Pamella Bordes
Un ejercicio publicitario en el planeta pol¨ªtico brit¨¢nico
Pamella Bordes, miss India en 1982 y hoy estrella del planeta pol¨ªtico social brit¨¢nico, sigue en paradero desconocido. Desde que hace d¨ªas se revelaran las remuneradoras andanzas nocturnas de esta antigua frecuentadora de la C¨¢mara de los Comunes, tirios y troyanos no saben qu¨¦ hacer para desenredarse de la peligrosa relaci¨®n en la que les meti¨® de hoz y coz su lujuria o su deseo de aparentar. Pocos creen el comentario que se le atribuye de que si ella hablase caer¨ªa el Gobierno, y m¨¢s extendida est¨¢ la impresi¨®n de que es un ejercicio publicitario de quien tras conseguir la fama ahora persigue el dinero.
Del nebuloso mundo que Pamella ha construido en torno suyo hay pocas cosas que se sepan con certeza, fuera de su contrastada ambici¨®n de emplear su c¨¢lida y sensual belleza para ascender por la escala social de Nueva York, Par¨ªs o Londres. Hija, al parecer, de un militar indio -y no de padre espa?ol, como se dijo en un principio-, Pamella Singh naci¨® hace 27 a?os en el Estado de Haryrana. La perspectiva de quedarse para siempre en el ambiente de la clase media india aterrorizaba a esta tempestuosa mujer, quien decidi¨® valerse de su hermosura para escapar hacia el gran mundo del dinero y el poder. El t¨ªtulo de Miss India, logrado a los 19 a?os, catapult¨® a Pamella hacia Occidente, donde pronto fue una habitual en los saraos de la jet set internacional.Tras su corto matrimonio con un hombre de negocios franc¨¦s del que a¨²n le queda el apellido, Pamella recal¨® en Londres, capital en la que la alianza de su cuerpo y su determinaci¨®n de medrar le report¨® interesantes compa?¨ªas, algunas, presuntamente, previo pago de 500 libras (unas 100.000 pesetas) por noche o 2.000 libras por un fin de semana de jij¨ª-jaj¨¢. Dos directores de reputados y rivales peri¨®dicos, Andrew Neil, del Sunday Times, y Donald Trelford, del Observer, est¨¢n en la lista de quienes la conocieron, y ambos andan en p¨²blica gre?a por ello, para deleite de sus rivales.
La Prensa sensacionalista hace todo lo posible por mantener la historia en candelero, y lo ¨²ltimo que ha descubierto en el rastro dejado por Pamella es una conexi¨®n libia, algo m¨¢s que suficiente para hacer sonar la alarma entre la clase pol¨ªtica de las islas, muy sensible a todo lo que suene a Gaddafi. Pamella, seg¨²n este oportuno hallazgo, acompa?¨® en varias ocasiones a Ahmed Gaddaf Al Daim, primo del l¨ªder libio y peligroso agente y terrorista. Qu¨¦ secretos pueda conocer Gaddafi del establishment brit¨¢nico es un enigma, aunque pocos creen que la cosa vaya m¨¢s all¨¢ de los planes que el subsecretario para el Deporte, Colin Moynihan, otro acompa?ante ocasional de Pamella, tenga sobre las tarjetas obligatorias para acceder a los campos de f¨²tbol.
La Prensa amarilla ha levantado la liebre de que hay un ministro, hasta ahora oculto, que tiene motivos para lamentarse de haber conocido a Pamella. Esta "mezcla de sexo, seguridad, mojigater¨ªa y estupidez esenciales para todo gran esc¨¢ndalo brit¨¢nico" a que se refer¨ªa un peri¨®dico va a seguir dando que hablar. Pamella ha pedido 100 millones de pesetas por sus revelaciones, dinero de bolsillo para los tabloides.
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