Dassaev de Paula
Cuenta el autor del texto los pintorescos motes, que en Sevilla suelen poner a los futbolistas populares. En esta ocasi¨®n el protagonista es el guardameta del equipo blanco andaluz, al que equipara con uno de los toreros de enigm¨¢tico post¨ªn.
En Andaluc¨ªa, si alg¨²n fantasm¨®n promete lo imposible se le contesta que eso va a suceder cuando toree el Menta. Nadie sabe, por supuesto, qui¨¦n es o fue el Menta, pero seguro que casi todos los andaluces est¨¢n dispuestos a apostar que en el tiempo por venir no va a darse tal personaje, por la sencilla raz¨®n de que a nadie que est¨¦ en sus cabales se le va a ocurrir semejante lujuria para sobrenombre torero. El Menta, si aparece en la historia, puede hacerlo en forma de h¨¦tico, por el color verde del rico licor. O en forma de chulo, enti¨¦ndase que si se constata como afrodisiaco el supuesto poder de seducci¨®n que exhiba. Pero de torero... M¨¢s vale pedirle peras al olmo, en la seguridad de que desde Sevilla, la ciudad del milagro, cabe que nos las regale.Viene a cuento lo del Menta imposible porque cierta vez nuestro sufrido presidente, Jos¨¦ Rodr¨ªguez de la Borbolla, lo dijo convencido en el Parlamento andaluz, con ese aprovechamiento de los giros populares que tantos votos acarrea si va acompa?ado -nada m¨¢s que entonces- de garant¨ªas. Y lo hizo poniendo como caso, de improbable comparecencia a Dassaev, al que ya se le dice por la tierra. de Mar¨ªa Sant¨ªsima, en vez de sovi¨¦tico, so b¨¦tico, que es una forma de tratarlo como un infiltrado de aquellos que nos mandaba la URSS durante el franquismo.
Sabido es que Rodr¨ªguez de la Borbolla no es dalt¨®nico porque a lo blanco le pone rayas verdes -cebra que te quiero cebra- al menos en la disposici¨®n barrada e intermitente de una simbolog¨ªa deportiva. Es decir, que es h¨¦tico, o lo que algunos denuncian, por manifestarlo tan machaconamente, como una forma camuflada de ser nacionalista andaluz vergonzante en ¨¦poca de universalidades. Pues bien, pensando que el pueblo siempre acierta, tom¨® un dicho del pueblo, y con toda la sorna que ha ido acumulando ante las cr¨ªticas a su mandato, le espet¨® a la oposici¨®n que iban a ganar las elecciones auton¨®micas cuando el Sevilla fichara a Dassaev, que es lo mismo que poner al Menta vestido de luces y en la Maestranza. Pero la diferencia entre lo posible y lo imposible es la medida ole la voluntad del hombre, y Cuerva, el eximio presidente de lo que no se puede nombrar -so pena de mal fario- cuando la labia es b¨¦tica, hizo el milagro a primera vista para poner en entredicho las dotes prof¨¦ticas del ar¨²spice del PSOE. Con un corte de mangas respetuoso, desde la misma escalinata del avi¨®n de Mosc¨² le dese¨® a Pepote, con m¨¢s soma todav¨ªa, que santa Luc¨ªa le conservara la vista. Cuerva, a golpe de terquedad y talonario, se trajo al Tuso volador, ya no se sabe si con el objeto de reforzar a su equipo o con la intenci¨®n de darle en la cabeza al mejor domador de langostino que hemos tenido en Espa?a, seg¨²n dicen, despu¨¦s de un alcalde franquista de C¨¢diz al que la ausencia de su mano derecha, ofrendada porque el monstruo rojo fuera vencido en Esa?a, no le imped¨ªa pelarlos y llev¨¢rselos con la sobreviviente a la boca en un santiam¨¦n.
