Filipinas a?o cuatro
La democracia ha aportado algunos logros y muchas frustraciones
"Cory Aquino est¨¢ encerrada en su oficina de Malaca?ang, rodeada de un equipo donde empiezan a surgir algunos de los signos que contribuyeron a la decadencia de Marcos, como la corrupci¨®n", dice un alto funcionario del Gobierno que no ha perdido el esp¨ªritu cr¨ªtico de los d¨ªas en que se manifestaba frente a las tanquetas y los fusiles contra la dictadura de Ferdinand Marcos.A los tres a?os de vida de la Administraci¨®n de la presidenta Aquino -que ha superado cinco intentos golpistas protagonizados por militares disidentes-, la popularidad de la carism¨¢tica Cory sigue siendo alta, aunque decrece entre las capas populares, el 70% de una poblaci¨®n de 60 millones de habitantes que contin¨²a viviendo por debajo del ¨ªndice de pobreza, situado en unas 15.000 pesetas mensuales para una familia de cuatro personas.
Sin embargo, los logros son patentes, sobre todo en el sector econ¨®mico y en el ¨¢rea urbana de Manila, con nuevos edificios en construcci¨®n en el barrio de negocios de Makati o con un ligero aumento de turistas, principalmente japoneses, deseosos de sol y precios baratos.
Resistencia familiar
La econom¨ªa crece a un ritmo anual del 6%, en contraste con los a?os de decrecimiento en la antesala ya de la ca¨ªda de Marcos. Pero los salarios contin¨²an siendo muy bajos, del orden de las 10.000 pesetas de promedio para quienes pueden encontrar un empleo. Las propuestas e una reforma agraria son muy dif¨ªciles de aplicar ante la resistencia de los grandes terratenientes, incluidos los familiares de Cory Aquino, propietarios de una gran hacienda azucarera.
En un pa¨ªs donde nacen cada d¨ªa 5.000 ni?os habr¨ªa que crear anualmente 750.000 puestos de trabajo y mantener un alto ritmo de crecimiento econ¨®mico. Cualquier intento de planificaci¨®n demogr¨¢fica choca con la oposici¨®n de la Iglesia cat¨®lica, superconservadora en este cap¨ªtulo, en un pa¨ªs con previsiones de superar los 80 millones de habitantes en el a?o 2000.
Filipinas deber¨¢ importar alimentos a partir del pr¨®ximo a?o, lo que induce a la senadora Leticia Ramos Shahani, del partido en el poder, el Laban, a preguntarse c¨®mo detener el flujo de adeptos a la guerrilla comunista si no se termina antes con el elevado ¨ªndice de pobreza.
Los ¨¦xitos militares en la lucha contra la guerrilla comunista Nuevo Ej¨¦rcito Popular (NEP), o de los separatistas isl¨¢micos del Frente de Liberaci¨®n Moro, activos en las islas del Sur y en Mindanao, ser¨¢n siempre triunfos parciales si la Administraci¨®n de Aquino no logra activar un desarrollo econ¨®mico-social, que aparece hipotecado por la ineficacia de la reforma agraria y el disparo demogr¨¢fico.
"Hemos conseguido desplazar la influencia del NEP en centenares de barangays", dijo recientemente el ex general Fidel Ramos, ministro de Defensa y uno de los art¨ªfices de la revuelta militar contra Marcos en febrero de 1986. Sin embargo, las declaraciones de Ramos contrastan con el temor oficial de que en las pr¨®ximas elecciones de barrios y municipios, o de barangays, previstas para finales de marzo, sean los cindidatos simpatizantes del NEP los que logren mayores avances.
En las provincias, el milagro econ¨®mico no es tan patente como en Manila, y en esos lugares la influencia comunista es importante, como lo demuestra el hecho de que los l¨ªderes de la guerrilla impongan impuestos revolucionarios incluso a futuros inversores extranjeros.
Esto es lo que ocurre ahora con un programa de inversi¨®n agr¨ªcola japonesa en la isla de Bohol.
La guerrilla comunista, que moviliza a unos 23.000 hombres armados, seg¨²n datos del Ej¨¦rcito, cuenta, al parecer, con una amplia red de simpatizantes en el seno de la Administraci¨®n p¨²blica, la Prensa y las universidades.
Para estimular el desarrollo econ¨®mico, Cory Aquino debe batirse en dos frentes al comenzar su cuarto a?o en el poder: primero, conseguir apoyo financiero internacional, y segundo, limitar los efectos de la corrupci¨®n entre los funcionarios p¨²blicos y su c¨ªrculo de amistades, una pr¨¢ctica fuertemente implantada entre los filipinos, desde la ¨¦poca de Marcos y que pervive bajo el gobierno de Aquino.
