ETA se equivoca
Ni la historia ni el presente avalan lo m¨¢s m¨ªnimo las tesis que propala ETA en relaci¨®n a Navarra. Para el autor, Navarra es innegociable, no es un problema ni una cuesti¨®n pendiente, y los navarros ni son independentistas ni quieren la integraci¨®n pol¨ªtica en la comunidad aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco.
He escrito mucho durante muchos a?os sobre y contra ETA.Hace tiempo que, como otros muchos, apenas he escrito algo.
No puede uno repetirse demasiado. Llega, adem¨¢s, un punto en el que escribir contra algo o contra alguien puede ser una especie de propaganda gratuita. Y, en fin, hay que dejar espacio a quienes, tras haber pasado los a?os m¨¢s duros sin abrir la boca, se han decidido por fin a abrirla en los ¨²ltimos tiempos: nunca es tarde si la dicha llega.
He le¨ªdo ¨²ltimamente tres importantes entrevistas con dirigentes de ETA, publicadas en un diario de Madrid, en otro de Barcelona y en una revista vasca. Las tres parecen escritas por la misma mano o dichas por la misma boca.
No trato ahora de refutar argumento alguno, tarea ya bien cumplida. M¨¢s bien, partiendo de la l¨ªnea principal de argumentaci¨®n de ETA, mi intenci¨®n es mostrar al menos que la cosa no va con Navarra. En estos momentos delicados de di¨¢logo, digamos delicadamente la verdad.
?Una ocupaci¨®n militar?
"Frente a una ocupaci¨®n militar, nosotros respondemos militarmente..."
?sta es la clave de la l¨®gica etarra.
Para ETA, la causa de la unidad y la integridad espa?ola termin¨® con las ansias de libertad del pueblo vasco a lo largo de la historia, con un acarreo constante de muertes, asesinatos, torturas, presiones y atentados a las libertades democr¨¢ticas y nacionales de Euskadi. La acci¨®n de la organizaci¨®n independentista vasca no es otra cosa que una "v¨ªa de respuesta", ciertamente "dura", pero "la ¨²nica posible y la ¨²nica que est¨¢ obteniendo aut¨¦nticos resultados".
Esto no es verdad en lo que a todo el pueblo vasco se refiere, pero lo es todav¨ªa menos referido a Navarra, de la que ahora voy a hablar.
La guerra que termin¨® en "la ocupaci¨®n militar del reino de Navarra", al que no pertenec¨ªan, por cierto, las provincias vascongadas, fue tambi¨¦n una guerra entre navarros, partidarios los m¨¢s de sus reyes Juan y Catalina, y los menos, del Rey Cat¨®lico, quien se sirvi¨®, eso s¨ª, de todos los medios habidos y por haber.
Hac¨ªa medio siglo que se enfrentaban sangrientamente las facciones navarras de agramonteses y beamonteses. Hac¨ªa medio siglo que Navarra era presa acosada por los reinos vecinos. Esta vez vinieron los soldados guipuzcoanos a las ¨®rdenes del duque de Alba. Pronto iba a caer herido en Pamplona Ignacio de Loyola, enfrentado a los hermanos de Francisco de Javier.
Salvo algunos, inmediatos, intentos de resistencia, el reino de Navarra vivi¨® sosegadamente su uni¨®n eque principal a la corona de Castilla, manteniendo una larga autonom¨ªa interior, con sus Cortes y tribunales.
Las guerras carlistas no fueron guerras de independencia ni de lucha por la integraci¨®n vasca. A pesar de la p¨¦rdida injusta de las Cortes de Navarra en 1839, y de una mala ley de unificaci¨®n en 1841, hecha por los liberales vencedores contra los carlistas vencidos, nunca Navarra, ni siquiera cuando los carlistas fueron pol¨ªticamente m¨¢s fuertes, se sinti¨® militarmente ocupada, ni colonizada, ni pretendi¨® nunca la independencia de Espa?a. Ni en 1876, ni en 1907, ni en 1918, ni en 193 1. El constante grito por la integraci¨®n foral significa exactamente lo contrario, aunque reclamara muchas mayores competencias que las reconocidas por la c¨¦lebre ley paccionada.
El reciente movimiento vasquista, siempre muy minoritario, no fue en Navarra, ni siempre ni todo ¨¦l, independentista.
La batalla del estatuto
La batalla, en verdad muy confusa, por el Estatuto Vasco de Autonom¨ªa durante los a?os 1931-1932 estuvo muy lejos de ser lo que pretende ETA. Desde el principio, la mayor¨ªa de socialistas y republicanos estuvo en contra. Muchos carlistas y conservadores mon¨¢rquicos que al principio lo apoyaron le volvieron pronto la espalda. Visto primeramente como ¨²til, instrumento contra la Rep¨²blica, el estatuto fue considerado despu¨¦s como un peligro independentista y contrario al lema de la reintegraci¨®n foral.
La votaci¨®n de los ayuntamientos navarros habida el 19 de junio de 1932 en Pamplona fue un serio golpe antiestatutario. Votaron a favor 109 ayuntamientos, con 135.582 habitantes; en contra, 123, con 186.666, y se abstuvieron 35, con 28.859. Aunque todos los representantes municipales hubieran votado como sus concejales quer¨ªan -condici¨®n no necesaria para la validez del voto-, el resultado hubiera estado muy lejos del n¨²mero requerido legalmente -dos terceras partes del censo electoralpara abrir el camino al plebiscito que deb¨ªa confirmar ese porcentaje.
Lo cierto es que un a?o despu¨¦s, en 1933, el bloque de derechas, contrario entonces al estatuto, se llev¨® en las elecciones a Cortes los siete esca?os de la mayor¨ªa y de la minor¨ªa, triunfo que repiti¨® en 1936.
Navarra, como se sabe, no abraz¨® precisamente la causa nacionalista vasca durante la guerra de 1936-1939.
La decepci¨®n posterior del carlismo frente al franquismo no la ech¨®, mayoritariamente, en manos del PNV o de HB, sino en brazos -como los estudios de geograf¨ªa electoral lo prueban- primero de UCD y luego de UPN.
Los navarros s¨ª votamos la Constituci¨®n de 1978. El Parlamento de Navarra vot¨® en 1982 por mayor¨ªa m¨¢s que absoluta (49 parlamentarios forales, de 75), la ley de Reintegraci¨®n Foral y Amejoramiento del Fuero. No hubo refer¨¦ndum porque el car¨¢cter foral del proceso lo exclu¨ªa. No era el caso del estatuto de la comunidad aut¨®noma de Pa¨ªs Vasco, de Galicia o de Andaluc¨ªa.
"Navarra constituye una comunidad foral...", dice el art¨ªculo 1 de la ley del Amejoramiento Y no, como dicen los estatutos "... se constituye en comunida aut¨®noma".
No somos independentistas
Los navarros no somos independentistas. No queremos la independencia ni la integraci¨®n pol¨ªtica en la comunidad aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco. Todas las elecciones, todos los sondeos, toda las demostraciones de nuestra vida p¨²blica, lo prueban de manera fehaciente.
Tambi¨¦n para nosotros Navarra es innegociable.
Navarra no es un problema, no es m¨¢s grave que cualquier otro problema. Navarra no es una cuesti¨®n pendiente. El futuro de Navarra est¨¢ en nuestro presente, donde lo decidimos todo d¨ªa a d¨ªa. Nuestra voluntad, ampliamente mayoritaria, es un evidencia. Algo que entiende cualquier dem¨®crata. Una cosa de mayores de edad.
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