Socialdem¨®cratas

El primer ministro espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez, prototipo del socialdem¨®crata actual, explic¨® la semana pasada por qu¨¦ cre¨ªa que hab¨ªa tenido que dar la espalda a sus antiguos compa?eros del movimiento sindical. No es el ¨²nico. Algo similar ocurre en otros pa¨ªses tambi¨¦n gobernados por socialdem¨®cratas.Gonz¨¢lez afirm¨® que los sindicatos le hab¨ªan pedido que realizara una pol¨ªtica incompatible con la buena marcha de la econom¨ªa espa?ola. Suecia, Australia y Espa?a son tres pa¨ªses democr¨¢ticos pertenecientes al reducido grupo que no est¨¢ gobernado por conservadores. Hace tan s¨®lo unos a?os parec¨ªan haber llegado a un compromiso envidiable. Sus Gobiernos, tras renunciar al antiguo socialismo, decidieron encauzar su pol¨ªtica econ¨®mica seg¨²n los principios de la econom¨ªa de mercado. Segu¨ªan unidos a las clases trabajadoras a trav¨¦s del pacto social con los sindicatos. Todo parec¨ªa bajo control.

Pero no ha sido as¨ª. Tanto si la cuesti¨®n resid¨ªa en la fijaci¨®n de topes salariales -como en Australia- o en el Estado del bienestar -en Espa?a y Suecia-, las peticiones de los sindicatos como parte del pacto social superaron lo que una econom¨ªa de mercado ofrece. A ello se a?adi¨® la inflaci¨®n, el incremento de los costes y la reducci¨®n de los puestos de trabajo. No hay razones para que una econom¨ªa de mercado no pueda superar topes salariales ni ofrecer servicios sociales. Pero debe ser competitiva.

20 de febrero