Noticias del cuarto poder
No s¨¦ si es cierto siempre que -como se cita hasta la saciedad- todo poder corrompe, pero no me cabe la menor duda de que todo poder distorsiona la visi¨®n de la realidad por parte de quien lo ostenta, y tambi¨¦n que el deslizamiento paulatino desde la distorsi¨®n hasta el territorio en que se confunde la realidad con el deseo es una traslaci¨®n casi obligada en cuanto el pie que ha de apoyar en tierra pisa zona de poder.Que un periodista hinque el diente a una noticia no es noticia; pero que una noticia muerda a un periodista s¨ª lo es. De unos meses ac¨¢, el mundo del periodismo est¨¢ siendo mordido por algunos acontecimientos que, sin ser m¨¢s espectaculares que otros producidos anteriormente, fundamentan su espectacularidad en la forma en que han sacado a la luz demonios que, si nunca han dejado de existir, se encontraban al parecer guardados en el cuarto de atr¨¢s.
Si la memoria no me falla, hasta 1975 la Prensa de este pa¨ªs era, con alguna excepci¨®n, una verdadera calamidad. Aqu¨ª no se pod¨ªa decir m¨¢s que lo que te dejaban decir y, en consecuencia, y tambi¨¦n con las excepciones de rigor, tampoco hab¨ªa muchos periodistas de calidad y, sobre todo, eran muy escasos los que pose¨ªan pensamiento, esto es: el resultado din¨¢mico y en progreso de una formaci¨®n contrastada y una opini¨®n meditada. Pero he aqu¨ª que, al igual que sucedi¨® con el Partido Socialista Obrero Espa?ol, de la noche a la ma?ana empezaron a aparecer tanto periodistas como socialistas por todas las esquinas y, aparentemente, unos y otros con mucha formaci¨®n. As¨ª que todos llegamos a la conclusi¨®n de que se hab¨ªa vuelto a producir una variante del milagro de los panes y los peces.
Los periodistas se tomaron con tal ah¨ªnco el asunto de la defensa de las libertades que hasta retransmitieron un golpe de Estado; incluso hubo un peri¨®dico que tuvo las convicciones lo suficientemente bien puestas como para salir a la calle en pleno golpe con un "?Viva la Constituci¨®n!" en portada.
Todo esto la gente lo agradeci¨® de verdad, y la profesi¨®n period¨ªstica, que ah¨ª se bati¨® el cobre, cobr¨® una estima por s¨ª misma que, con toda seguridad, le debi¨® compensar en parte de los sofocos pasados bajo la dictadura franquista, cuando hab¨ªa que leer m¨¢s y viajar menos.
Hay una obra de Miguel Hern¨¢ndez que tiene por t¨ªtulo nada menos que ¨¦ste: Qui¨¦n te ha visto y qui¨¦n te ve y sombra de lo que eras. ?Puede ser que muchos de aquellos periodistas hayan sido mordidos hoy por las noticias del mismo modo que los socialistas han sido manteados -que no apeados, porque la gente no es tonta- por el paisanaje nacional? Yo creo que aquellos que tienen pensamiento tambi¨¦n han hecho uso del cuarto poder, pero eso son gajes del oficio. Por el contrario, prefiero suponer que quienes han abusado de ¨¦l han sido una buena colecci¨®n de oportunistas, a los que se reconoce f¨¢cilmente por su constante reivindicaci¨®n de ser los representantes de los valores democr¨¢ticos -algo me dice que preferir¨ªan ser guardianes- y de la libertad de expresi¨®n, y a los que su inenmascarable actitud ante las noticias provenientes del coraz¨®n de la banca o de cierta actualidad pol¨ªtica han puesto especialmente en evidencia.