'Miniplan Marshall''
Para ayudar a la nueva democracia filipina, Estados Unidos lanz¨® la idea de un miniplan Marshall, dotado con 10.000 millones de d¨®lares, en el que participar¨ªan tambi¨¦n Jap¨®n, la Comunidad Europea, Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda. El plan a¨²n en v¨ªas de gestaci¨®n est¨¢ relativamente supeditado, aunque no se reconozca oficialmente, a la reestructuraci¨®n de la deuda exterior filipina, unos 30.000 millones de d¨®lares y al estricto control de los programas derivados de la lluvia de d¨®lares que supone un "miniplan Marshall", as¨ª bautizado en recuerdo de la operaci¨®n montada por EE UU en la reconstrucci¨®n europea al t¨¦rmino de la II Guerra Mundial.
Washington tambi¨¦n ser¨ªa sensible a vincular la ayuda financiera a Manila en ftinci¨®n de la reconducci¨®n del acuerdo sobre las bases militares estadounidenses en Filipinas -las m¨¢s importantes fuera del territorio nacional norteamericano-, que expira en septiembre de 1991.
La izquierda filipina se opone a su renovaci¨®n, mientras el Gobierno parece dispuesto a utilizarla como moneda de cambio para conseguir el m¨¢ximo de ayuda econ¨®mica por parte norteamericana.
Ra¨²l Manglapus, ministro de Asuntos Exteriores, no excluye la posibilidad de una retirada de las bases norteanericanas, sobre todo si prospera la iniciativa sovi¨¦tica de cancelar su presencia militar en sus bases navales instaladas en Vietnam.
Las relaciones entre Manila y Washington marcan la pol¨ªtica exterior filipina no s¨®lo en el pol¨¦mico cap¨ªtulo de las bases, sino tambi¨¦n en la actitud que mantenga el presidente de EE UU, George Bush, en relaci¨®n a los inquilinos especiales que tiene en la isla estadounidense de Hawai desde la ma?ana del 26 de febrero de 1986: el ex presidente Ferdinand Marcos y su esposa, Imelda.
El ex dictador, hospitalizado en Honolul¨² (Hawai), bajo cuidados intensivos desde el pasado 3 de febrero, ha expresado su deseo de regresar a Filipinas por medio del vicepresidente Salvador Doy Laurel, el pol¨ªtico que ayud¨® al triunfo electoral de Cory Aquino, pero que actualmente milita en las filas de la oposici¨®n.
Cory Aquino se niega totalmente a aceptar una vuelta del dictador, sobre todo por temor a una reactivaci¨®n de los grupos de partidarios del antiguo r¨¦gimen con el retorno al pa¨ªs no s¨®lo al enfermizo Marcos, sino adem¨¢s, a su ambiciosa esposa, Imelda.
Sin embargo, en el embrollo filipino, hay rumores de que existe una negociaci¨®n secreta entre Marcos y la Administraci¨®n de Aquino en torno a la posibilidad de que el Gobierno democr¨¢tico pueda recuperar parte de la fortuna evadida fraudulentamente por los Marcos del pa¨ªs, calculada en unos 10.000 millones de d¨®lares, a cambio de aceptar su regreso.
Un segundo mandato
"Cory Aquino ha empezado las reformas, y posiblemente necesitar¨¢ un segundo mandato para acabarlas", continu¨® el alto funcionario del Gobierno al trazar un panorama pol¨ªtico que vislumbra una nueva candidatura de Aquino para la elecci¨®n presidencial de 1992.
Entre tanto, en el tercer aniversario del triunfo del people power, el mejor ¨¦xito de la viuda del senador Benigno Aquino -asesinado por militares de Marcos en 1983 cuando regresaba a Manila- es el de haber estabilizado parcialmente el pa¨ªs, aunque persisten los problemas con la guerrilla, la corrupci¨®n rampante y el desencanto de muchos de los ciudadanos.
Esos mismos ciudadadnos que lucharon por el people power, en cuya memoria se erigir¨¢ una monumental estatua de una Virgen de la Paz, de 12 metros de altura y unas 30 toneladas de peso, en la confluencia de lasavenidas de Epifanio de los Santos y de Ortigas, donde se alzaron las barricadas populares contra los militares de Marcos que el 23 de febrero de 1986 intentaban atacar el cuartel de Campo Aguinaldo, donde estaban los j¨®venes militares reformistas que, al mando del ex ministro de Defensa de Marcos Juan Ponce Enrile y. del general Fidel Ramos, apuntillaron a la dictadura de Marcos y facilitaron el acceso al poder de Cory Aquino y un nuevo equipo gubernamental que no ha logrado alcanzar los objetivos marcados por la revuelta popular anti-Marcos.
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