Sombras gibraltare?as

LA RECOMPENSA otorgada por el Ministerio del Interior a los 22 polic¨ªas espa?oles que siguieron las peripecias en territorio espa?ol del comando del IRA cuyos integrantes fueron muertos por fuerzas especiales en Gibraltar constituye el reconocimiento expl¨ªcito, un a?o despu¨¦s, de que su actuaci¨®n fue correcta. Algo que fue puesto en duda entonces por los agentes brit¨¢nicos que abatieron a los terroristas y que les sirvi¨® de coartada ante la justicia gibraltare?a para conseguir su exculpaci¨®n penal.Con toda seguridad la decisi¨®n espa?ola no va a tener ning¨²n efecto sobre un episodio respecto del cual ya existe un pronunciamiento judicial. Ello no quita, sin embargo, para que constituya un ment¨ªs radical de la versi¨®n oficial brit¨¢nica y cuestione seriamente el fundamento del fallo exculpatorio emitido por el jurado de Gibraltar. Pero no solamente quedan malparados los responsables de la polic¨ªa brit¨¢nica. Tambi¨¦n los del Ministerio del Interior quedan en entredicho con su tard¨ªo reconocimiento del correcto proceder de la polic¨ªa espa?ola.

Si ¨¦sta localiz¨® y sigui¨® en todo momento a los terrori¨¢tas del IRA e inform¨® convenientemente de ello a los agentes brit¨¢nicos, ?por qu¨¦ los responsables policiales espa?oles admitieron que ¨¦stos montaran una versi¨®n basada en el supuesto de la deficiente colaboraci¨®n espa?ola? La exculpaci¨®wde los agentes brit¨¢nicos se bas¨® fundamentalmente en dos puntos: que la presencia de los terroristas pill¨® de sorpresa a los agentes brit¨¢nicos y que ¨¦stos pensaron en todo momento que estaban armados. Ambas circunstancias habr¨ªan justificado, seg¨²n el juez gibraltare?o que enterr¨® el caso, la desproporcionada reacci¨®n de las fuerzas especiales ante los desarmados activistas. Pero, seg¨²n se?ala ahora la polic¨ªa espa?ola, ambas afirmaciones eran falsas: las autoridades de nuestro pa¨ªs hab¨ªan informado a las brit¨¢nicas del paso de los terroristas a Gibraltar y de que ¨¦stos iban desarmados. El silencio de entonces alimenta con raz¨®n la sospecha de una grave complicidad entre ambas polic¨ªas con el reprobable prop¨®sito de confundir al jurado.

Al final todo este oscuro episodio pone en evidencia las fallas y contradicciones de la colaboraci¨®n contra el terrorismo cuando se la reduce a la exclusiva dimensi¨®n policial. En el caso de Gibraltar no s¨®lo ha sido posible articular testimonios policiales no suficientemente contrastados ante la justicia, sino que ha hurtado a su conocimiento aquellos otros que pod¨ªan cuestionar el fundamento de los anteriores. Aprovechando que el acto protocolario de entrega de unos premios ha permitido conocer oficialmente la versi¨®n espa?ola de los hechos, nuestras autoridades podr¨ªan haber explicado igualmente las razones por las que el Ministerio del Interior no permiti¨® que los agentes espa?oles declarasen ante el jurado que se pronunci¨® sobre los hechos en Gibraltar. Los polic¨ªas brit¨¢nicos han salido con bien de la investigaci¨®n judicial, pero las dudas sobre la legalidad de su actuaci¨®n no hacen sino aumentar, lo que puede da?ar seriamente los fundamentos morales de la lucha internacional contra el terrorismo.