No protestes, "be happy"
Los cubos de la basura andan rodando por las cunetas, los autobuses de la municipal pasan de siglo en siglo, los autom¨®viles contienen la respiraci¨®n de su ingenier¨ªa extranjera mientras esperan continuar la marcha, se respira colapso en una ciudad cuya ¨²ltima estaci¨®n es el cielo -seg¨²n reza el eslogan-. Es verdad que de Madrid se va al cielo, pero s¨®lo es verdad porque despu¨¦s del infierno no se puede ir a otro sitio, o porque cuando se sale del infierno cualquier sitio parece el cielo. Todo ello sin contar la. Goma 2 del ferrocarril o los aviones con desperfectos que, no obstante, hacen su viaje a miles de pies de altura. Rozando el en tresuelo del cielo. Y muchas ve ces sin explotar.Ni siquiera eso es todo. Est¨¢n los alquileres (no olvidar: el 50% de cada sueldo), la especulaci¨®n inmobiliaria, la Seguridad Social (se vive de milagro), el recuerdo -que ahora es s¨®lo recuerdo hasta que alguien lo resucite de los peinados policiales en los barrios perif¨¦ricos, los controles en las autov¨ªas con guardias civi les espiando el interior de los ve h¨ªculos a la caza de tipos con txapela, el plomo permanente del aire, el ruido que no deja descan sar a la conciencia, los concejales q¨²e cambian de acera sin que na die pueda hacer nada, las maris cadas culturales del Ayunta miento (donde se citan los ami gos para hablar con el vac¨ªo del est¨®mago de la funci¨®n art¨ªstica), las oposiciones donde se premia la dureza dental para morder el carn¨¦ ante los tirones de un tribunal, las arquitecturas subnormales en los bordes de la M-30 (que imitan las plazas de toros, pero tambi¨¦n los asilos para deficientes del siglo XIX), la persecuci¨®n de prostitutas y la exaltaci¨®n del chal¨¦ privado como prost¨ªbulo. En fin. Para qu¨¦ seguir, si siguiendo siempre aparece la posibilidad de una repugnancia nueva.
El caso es que el caso es, en realidad, dos casos. El primero y fundamental -aunque ahora que lo pienso el otro es igual de fundamental- es que ni el Ayuntamiento ni la Comunidad de este pisoteado territorio ha resuelto absolutamente nada de lo que se encontr¨® cuando sustitu-, y¨® a las fuerzas vivas del ancien r¨¦gime. Su ¨²nico haber ha consistido en el empapelado de las viejas fachadas y en las subvenciones para restaurar podridas vigas maestras en el interior de las viejas moradas. Aparte de eso, sinceramente, nada. Han mantenido los viejos usos y costumbres en todos los' aspectos -excepto en el de ser m¨¢s majos, con menos bigote y tal-, sin tocar nada de lo que, importaba. Se dir¨¢ que muchos de los problemas mencionados no le corresponden ni al Ayuntamiento ni a la Comunidad. Se dir¨¢ y ser¨¢ una equivocaci¨®n. Una cosa es que las instituciones locales no tengan competencia -caso del suelo, la Seguridad Social, las pr¨¢cticas policiales- y otra muy distinta es que no tengan nada que decir. Y cuando peinaban el barrio del Pilar, por ejemplo, o cuando la gente se ahoga en el pago de un alquiler o se amustia en los pasillos de un hospital sucio, jam¨¢s han dicho esta boca es m¨ªa. Porque, en el fondo, el Ayuntamiento y la Comunidad lo ¨²nico que tienen de instituci¨®n son los edificioscon -oficinas. Han confundido la oficina con el deber. Mientras tengan oficinas pensar¨¢n que son reales.
El segundo caso del caso es la hermosa pasividad con que la poblaci¨®n de estos lares contempla su miseria. Protestan en privado, m¨¢s con el fervor de quien ha encontrado conversaci¨®n que con la furia de quien se siente ultrajado. Y cuando hay furia es porque piensan que la furia siempre lleva aparejada alguna clase de raz¨®n. En Madrid, y en el resto del Estado, igual se piensa que los destrozos de la vida cotidiana no son un asunto pol¨ªtico. El personal se mata por vilipendiar la pol¨ªtica exterior, o la econ¨®mica, o el comportamiento general de los diputados, pero no abre la boca si de forma privada le est¨¢n montando una falla en la base de las g¨®nadas. Ah¨ª, no. No se sabe por qu¨¦, pero ah¨ª, no. Una dictadura puede merecer el sacrificio personal, pero si te cortan en trocitos con una hojilla de afeitar, en tu casa, y a condici¨®n de que le est¨¦n haciendo lo mismo al vecino, eso es cosa, perfectamente soportable. Lo de la sociedad civil aqu¨ª no se entiende. Tampoco la ha habido nunca. Aqu¨ª la gente se organiza sobre las grandes verdades morales, sobre la existencia o no de Dios, sobre si el motor de la historia es la lucha de clases. Es un pa¨ªs de moralistas y de poetas. S¨®lo se ponen la sotana cuando un idiota quema las banderas.
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