El santo
Desde la terraza cubierta del restaurante Les Templiers se les ve, arriba y abajo del paseo, con sus gabardinas abiertas y su barba de uniforme. Son los funcionarios. El grueso de esa supuesta expedici¨®n que lleg¨® ayer a Colliure al encuentro del vivo con el pretexto de un muerto. ?Por qu¨¦ ser¨¢ que los pol¨ªticos siempre llevan tras ellos el fleco de sus plumeros? Hasta los ni?os lo sab¨ªan y lo pregonaban: "Le he dado la mano a Alfonso Guerra!" dec¨ªa una adolescente de un instituto de Gerona. Y sus compa?eros la envidiaban porque una mano de vicepresidente es incomparablemente m¨¢s seria que un verso enmohecido.En Colliure, ayer, se celebraba la Semana Santa de dos mundos: el de los machadianos oficiales y el de los republicanos esp¨²reos, que no es lo mismo. Los primeros, protegidos por los militares en activo de la gendarmer¨ªa francesa. Los segundos, agrupados bajo las tricolores de los militares republicanos que sobrevivieron. Porque en toda peregrinaci¨®n hay muchas voces. Ni?os y abuelos, viajeros del sentimiento y viajantes de m¨¦rito.
Los santos de la laicidad -y Machado, con su tumba y su martirio, es uno de los santos de la Espa?a descreida- tienen muchos devotos. Sobre todo por aquello de la ¨¦tica, que es lo que agarran los gobiernos cuando ya no les queda casi nada en la bodega. O sea, que todos ven¨ªan a comer ¨¦tica machadiana. Y el obispo Guerra lleg¨® a Colliure para canonizar al poeta urbi et orbe. A veces, parece que Guerra disfrute m¨¢s siendo presidente del club de fans de Machado que vicepresidente del Gobierno. Pero s¨®lo lo parece. Venir a por Machado en tiempos de disidencias y recelos es un acto de fe y un acto de escaparate.
Pero entre funcionarios y gorilas estaban los viejos y estaban los ni?os. Los unos con las banderas del recuerdo, los otros con mucho Machado por delante. Por lo dem¨¢s, en la plaza, los ciudadanos de Colliure jugaban a la petanca ha o el cielo plomizo de los funerales aplazados. Y el choque de las bolas fue el sonido de las ¨²nicas campanas del duelo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.