El Cacaolat tambi¨¦n inquiet¨® al Madrid
LUIS G?MEZ, Petrovic hizo 34 puntos y Fernando Mart¨ªn 27. A la vista de tan sencillo dato puede pensarse que, satisfecha la vanidad de las dos grandes estrellas del equipo, ¨¦ste habr¨ªa funcionado con holgura. Si adem¨¢s se a?ade como informaci¨®n que Petrovic y Fernando Mart¨ªn jugaron bien, no har¨ªa falta m¨¢s para adivinar una victoria clara y rotunda del Real Madrid ante el Cacaolat. Pues no fue as¨ª.
Y no fue as¨ª porque el Real Madrid parece haber olvidado definitivamente lo que es el juego de conjunto. En el ataque es la calidad individual de sus jugadores la que suple la carencia de un juego coordinado y en defensa hace como que defiende. Ante ese desorden, la suma de las individualidades, por valiosas que ¨¦stas sean, no es siempre suficiente. Simplemente porque cuando Petrovic interviene en exceso lo hace para suplir defectos ajenos o cuando Mart¨ªn, como ayer, se enfada, es para resolver el solo el entuerto. De tal manera que el Madrid no suma Petrovic m¨¢s Mart¨ªn. Dej¨¦moslo en que, al menos ayer, de vez en cuando jug¨® solo Mart¨ªn y, de vez en cuando, jug¨® Petrovic. Lo cual viene a significar que cinco, lo que se dicen cinco, no jugaron casi nunca.
El asunto, indudablemente, parece pasar desapercibido mientras el marcador se mantiene en franquicia para los madridistas. De pronto, sin embargo, el p¨²blico se asusta porque, no se sabe c¨®mo, el Cacaolat se ha puesto por delante.
Y es que un equipo como el Cacaolat, apa?ado pero con oficio, pone en apuros al Real Madrid sin hacer m¨¢s hechos notables que defenderse con una zonita 2-3 y aplicar dos o tres fundamentos b¨¢sicos contra la defensa madridista. La defensa madridista es tan suave, tan de sal¨®n que, con correrla un poquito de lado a lado, se abre generosa para permitir tiros c¨®modos o penetraciones con ¨¦xito seguro. Es una defensa que acompa?a, m¨¢s que una defensa que entorpece. No fue extra?o, por tanto, que la suma del individualismo ofensivo madridista y su defensa recreativa produjeran en el descanso un marcador interesante, 62-54. Muchos tantos a favor, pero muchos tantos en contra. Y s¨®lo ocho de diferencia.
De esa manera, en cuanto el Cacaolat logr¨® una ligera eficacia defensiva, posiblemente mejor debida a errores ajenos que aciertos propios, el marcador peg¨® un vuelco y se coloc¨® a su favor (71-74), situaci¨®n que molest¨® tanto al p¨²blico que brind¨® una pitada general a su equipo. Los jugadores madridistas trataban de inventarse jugadas, aunque de vez en cuando tropezaran entre si en alg¨²n bloqueo. Y Petrovic no resultaba la soluci¨®n m¨¢gica porque ahora parece empe?ado enjugar en equipo. La cuesti¨®n es que haciendo como que juega en equipo resulta que no est¨¢ jugando en equipo. En el Madrid reinan las apariencias ultimamente.
La soluci¨®n al caso fue tan sencilla como t¨¢cticamente irrelevante: Fernando Mart¨ªn se enrabiet¨®, fue a por todos los rebotes, reparti¨® unos cuantos guantazos, arranc¨® un contraataque y el Cacaolat enmudeci¨® durante cinco minutos, en los que no consigui¨® un tanto (85-74). Posiblemente, tal reacci¨®n le pill¨® desprevenido al conjunto catal¨¢n, convenidos como estaban ambos conjuntos en practicar juego de sal¨®n. Cuando el Cacaolat reaccion¨®, o pareci¨® reaccionar, el marcador volvi¨® a estrecharse. Pero ya era algo tarde.
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