El futuro la industria alimentaria espa?ola
La industria alimentaria, cuya importancia piara el conjunto de la econom¨ªa espa?ola ha sido vuelta a reconocer en los ¨²ltimos a?os, se enfrenta en el futuro a los problemas derivados de su atomizaci¨®n y de la escasa presencia de las grandes empresas espa?olas dentro del conjunto de las existentes en la Comunidad Europea. La puesta a punto en este aspecto es uno de los retos m¨¢s importantes.
Uno de los acontecimientos m¨¢s relevantes de la cultura econ¨®mica espa?ola de los ¨²ltimos a?os ha sido el descubrimiento de la industria alimentaria como factor destacado del desarrollo del pa¨ªs, suscitando un creciente inter¨¦s informativo.Acostumbrados a pensar en t¨¦rminos de segunda e incluso primera revoluci¨®n industrial -textil, siderurgia, metalurgia y otros sectores reconvertibles- o pasados a la posmodernidad electr¨®nica, se ha ignorado durante demasiado tiempo que cerca de la cuarta parte de la contribuci¨®n industrial al producto interior bruto (PIB) espa?ol -casi tres veces m¨¢s que la contribuci¨®n del textil, el qu¨ªmico o la fabricaci¨®n de autom¨®viles- era generada por la industria alimentaria, que absorbe cerca del 20% del total de trabajadores de la industria y ha sido una de las escasas actividades capaz de crear empleo durante los ¨²ltimos a?os a lo largo de la crisis econ¨®mica.
En la puesta de largo informativa del sector han contribuido diversas causas. Entre ellas cabe se?alar la progresiva apertura de Espa?a a Europa, coronada con el ingreso en la CE -en la Comunidad Europea hace muchos a?os que conocen la importancia de la industria alimentaria, y la han fomentado deliberadamente-; la aparici¨®n entre los que suele se?alarse como primeros -capitanes de empresa del pa¨ªs de notorios representantes del sector, y la rehabilitaci¨®n econ¨¢n?ca e incluio cultural de las actividades agraria y pesquera, cuyo menosprecio de anta?o hab¨ªa arrastrado a su vez el del subsistema transformador basado en aqu¨¦llas.,
Una serie de circunstancias objetivas permiten inferir que el desarrollo de la industria alimentaria espa?ola continuar¨¢ en el futuro, con una creciente proyecci¨®n internacional.
Del lado de la oferta, habr¨ªa que destacar la diversidad y elevada calidad media de la producci¨®n agraria y pesquera del pa¨ªs, que permiten una oferta de transformados abundante y diversificada.
Del lado de la demanda cabe se?alar la tendencia hacia la extensi¨®n -el mercado se ha multiplicado por 10, consecuencia del ingreso en la Comunidad Europea- y elevaci¨®n cualitativa del consumo, sin olvidar el s¨®lido basti¨®n que suponen los millones de turistas que anualmente visitan Espa?a. Por ¨²ltimo, la aplicaci¨®n a Espa?a de la pol¨ªtica agraria com¨²n (PAC) y medidas equivalentes del sector pesquero permiten al. subsistema transformador alinientario disponer de un volumen ingente de recursos, impensable en t¨¦rminos de estricto presupuesto espa?ol. En 1988, en intervenciones de regulaci¨®n de mercado -ayudas al almacenamiento, industrializaci¨®n y restituciones- y fomento de la inversi¨®n -reglamentos 355/1977 y 4.018/1986 de la CE- se han superado los 180.000 millones de pesetas.
Decir que el futuro de la industria alimentaria espa?ola est¨¢ asegurado no equivale a afirmar que no existan problemas y que no deba instrumentarse una pol¨ªtica econ¨®mica correctora de aqu¨¦llos.
Atomizaci¨®n
Entre los problemas m¨¢s relevantes del sector destacan especialmente dos, ¨ªntimamente relacionados entre s¨ª: la atomizaci¨®n y la ausencia de un n¨²mero suficiente de entidades -cabe incluso dudar que haya alguna- en el estrato -m¨¢s alto de la pir¨¢mide empresarial, establecido en t¨¦rminos de la Comunidad Europea.
Poco cabe decir del primero. En nuinterosas ocasiones se ha puesto en evidencia, utilizando cualquier ratio -n¨²mero de empleados o volumen medio de ventas por sociedad o establecimiento, entre otros-, que la industria alimentaria espa?ola se encuentra todav¨ªa muy lejos de los est¨¢ndares europeos, pese al acelerado proceso de concentraci¨®n que ha tenido lugar durante los ¨²ltimos a?os, que previsibiemente continuar¨¢ en el futuro.
Menor importancia suele prestarse a la segunda debilidad: la exiguia dimensi¨®n de nuestras empresas punteras comparada con las europeas.
Esas son las cifras de negocios que circulan en Europa y en el mundo, y constituyen una referencia necesaria para el adecuado redimensionamiento del subsistema industrial alimentario en Espa?a. No se trata de que todas las empresas alcancen vol¨²menes semejantes, pero la salud y el futuro de un sector exige tener unidades productivas de todos los tama?os, y no s¨®lo de dimensi¨®n media y baja, como es nuestro caso. Esta necesidad se acent¨²a con vistas a 1992, fecha de constituci¨®n del mercado ¨²nico europeo.
