Sin pan ni sal
El agotamiento de la mina de potasa de Cardona amenaza la continuidad de la poblaci¨®n
En los a?os sesenta Cardona era una de las poblaciones con mayor nivel de renta de Catalu?a. Llegaba casi a los 8.000 habitantes y, pese a la escasez de servicios, se pod¨ªa afirmar que era una villa floreciente. La potasa le daba la vida. La misma potasa que amenaza hoy con quit¨¢rsela o, cuando menos, reducirla a la m¨ªnima expresi¨®n. Los habitantes del pueblo, y no s¨®lo los mineros, tienen esa impresi¨®n: si la mina cierra, Cardona se acaba. Ercros, la empresa propietaria de la mina, trata de llegar a un nuevo yacimiento, pero el resultado es, hoy por hoy, incierto.
Desde que a principios de los a?os veinte de este siglo se iniciara la construcci¨®n de la actual mina, Cardona ha unido su destino, su esplendor y su futuro a la potasa. Para bien y para mal. En 1929, la mina entr¨® en funcionamiento y, hasta hace pocos d¨ªas, los vecinos han visto el mineral transportado a trav¨¦s de las cintas que atraviesan el valle y como la escoria era arrojada al vertedero situado frente al pueblo. Ya no lo ven. A¨²n hay potasa en la vecindad de Cardona, pero no se ha llegado a ella y no se sabe en qu¨¦ condiciones se llegar¨¢. Y mientras la mina agoniza, Cardona, sus hombres y sus mujeres, contienen la respiraci¨®n, aplazan sus planes, restringen las compras, aplazan ilusiones y esperanzas.La econom¨ªa de la poblaci¨®n depende, en un 80%, de la mina. Si finalmente se cierra, la villa se extinguir¨¢. Ercros, empresa que tiene la concesi¨®n de la explotaci¨®n pot¨¢sica en Cardona, se ha comprometido a no despedir a nadie. Los 600 mineros que trabajan en la extracci¨®n de potasa ser¨ªan trasladados, no despedidos, pero este compromiso no satisface a nadie. Las minas de la propia empresa m¨¢s cercanas son las de Sallent. Hay otras en S¨²ria, pero son del INI. "Puede ser que, durante unos meses, unos a?os quiz¨¢", explica Ram¨®n Boixadera, presidente de la Uni¨® de Botiguers de Cardona, "vayan y vuelvan cada d¨ªa. Pero nadie aguanta toda la vida haciendo 60 kil¨®metros diarios por una mala carretera. A la larga, acabar¨¢n comprando un piso all¨ª y dejando el pueblo". "A la larga" no deja de ser una forma de hablar, porque si la mina de Cardona est¨¢ agotada, a la de Sallent le quedan s¨®lo 12 a?os m¨¢s de vida. "Y luego a otra parte, a La Coru?a, a Cartagena o qui¨¦n sabe a d¨®nde", afirma Alfonso Soriano, presidente del comit¨¦ de empresa de la mina, miembro de UGT y del PSC y concejal de Cardona. Y a?ade: "No estamos ante un problema laboral. Podemos rehacer nuestra vida, por duro que sea y ser¨ªa duro, pero si Cardona pierde 600 familias, hay que cerrar el pueblo". De momento, se ha paralizado la construcci¨®n de viviendas, pese a que hay tres planes aprobados.
Estas 600 familias equivalen a m¨¢s de 2.000 habitantes. Y hay que a?adir los empleos inducidos: tiendas, talleres, construcci¨®n, bares, entidades de ahorro, de las que hay 10 oficinas.
Pere Mej¨ªas y Ricard Riu son socios en un taller mec¨¢nico y regentan la concesi¨®n de una firma automovil¨ªstica. "Desde noviembre, los pedidos han bajado en picado", afirman. "Gente que ten¨ªa la intenci¨®n de comprarse un coche lo ha dejado de momento hasta ver c¨®mo quedan las cosas". Y no s¨®lo coches, lo que ser¨ªa comprensible. De hecho, Cardona tiene un parque automovil¨ªstico considerable: 3.500 autom¨®viles sobre una poblaci¨®n de 6.700 habitantes.
Varios comerciantes coinciden en que las ventas de Navidad y Reyes estuvieron muy por debajo de las de a?os anteriores. Tambi¨¦n se ha resentido la venta de v¨ªdeos e incluso de ropa. "Las tiendas de Cardona llevan tiempo sin renovarse", explica Mej¨ªa, "la situaci¨®n de la mina influye, claro, pero no es lo ¨²nico. Aqu¨ª no tenemos m¨¢s que un m¨¦dico de cabecera; eso hace que para cualquier cosa haya que ir a Manresa". Y su socio remata: "Claro, tienes que ir al oculista, y como sales con la receta, entras en la ¨®ptica, te compras las gafas, te las pones y lo primero que ves es un vestido. Te lo compras y vuelves al completo. El resultado es que aqu¨ª cada vez se vende menos". Los mineros han dejado de cobrar algunos pluses, pero nadie cree que esa sea la ¨²nica explicaci¨®n. "Lo malo es la incertidumbre", afirman.
Josep Farr¨¢s trabaja en una caja de ahorros y guarda una carpeta con las noticias sobre Cardona que salen en la Prensa, a las que a?ade anotaciones sobre la posible repercusi¨®n para su empresa. Los ¨²ltimos recortes son todos sobre el cierre de la mina. "La verdad es que, cuanto m¨¢s se habla de ello, peor. Desde que empezaron a salir las noticias, la actividad comercial se ha paralizado, especialmente los cr¨¦ditos de consumo y de inversiones. Es dif¨ªcil que alguien ampl¨ªe un negocio en estas condiciones".
El alcalde, Gervasi Arnaste, cree expresar el sentir de la poblaci¨®n cuando afirma que lo importante es no repetir errores pasados y atraer nuevas inversiones. "Esto era un coto de la mina", dice Soriano, y Arnaste recuerda que Cardona vio pasar varios proyectos industriales que acabaron recalando en otros lugares; el m¨¢s importante, la f¨¢brica Taurus, hoy en Oliana (L¨¦rida). "No es que no se dieran las licencias", explica el alcalde, "pero tampoco se daban facilidades". El resultado es que, hoy, la segunda empresa de Cardona es una Sociedad An¨®nima Laboral, asumida por los trabajadores tras su crisis, y la tercera, el parador nacional, con 40 empleados. Un parador que no da mucho al pueblo, opinan sus habitantes. Y, sin embargo, su alcalde cree en el futuro tur¨ªstico de la poblaci¨®n. El Ayuntamiento tiene un proyecto que parte de la existencia de la monta?a de sal, de 150 metros de altura y colores variados. "Hoy, con un museo de sal peque?ito, tenemos una media de cuatro autocares diarios; si esto se organiza podemos ser un centro tur¨ªstico muy importante". El proyecto tiene un coste de 2.000 millones de pesetas y dar¨ªa trabajo a unas 200 personas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.