Genocidas
El mundo acaba de conmemorar el centenario del nacimiento de Hitler. Conmemorar no es celebrar. El mundo no iba a celebrar el centenario del nacimiento de un genocida. No es tan olvidadizo el mundo. El responsable de c¨¢maras de gas, campos de exterminio, persecuciones, guerra, s¨®lo merece reprobaci¨®n. Todos cuantos le han recordado con motivo del centenario de su nacimiento coinciden en que era un racista abyecto, un criminal, un loco maniaco.Quiz¨¢ hasta se han quedado cortos con tan sanguinario sujeto. Pero a un siglo de su nacimiento, medio tras el genocidio, ya es hora de explicar c¨®mo fue posible que un loco provocara uno de los m¨¢s estremecedores holocaustos de la historia de la humanidad. Porque parece imposible que s¨®lo un loco ocasione semejante desastre, por muy loco que est¨¦. Un pueblo hubo de darle primero el poder, luego seguirle; un orden internacional mal establecido le permiti¨® primero preparar, luego consumar la agresi¨®n.
Cuando las grandes potencias entraron en guerra para detener aquello, tampoco es que regalaran yemas de San Leandro. Se dice que Stalin cometi¨® tantos cr¨ªmenes como Hitler, y los aliados lo deb¨ªan saber cuando Yalta, pero era la hora del reparto y se fotografiaron en amigable compa?a, vengan puros y sonrisas. Poco despu¨¦s los norteamericanos no tuvieron reparo en precipitar su victoria sobre Jap¨®n tirando la bomba at¨®mica. C¨¢maras de gas, campos de exterminio fueron aquellos bestiales pildorazos que fundieron en apocal¨ªpticas bolas de fuego poblaciones enteras, con unas secuelas de muerte que perduran por generaciones.
Hitler cometi¨® genocidio y ning¨²n, delito ajeno podr¨ªa condonar, ni siquiera relativizar, el horror de sus cr¨ªmenes nefandos contra la humanidad. Pero los vencedores no se van de rositas en este macabro per¨ªodo de la historia. Que, por cierto, se habr¨ªa escrito de distinta forma si el resultado de la guerra hubiese sido otro, pues la raz¨®n es un patrimonio que reivindica siempre el m¨¢s fuerte.
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