S¨®lo les falt¨® un torero
JOAQUIN VIDAL, ENVIADO ESPECIAL, Los toros de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez (los famosos Guardiola) ten¨ªan de todo, desde trap¨ªo hasta bravura, y para lucir completo lo que levaban dentro, s¨®lo les falt¨® que hubiera en la plaza un torero. El detalle es fundamental porque, sin torero, dif¨ªcilmente puede un toro dar la medida cabal de su codicia y de su nobleza Muchos de ellos dieron la medida de su codicia y su nobleza, sin embargo, y hasta pudieron hacer gala de su bravura en el tercio de varas, lo que a¨²n es m¨¢s problem¨¢tico, sin toreros. Lo toreros de ayer no se sent¨ªan to reros. Los dos que lidiaron la corrida no se sent¨ªan toreros. La lidiaron mano a mano, pues El Soro, inocente de todas estasacusaciones, se vio perseguido a velocidad vertiginosa por el segundo toro, hubo de saltar la barrera y se lesion¨® al caer, por lo que le llevaron a la enfermer¨ªa de donde no volvi¨® a salir.
Dom¨ªnguez / Campuzano, Soro, Oliva
Toros de Mar¨ªa Luisa Dominguez P¨¦rez de Vargas, con trap¨ªo y seriedad, lustrosos, encastados, varios de ellos bravos, y nobles. Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada corta tendida (silencio); pinchazo hondo y descabello (aplausos y saludos); media trasera (silencio). El Soro: lesionado al saltar la barrera en el tercio de banderillas. Sufre rotura de ligamentos y esguince en un tobillo, de pron¨®stico reservado. Emilio Oliva: pinchazo y estocada delantera (algunas palmas); pinchazo, estocada trasera ca¨ªda -aviso con retraso- y siete descabellos (ovaci¨®n y salida a los medios); pinchazo bajo, estocada corta atravesada, dos pinchazos -aviso- y estocada (silencio). Plaza de la Maestranza, 17 de abril. 1411 y ¨²ltima corrida de feria.
Campuzano se emple¨® en la lidia; con poco garbo, pero algo es. Emilio Oliva, en cambio, apenas se emple¨® nada, permanec¨ªa de espectador en el tercio, mientras Pedro Santiponce le bregaba los toros. All¨¢ se le daba a Emilio Oliva que el p¨²blico pidiese ver c¨®mo se arrancaban de largo esos toros para la prueba del caballo, que en la plaza hubiera un denso ambiente de tauromaquia verdaderamente vivida. A lo largo de toda la feria nunca hubotanta torer¨ªa, tan palpable, en la Maestranza, y result¨® que esa torer¨ªa estaba s¨®lo en el tendido.
Los toros ser¨ªan una hermosura de trap¨ªo, estar¨ªan encastados, sacar¨ªan bravura, pero los toreros s¨®lo estaban interesados en pegarles pases desde lejanas distancias. Ni por casualidad eran capaces de ensayar los pases embarcando con la muleta plana, y a¨²n menos de ligarlos.
Emilio Oliva llevaba cerca de seis minutos d¨¢ndole pases sin sentido al quinto de la tarde, cuando se enter¨® de que era absolutamente pastue?o; como si acabara de caerse de un guindo. Y ensay¨® entonces a torearle seg¨²n mandan los c¨¢nones. Para empezar, sin salir corriendo. Lig¨® una tanda de naturales que provoc¨® clamores en la Maestranza, m¨²sica, alegr¨ªa, y eso fue pr¨¢cticamente todo pues en la siguiente tanda se dej¨® enganchar la muleta y despu¨¦s ya fue perdiendo recorrido el bravo animal.El tercero fue otro toro boyante que se dej¨® ir por las mismas dudas y los mismos alivios, y con el sexto, no tan lucido aunque tambi¨¦n claro, tampoco se entendi¨®. Emilio Oliva tir¨® ayer, en la ¨²ltima corida de la feria sevillana, no s¨®lo un mal borr¨®n a su corta carrera, sino al mism¨ªsimo arte de torear. A Emilio Oliva se le vi¨® sin sitio, sin ganas y sin afici¨®n. Lo tiene crudo Emilio Oliva, por este mal sendero.
La veteran¨ªa es un grado y de ella se sirvi¨® Jos¨¦ Antonio Campuzano para resolver con oficio una actuaci¨®n que pudo ser triunfal y se content¨® con que no pasara de discreta. Al toro m¨¢s complicado de la corrida, el segundo -que era incierto- le prob¨® y consinti¨® cuanto pod¨ªa dictar la raz¨®n, en tanto a los restantes de su lote les hizo lo que Oliva: dar un pase, irse a otro terreno, empezar otra vez, y as¨ª ambas faenas, que adem¨¢s ejecut¨® largu¨ªsimas. Quiz¨¢ el mismo era consciente de que los Guardiola se le iban sin torear.
Cuando la plaza estaba pendiente de la bravura del sexto.en el tercio de varas, Campuzano coloc¨® al toro largo. Es verdad que coloc¨® al toro de largo. Pero con tal soser¨ªa, que tambi¨¦n hizo poner en duda su afici¨®n. Porque a un torero que sienta en el alma su profesi¨®n, la casta del toro de lidiano le puede dejar indiferente, y si el p¨²blico vibra, ¨¦l ha de vibrar mucho m¨¢s.
Los Guardiola -que se anuncian a nombre de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez- eran toros para toreros aut¨¦nticos y para aficionados de verdad. Unos ejemplares serios, lustrosos, con un pelaje brillante que parec¨ªa se lo acababan de cepillar en chiqueros; encastados, nobles, bravos tambi¨¦n. Llega a haber un torero en la plaza, y esa es una corrida para los anales de la Maestranza.
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