En mi adolescencia recuerdo haber le¨ªdo un tebeo que llevaba por t¨ªtulo El vengador justiciero. Luego me ha seguido fascinando esta figura, pero no en el tebeo, sino en la vida real. El vengador justiciero es, por ejemplo, aquella persona que, disponiendo de una tribuna p¨²blica, se comporta con otras figuras p¨²blicas como Jesucristo con los mercaderes y fariseos en su ¨¦poca; s¨®lo un leve matiz les diferencia: que los de hoy no son hijos de Dios, sino de sus propias limitaciones. Las reacciones hist¨¦ricas ante ciertas declaraciones en que se bromeaba sobre el papel de la Prensa o las opiniones de ra¨ªz igualmente hist¨¦rica, o interesada, o protagonizadora, ante las conversaciones de Argel -algunas de infrecuente irresponsabilidad, sobre todo en un asunto bajo secreto, denominaci¨®n ¨¦sta que suele tambi¨¦n histerizar a esta clase de periodistas-, son harto representativas de su debilidad y de su inconsistencia. Pero el vengador justiciero no admite componendas, no se vende a nada ni a nadie, prosigue infatigable y solitario su tit¨¢nica lucha, no callar¨¢ mientras aliente un soplo de vida... es decir, es ese pelmazo que todos acabamos apartando de nuestras vidas y lecturas con alivio, mientras ¨¦l, aturullado por las contradicciones en que incurre constantemente, embestir¨¢ un d¨ªa a su sombra sin darse cuenta.
Mientras tanto, y como de esos polvos vienen estos Iodos y Espa?a es todav¨ªa un pa¨ªs mim¨¦tico por aquello de tener bien interiorizado a¨²n el "?Que inventen ellos!", pasamos del qui¨¦n te ve al sombra de lo que eras con esos champi?ones de las ondas que son las populares tertulias. No es extra?o que ¨¦stas hayan recogido el tono donde lo han dejado los vengadores justicieros, pero el resultado final de esta continua depreciaci¨®n de la opini¨®n en el periodismo son esas charlas en las que se ha ido pasando de lo que deber¨ªan ser (difusi¨®n de opini¨®n bien formada) a lo que, en general, son: un lugar para largar; lo que en este pa¨ªs se lla¨ªna pura y simplemente largar. Por m¨¢s que haya excepciones.
Las tertulias han acabado siendo -a lo mejor no pod¨ªan ser otra cosa- la totemizaci¨®n de las barras de los bares naclonales. Al menos esa es mi opini¨®n. Todo espa?ol que, al calor de un vino, entra en cualquier tema -sea pol¨ªtico, financiero, ecol¨®gico, termonuclear, demogr¨¢fico, meteorol¨®gico, deportivo, m¨¦dico, en fin, lo que le echen- con el desparpajo de nuestra sabrosa animaci¨®n latina, ha sido totemizado por las ondas gracias a otros espa?oles que, reunidos en tertulia, les imitan a la perfecci¨®n. Y, claro, ?a qui¨¦n no le gusta ver que lo que hasta ahora consideraba ideas s¨®lo expresables a la pata la llana entre amigotes es legitimado y entronizado! Ah¨ª es nada convertir a todos los espa?oles en l¨²cidos analistas de la realidad nacional, internacional e incluso c¨®smica.
Todo cuanto sea comunicar y exponer es saludable porque en Espa?a ha sido como alimentar al hambriento, pero, satisfecha el hambre, las necesidades son otras y tienen que ver con la paulatina exigencia de calidad. Desgraciadamente, la calidad es selectiva, pero no es menos cierto que su ausencia ser¨ªa explosiva. Creo que hemos cumplido el primer rol de abrir puertas, ventanas, p¨¢ginas y micr¨®fonos. Todo ello ha creado un ambiente nuevo y tambi¨¦n excrecencias lamentables, como el peric, lismo de pasi¨®n y banca (Copyraight Maruja Torres, 1989); o los vengadores justicieros; o las tertulias, en su mayor parte innecesarias. S¨¦ que, muy posiblemente, estoy cayendo en los errores inevitables de la generalizaci¨®n, pero tambi¨¦n creo que todo cuanto relato est¨¢ sucediendo. Hora es ya de separar el grano de la paja. No ser¨ªa malo que el cuarto poder se mirase al espejo antes de que tenga que acabar mir¨¢ndose en los espejos deformantes de una verbena de barrio.
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