Una dificultad adicional para lograr haza?as en este ¨¢mbito lo constituye el creciente dominio de las empresas punteras de la industria por parte del capital extranjero. De las 10 primeras sociedades que actuaban en Espa?a en 1987 s¨®lo cuatro tienen mayor¨ªa de capital aut¨®ctono, y de ellas dos son empresas p¨²blicas: Endiasa, hoy pr¨¢cticamente absorbida por Tabacalera y Merco, y Guissona, una cooperativa de productores agrarios.
Las empresas alimentarias extranjeras que adquieren una posici¨®n dominante, por diversas v¨ªas, sobre sociedades espa?olas -conviene recordar, para evitar xenofobias gratuitas, que la inversi¨®n exterior es un factor decisivo, y deseable, en la modernizaci¨®n del aparato productivotienen como objetivo preferente, salvo excepciones, la explotaci¨®n del mercado interior. La consolidaci¨®n, a partir de las materias primas aut¨¢ctonas, de plataformas de exportaci¨®n de mercanc¨ªas o de capitales tiene para aqu¨¦llas un inter¨¦s muy inferior.
El comportamiento de los grupos alimentarios espa?oles controlados por sociedades for¨¢neas no especializadas en la producci¨®n de perecederos, fundamentalmente holdings financieros, puede ser diferente, y no cabe despreciar la posibilidad de que accedan a convertir a emp resas espa?olas en punta de lanza de su proyecci¨®n exterior en este campo, adem¨¢s de aprovechar el mercado interno. A pesar de ello, no es posible imaginar, en una hip¨®tesis realista, que pueda edificarse la gran industria alimentaria espa?ola s¨®lo sobre iniciativas de este tipo.
La conclusi¨®n de lo anterior parece obvia: hemos de descender hasta vol¨²menes de ventas en torno a 60.000 millones de pesetas -menos del 10% de la cifra de negocios de la primera empresa francesa de alimentaci¨®n y poco m¨¢s del 2% de la cifra de Unilever- para empezar a encontrar un tejido empresarial no dependiente de centros de decisi¨®n allende nuestras fronteras en el cual asentar el desarrollo de un n¨²mero significativo de empresas con masa cr¨ªtica de ventas -pongamos por encima de 150.000 millones de pesetas- suficiente para competir en Europa y el resto del mundo.
La satisfacci¨®n de este ¨²ltimo objetivo, de car¨¢cter t¨¢ctico, resulta indispensable si se asume el objetivo estrat¨¦gico de consolidar el sistema alimentario como uno de los factores decisivos del desarrollo econ¨¢n?co de Espa?a.
Balanza comercial
Conviene aqu¨ª deshacer un equ¨ªvoco. Ante los buenos resultados que viene ofreciendo durante los ¨²ltimos a?os la balanza comercial agroalimentaria se suele afirmar que ello es debido sobre todo a la exportaci¨®n de productos sin transformaci¨®n industrial, sugiriendo impl¨ªcitamente que la venta exterior de productos transformados se encuentra estancada o en crisis. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Al margen de la irrelevancia econ¨®mica y en ocasiones t¨¦cnica que supone el distinguir en un sistema productivo tan integrado como el alimentario entre materias primas y transformados, el comportamiento global de las exportaciones de ambos tipos de productos ha sido igualmente positivo durante el ¨²ltimo septenio, con ventaja para los segundos: tasas medias anuales acumulativas del 14,8% en pesetas corrientes de los no elaborados, frente al 15,9% de los transformados. Estos ¨²ltimos han supuesto el 51,2% del total de exportaciones en 1988.
Es evidente la importancia del crecimiento de la exportaci¨®n de productos transformados, pero de ello no debe inferirse que sea ese el ¨²nico indicador de la potencia y desarrollo del sistema alimentario de un pa¨ªs. Peter Drucker, gran experto norteamericano del management, recordaba en una reciente entrevista que EE UU, primera potencia afimentaria mundial, ha seguido una estrategia de desarrollo basada en la exportaci¨®n de materias primas agrarias -no de transformados- y de inversiones de la industria en el exterior.
La constituci¨®n de un n¨²cleo de empresas de capital predominantemente espa?ol y dimensi¨®n financiera y comercial suficientes que sea capaz de afrontar la competencia interior y exterior de los grandes conglomerados econ¨®micos transnacionales es una necesidad prioritaria y urgente.
Entre los principales instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica utilizables para dar satisfacci¨®n a ese objetivo figura la empresa p¨²blica. La importancia de las sociedades con participaci¨®n mayoritaria del Estado en el conjunto del sistema alimentario, el margen de maniobra que permite su independencia y el alto nivel de calidad de gesti¨®n alcanzado hace que se constituyan en una de las plataformas id¨®neas para vertebrar, sin ning¨²n af¨¢n de exclusividad o hegemon¨ªa, con participaci¨®n de la iniciativa privada, un tejido empresarial espa?ol de dimensi¨®n adecuada para competir en Europa y el mundo.
Las decisiones a adoptar a este respecto no pueden dejarse al albur de los distintos gestores. Deben tomarse desde la ¨®ptica y la conciencia de grupo p¨²blico, con independencia de quien sea el tenedor formal de acciones, y obedeciendo a un plan de conjunto previamente dise?ado que empiece por identificar las l¨ªneas maestras de actuaci¨®n. S¨®lo as¨ª la potencialidad reformista del grupo p¨²blico alimentario alcanzar¨¢ su m¨¢xima incidencia, satisfaciendo las expectativas creadas.
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