Un discurso europeo
EL NOTABLE ejercicio de europe¨ªsmo realizado el pasado mi¨¦rcoles por Felipe Gonz¨¢lez ante el Parlamento de Estrasburgo puso de relieve, sin embargo, las glorias y miserias de presidir una comunidad que, a la vez que pugna por la uni¨®n acelerada, tasca el freno de la realidad cotidiana. Es cierto que la CE, con su aspiraci¨®n de llegar a una Europa unida, es un catalizador de la historia, pero no pueden ped¨ªrsele milagros.La presidencia comunitaria que el jefe del Gobierno espa?ol est¨¢ ejerciendo en este semestre se lo viene demostrando d¨ªa a d¨ªa. En su discurso al Parlamento Europeo resumi¨® la ansiedad de los europe¨ªstas al decir que "la Europa con rostro humano, competitiva y a la vez solidaria, acaso exija una reforma institucional". Una nueva reforma, otra Acta ¨²nica, que acelere los tiempos hist¨®ricos.
Pero las necesidades no son s¨®lo institucionales. La Europa que camina hacia el mercado ¨²nico de 1992 es una comunidad cargada de leg¨ªtimos intereses nacionales cuya armonizaci¨®n no es sencilla. Para ello se requiere generosidad, visi¨®n y el paso del tiempo.
El primer ministro espa?ol quiere que el Consejo de Madrid, a finales de junio, sea, dentro de los l¨ªmites del pragmatismo, el primer jal¨®n del gran debate sobre el futuro de Europa. En ese sentido, las decisiones capitales no giran en tomo a cuestiones tales como la supresi¨®n de fronteras o la participaci¨®n de cualquier residente en las elecciones municipales. Estos buenos proyectos, que coadyuvar¨¢n a hacer de la CE una agradable zona peatonal, resultan relativamente f¨¢ciles de llevar a la pr¨¢ctica.
Los problemas se plantean en temas de mayor profundidad y complejidad: en la armonizaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales -esencial a la hora de permitir que todos los europeos trabajen, vendan y compren con las mismas oportunidades en toda la CE- y en la Construcci¨®n de un espacio financiero ¨²nico. Posiblemente el ejercicio de mayor pragmatismo de Gonz¨¢lez anteayer fue su admisi¨®n de que la construcci¨®n del Sistema Monetario Europeo (SME) ser¨¢ lenta. As¨ª lo confirmar¨¢ el informe Delors: es imposible tener de golpe un banco central europeo, una moneda ¨²nica y una pol¨ªtica monetaria centralizada si previamente no se armonizan los mecanismos del mercado financiero y se disciplinan las tentaciones de las autoridades monetarias nacionales de acudir a sus propios resortes para defenderse de la competencia de los dem¨¢s. El ejemplo del Bundesbank alem¨¢n es claro.
Pero, sobre todo, no es posible concebir la puesta en marcha del SME si faltan en ¨¦l monedas como la peseta. Y en la decisi¨®n del Gobierno de luchar prioritariamente contra la inflaci¨®n se incluye la voluntad de mantener a nuestra moneda fuera de un sistema al que tendr¨ªa que acceder. con una paridad muy alta.
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