Debilidades marisqueras
Sin embargo, est¨¢ por demostrar que el presidente andaluz se equivocara, como est¨¢ por demostrar lo de sus debilidades marisqueras, que, dicho sea entre par¨¦ntesis, tampoco es pecado o feo vicio, sobre todo si las alimenta de su sueldo y no de los ya esquilmados de los contribuyentes.
Lo que no est¨¢ demostrado es que el portero ruso que le han endosado a Cuerva sea el sucesor del m¨ªtico Yassinne. Los sevillanos, que por algo son los herederos de una imaginaci¨®n desbordada y espejeante que va desde los poetas ar¨¢bigo-andaluces hasta el B¨¦cquer de las leyendas, parecieron intuir desde el primer momento que hab¨ªa busilis. Y a Dassaev le pusieron Rafa¨¦, que es nombre de arc¨¢ngel y de torero, bien para subrayar que el Menta era un hecho, o bien porque no se fiaban lo m¨¢s m¨ªnimo de que los rusos les hubieran mandado la copia, m¨¢s que el original. Sevilla es la ciudad de la gracia y la tristeza, como la ha definido Antonio Burgos, y, por tanto, lo es de la dualidad. Lo es asimismo porque tiene el arraigo tel¨²rico de C¨¢stor y la tendencia a¨¦rea de Pollux. Joselito era un cl¨¢sico, y Belmonte un revolucionario, la Esperanza tiene ojos de bayoneta y la Macarena de alivio, sobre la catedral cristiana se alza un suspiro de Mahoma, y todav¨ªa est¨¢ por ver si Antonio Mairena, que ten¨ªa voz de demonio bendecido, canta en el cielo o es Pepe Marchena, con voz de ¨¢ngel canceroso, quien canta en el infierno. El mundo al rev¨¦s, por tanto, si la simbolog¨ªa de lo m¨ªtico no nos ense?ara en lo pr¨¢ctico la complementariedad de lo opuesto, reafirmada en la reyerta jocosa que supone la oposici¨®n Betis-Sevilla, di¨®scuros del balompi¨¦ meridional o hermanos indispuestos en la batalla de a ver qui¨¦n gana en imaginaci¨®n antes que en goles. Creo que fue Unamuno quien se preguntaba sobre la clase b¨¢rbara que eran los aficionados al f¨²tbol. El pensador vasco contestaba, sin embargo, a lo gallego, con otra formulaci¨®n: "?Tan burros son que lo que quieren conseguir lo consiguen a patadas?". Como si lo hubieran le¨ªdo, los sevillanos le meten goles al aburrimiento con una gracia de bandera, y le ponen Rafa¨¦ a Dassaev, como antes S¨¦neca a un yugoslavo que, en su apellido, se estiraba demasiado en el sufijo patrimonial, o Pepe a Hazibegio, porque prefieren partirse la garganta cantando antes que en pronunciaci¨®n tan severa de ¨¢spera. Sin embargo, lo que todav¨ªa no sabemos es por qu¨¦ Rafa¨¦ a Dassaev, al margen de traducciones literales. Dassaev, el portero de los Mundiales, era un felino de tanta agilidad como contumacia en perseguir balones por el rect¨¢ngulo de su aduana infranqueable, y el que ha ca¨ªdo por Sevilla o se ha descafeinado con la perestroika o es el gato ¨¦se de la marruller¨ªa gastron¨®mica que suelen dar por fiebre: con ribetes de clase, s¨ª, pero enajenado, fr¨ªo, torp¨®n y sobre todo sumamente irregular. Algo as¨ª como el Paula del toreo, a la espera de que demuestre el duende por el que demostrar que Rodr¨ªguez de la Borbolla se equivoc¨® sin paliativos y Cuerva se trajo al titular verdadero de la selecci¨®n sovi¨¦tica y no un recambio. Porque mientras Dassaev siga fallando y meti¨¦ndose goles en su propia puerta no ser¨¢ Dassaev. S¨ª, con m¨¢s propiedad, Rafa¨¦, como le han puesto los sevillanos, con la mosca detr¨¢s de la oreja. Dassaev de Paula.
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