Un concierto espectacular
Dentro del ciclo Jubilar, patrocinado por Caja Madrid, se celebr¨® el domingo en el Auditorio Nacional un concierto espectacular y de verdadero post¨ªn. Toc¨® la Orquesta Nacional de Francia (ONF), con su actual director titular, Lorin Maazel, un programa enteramente dedicado a Claudio Debussy e Igor Stravinski.La Nacional francesa fue siempre una excelente orquesta, con la que pudieron hacer alta m¨²sica desde Toscanini y Furtwaengler hasta Pierre Boulez y Gilbert Arny. Pero en estos momentos alcanza unos niveles de calidad y virtuosismo realmente magn¨ªficos. Su existencia, aparte del apoyo de la radio, est¨¢ asegurada desde 1980 por una asociaci¨®n en la que colaboran hasta 100 empresas e instituciones nacionales y multinacionales.
Orquesta Nacional de Francia
Director: Lorin Maazel. Obras de Debussy y Stravinski. Auditorio Nacional. Madrid, 23 de abril.
Reintegrado desde esta misma temporada Lorin Maazel a la direcci¨®n titular -puesto que simultanea con otra titularidad, la de la Sinf¨®nica de Pitsburgo-, con JefIrey Tate como primer di rector invitado y Boulez para acontecimientos especiales, el conjunto de 115 profesores de la ONF muestra una categor¨ªa tan extraordinaria en sus individuafldades como en su conjunto. Suena coherente, flexible, potente, segura y, en suma, fascinante. Si las cuerdas vibran con intensidad, las maderas nos llegan con aterciopelado matiz, los metales dulcifican su incisivo timbre y el timbal hace verdaderas maravillas. El gran espect¨¢culo de anteanoche fue la orquesta por s¨ª misma, a lo que se a?ade un Maazel superespectacular hasta el exceso y a veces en detrimento de la m¨¢s honda po¨¦tica musical.
Bien se comprob¨® en. unas Im¨¢genes mucho m¨¢s realistas que 'mpresionistas, con una Iberi, en la que 1a Espa?a so?ada" (e indicada con los correspondientes matices en la partitura) se torn¨® perfecto tour de agencia tur¨ªstica.
Hubo mucho m¨¢s encanto en Petruschka, con la que Maazel se present¨® en Madrid en febrero de 1956, cuando, a sus 25 a?os, constitu¨ªa el gran descubrimiento. Temas como la primera danza del cuarto cuadro fueron llevados a un tiempo rapid¨ªsimo, pero en otros momentos, como la muerte y resurrecci¨®n de la marioneta, sentimos el vuelo l¨ªrico, tierno, que les da sentido.
Ovaciones sin tasa obligaron a maestro y orquesta, despu¨¦s de muchos saludos, 'a interpretar una propina que se torn¨® nuevo motivo de espectacularidad: la farandolle de La arlesiana, de Bizet. A pesar de todo, en mi fuero interno ech¨¦ de menos al Maazel de 30 a?os atr¨¢s, m¨¢s fresco y sosegado, mucho menos sensacionalista.
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