Conflicto equivocado y a destiempo
El Gobierno Kohl-Genscher ha llegado en Washington al l¨ªmite de una pol¨ªtica de la que nadie habla, pero que es obvia: jugar con la debilidad interior para germanizar la pol¨ªtica de la OTAN. Parad¨®jicamente reforzada por el hecho de que los aliados temiesen hasta ahora m¨¢s a un Gobierno socialdem¨®crata que al binomio centro-derecha tambaleante. Con esta t¨¢ctica Bonn no ha tenido dificultades hasta el reciente viaje de Genscher-Stoltenberg a Washington. Estados Unidos, Reino Unido y Francia, siempre pendientes de la delicada situaci¨®n de Bonn, aceptaron t¨¢citamente y a rega?adientes lo que los alemanes dictaron en los or¨ªgenes de la Alianza: no a la prolongaci¨®n del servicio militar y ninguna decisi¨®n sobre un sistema que relevara a los misiles Lance antes de 1992.Pero cuando los alemanes intentaron dar el golpe decisivo, al proponer un acuerdo de negociaciones pr¨®ximas sobre cohetes de corto alcance con Mosc¨², americanos y brit¨¢nicos contraatacaron. El presidente George Bush reclama insistentemente que se mantenga la cohesi¨®n de la OTAN; su ministro de Asuntos Exteriores, James Baker, califica a las negociaciones de "equivocaci¨®n", y Thatcher mantiene que la estrategia de la OTAN "no puede venir determinada por un solo pa¨ªs". Los franceses guardan un fragoroso silencio, pero la verdad es que todav¨ªa no desean negociaciones que puedan incluir sus propias armas t¨¢cticas nucleares. Nadie puede ganar esta guerra de posiciones en la Alianza. Nadie tiene suficiente fuerza para dominar, pero todos pueden bloquear los movimientos del otro. Dicho en otras palabras: los angloamericanos no pueden modernizar sus misiles sin la ayuda de los alemanes; Bonn no puede negociar sobre los cohetes sin Washington ni Londres. Cada cual tiene derecho a veto, pero no a imponer su voluntad. ?Se trata s¨®lo de una tormenta en un vaso de agua? No del todo. Por insistencia de Genscher, el Gobierno acept¨® jugar un juego arriesgado. Por una parte ha provocado abiertamente a dos de sus aliados m¨¢s importantes. Por otra, los aliados no olvidar¨¢n tan pronto que el ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores quiere fraguar una alianza continental europea dentro de la Alianza y en su contra. Ni siquiera el amago de cortes¨ªa que supuso la visita rel¨¢mpago a Washington pod¨ªa remediarlo. En consecuencia, Kohl y Genscher tienen que admitir que han provocado un conflicto equivocado a destiempo.
El documento de los ministros de Defensa de la OTAN era un compromiso soportable, respaldado por la RFA en ocasiones anteriores. De nuevo, la f¨®rmula el¨¢stica de mantener las armas nucleares, pero s¨®lo all¨ª donde fueran necesarias. Por otra parte, tambi¨¦n se hablaba de una "cantidad m¨ªnima" que debiera venir determinada por la "magnitud de la amenaza".Para ser m¨¢s precisos: si el desarme convencional que se discute desde marzo en Viena da frutos, la "cantidad m¨ªnima" de armas nucleares seguir¨¢ reduci¨¦ndose. Un largo respiro. Quiz¨¢ llegue a cero si la OTAN consigue que la Uni¨®n Sovi¨¦tica elimine su potencial convencional en los pr¨®ximos a?os. No ser¨¢ ni f¨¢cil ni r¨¢pido, y por eso se reivindica aqu¨ª lo que Willy Brandt pidi¨® anta?o con la 0stpolitik.
Un largo respiro
Una pol¨ªtica de desarme por cuenta propia ser¨ªa hoy tan precaria como la Ostpolitik lo hubiese sido entonces. ?Por qu¨¦ se produce en estos momentos el intento sorprendente de querer germanizar la pol¨ªtica de desarme de la Alianza, es decir, someterla a exigencias alemanas en lugar de proceder con el estilo suave e indirecto que domina Genscher a la perfecci¨®n? La respuesta b¨¢sica se halla en la vieja tentaci¨®n de todas las democracias: practicar su pol¨ªtica interior allende las fronteras.Con esta pol¨ªtica es posible alcanzar ciertos logros favorables a los intereses alemanes que de todas maneras se comprenden y hasta se aceptan en las capitales occidentales, pero sin ignorar ciertos l¨ªmites y el riesgo de pasarse. La Alianza todav¨ªa sigue siendo necesaria. Cualquier Gobierno de Bonn debe procurar que no se pierda la estabilidad militar en el desbordamiento del statu quo. Mantener el equilibrio exige la raz¨®n de un Estado que pese a todo no es a¨²n autosuficiente. Con ello se opone a la pol¨ªtica interior un obst¨¢culo natural, as¨ª como al intento de ganar fuerza desde la debilidad. El mensaje de Washington y Londres dice hoy que no se apoyar¨¢ sin condiciones al Gobierno Kohl-Genscher.
S¨¹ddeutsche Zeitung-EL PAIS.
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