La pobre 'madre de la patria'
La ca¨ªda en desgracia de Winnie Mandela ha sido gradual pero constante desde que lleg¨® al suburbio de Soweto en 1985 encabezando la insurreci¨®n de la poblaci¨®n negra que se extendi¨® por Sur¨¢frica entre los a?os 1984 y 1986. Curiosamente, fueron los a?os en que ella recuper¨® la libertad despu¨¦s de a?os de destierro y prohibici¨®n. Las cr¨ªticas por su conducta y sus declaraciones fueron creciendo, y alcanzaron su punto ¨¢lgido la semana pasada, en relaci¨®n con la controversia suscitada por los j¨®venes de su club de f¨²tbol, que resultan ser sus guardaespaldas y que fueron acusados de actos criminales, incluido el secuestro y el asesinato.Las acciones y declaraciones en su contra han colocado en una postura dif¨ªcil a los l¨ªderes del Congreso Nacional Africano (ANC) y a su propio esposo, Nelson, encarcelado en Ciudad del Cabo desde hace un cuarto de siglo y que, a modo de contraste, es una figura respetada.
La controversia sirve para el regocijo del Gobierno surafricano, que ha descubierto que Winnie Mandela, que puede hablar y moverse libremente, tiene las manos atadas. Anteriormente, cuando fue desterrada a un oscuro y polvoriento pueblito, se la consider¨® una hero¨ªna local y mundial, cuyo nombre siempre se asociaba al de su marido, el premio Nobel. Ahora, la televisi¨®n estatal surafricana dedica con frecuencia espacios a Winnie Mandela, narrando lo ¨²ltimo que acontece con ella y recurriendo a im¨¢genes de televisiones extranjeras ante la dificultad de acceso a la esposa de Nelson.
Winnie s¨®lo vivi¨® con Nelson una vida normal unos pocos meses despu¨¦s de su matrimonio, pero consigui¨® una alta estima internacional y nacional, aunque tal vez sea exagerado haberla llamado madre de la patria, sobre todo al considerar la labor de otras mujeres veteranas en la lucha por los derechos humanos, como la activista Helen Joseph y Albertina Silulu, esposa de un correligionario de Nelson, Walter Silulu.
Cr¨ªticas de los negros
Los negros de Sur¨¢frica han visto a Winnie durante a?os como el s¨ªmbolo de su futura libertad. En el pasado trataron de olvidar sus deslices, pero el caso de los guardaespaldas es la gota que ha colmado el vaso. La central sindical m¨¢s potente, Cosatu y la organizaci¨®n. de masas antiapartheid Frente Democr¨¢tico Unido repudiaron a Winnie el jueves 16 de febrero, en un comunicado en el que se dice: "No podemos permanecer callados cuando aquellos que han violado los derechos humanos dicen hacer las cosas en nombre de la lucha contra el apartheid'.
Hace algunos a?os se critic¨® a Winnie por construirse una casa palaciega que cost¨® centenares de miles de rands (moneda surafricana), aunque ella mantuvo que no la habitar¨ªa hasta que su esposo quedase en libertad y viviera all¨ª con ella; se la critic¨® por las consultas que realiz¨® con un abogado norteamericano para comercializar el nombre Mandela y por inflamados discursos, como aquel del mes de abril de 1986 en el que dijo: "Juntos, hombro con hombro, con nuestras cajas de cerillas y nuestros collares, libertaremos este pa¨ªs". Estas palabras no pasaron inadvertidas en el cuartel general del ANC, que hab¨ªa intentado detener una campa?a en la que se asesinaba de forma horrible a informantes de la polic¨ªa y a otras personas con collares que se anudaban en el cuello de las v¨ªctimas como si fuera una corbata.
Pero el club de f¨²tbol es algo diferente. Se trata de algo m¨¢s que una simple banda de gamberros. Durante meses se ha hablado de las actividades del club entre la comunidad negra, pero ahora, los ojos se han vuelto hacia Winnie Mandela. El pa¨ªs se conmocion¨® con las noticias de que el club secuestr¨® a cuatro j¨®venes negros de una iglesia metodista, uno de los cuales apareci¨® muerto despu¨¦s. Al asunto siguieron las noticias sobre el extra?o caso del doctor negro Abu-Baker Asvat, que muri¨® asesinado a tiros en su consulta de Soweto el d¨ªa despu¨¦s de visitar a los chicos que fueron secuestrados y quedar sorprendido por las heridas que recibieron. Un peri¨®dico ha sugerido que Winnie Mandela azot¨® a uno de los muchachos antes de que fuera golpeado por los miembros del club, pero la esposa del premio Nobel lo ha negado. La muerte de un miembro del club de f¨²tbol y la desaparici¨®n de dos j¨®venes a?aden m¨¢s horror y confusi¨®n al asunto.
Queda mucho por aclarar en todo ello, pero es indudable que el prestigio de Winnie Mandela, un prestigio que se edific¨® durante a?os, ha quedado destruido.
Winnie Mandela ha estado perseguida, de una u otra forma desde 1963. Durante 10 a?os fue desterrada al pueblo de Brandfort, hizo frente a acusaciones y detenciones por desobedecer las ¨®rdenes que le prohib¨ªan hacer tal o cual cosa. En aquellos a?os de actividad, Winnie se gan¨® una envidiable reputaci¨®n por su fortaleza y resistencia. La simpat¨ªa p¨²blica, tanto entre blancos como entre negros, fue enorme; pero desde los a?os en los cuales se puede expresar libremente y apenas tiene restricciones, ella misma ha devorado esa imagen.
Cambios en el ANC
Pero todo ello y la repercusi¨®n sobre el ANC debe contemplarse relativamente. La organizaci¨®n antiapartheid hab¨ªa establecido ciertas distancias con Winnie. El ANC se fund¨® en 1912, y en sus 77 a?os de existencia ha superado muchas vicisitudes, y el esc¨¢ndalo Mandela es peque?o comparado con otros casos del pasado.
Mucho m¨¢s importante para el ANC es un evidente cambio en la balanza del poder que se llev¨® a cabo el a?o pasado. Con la soluci¨®n sobre la independencia de Namibia y el fin del conflicto de Angola, el ANC perder¨¢ importantes bases guerrilleras en este ¨²ltimo pa¨ªs. El relativo olvido de Mijail Gorbachov por los intereses en esta zona, una vez que ¨¦l mismo se desembarazara de Afganist¨¢n, hace pensar al ANC que las cosas marchan contra sus intereses. De la revoluci¨®n que no existi¨® -la insurrecci¨®n entre 1984 y 1986 en Sur¨¢frica- ha salido una oposici¨®n negra castigada y desilusionada.
La l¨ªnea dura podr¨ªa ceder ante la presi¨®n de los m¨¢s pragm¨¢ticos. No puede olvidarse que la ca¨ªda de Winnie Mandela ha da?ado los colores de las posiciones duras. Las fracturas en el movimiento de liberaci¨®n negro no pueden tomarse como una norma, pero podr¨ªa ser el comienzo prometedor de una nueva alianza entre negros y blancos.
El drama de la conducta de Mandela podr¨ªa girar hasta convertirse en parte de un lienzo en el que se pintara la confusi¨®n y una oportunidad para los surafricanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.