio. La incorpora a su espect¨¢culo y a su vida; pero el vecino V¨ªctor (Fernando Veloso), que es joven, interviene: cuando la muchacha es contratada para actuar en una sala de fiestas, se va con ella, y El Torero vuelve, solo, a las calles. Todo termina con siluetas recortadas sobre el forillo y un solo de trompeta triste, a la manera de Fellini. El sainete melodram¨¢tico est¨¢ planteado en escenas sueltas, con m¨¢s abundancia de di¨¢logo -en el que la autora conf¨ªa demasiado- que de acci¨®n, y un exceso de subrayados en gestos, voces y formas de car¨¢cter.Juanjo Men¨¦ndez tiene su buen estilo de siempre, Natalia Dicenta brilla en la muchacha, Fernando Veloso no va muy lejos, Carlos Marcet compone un tipo de boxeador sonado, y Fernando Ransanz, un buen personaje madrile?o; todos afectados por la falta de rasgos de di¨¢logo y por el intento de creaci¨®n de tipos. El viernes por la tarde, un p¨²blico muy juvenil y predominantemente femenino aplaudi¨® con mucha insistencia al terminar la funci¨®n.