M¨¢s Primero de Mayo que nunca
?ste ser¨¢ el Primero de Mayo m¨¢s reivindicativo de la transici¨®n, seg¨²n el autor, que denuncia el "cesarismo" y la "arrogancia pol¨ªtica" del Gobierno, demostrada tras el 14-D, y la sincron¨ªa del Ejecutivo con la patronal, y considera asimismo la probabilidad de una amplia solicitud de otra jornada de huelga general.
La renovada cita del Primero de Mayo que vamos a abordar aparece pre?ada de significados, desde la propia referencia hist¨®rica, pasando por el recient¨ªsimo 14-D y por la m¨¢s reciente actualidad que refleja en el d¨ªa a d¨ªa la lucha del movimiento sindical contra una pol¨ªtica econ¨®mica y social que, a juzgar por la defensa que se est¨¢ haciendo de ella, se ha convertido en dogina de fe, y sus ejecutores, en martillo de herejes.La componente hist¨®rica nos conduce a un Primero de Mayo denuevo, centenario, pues si bien fue en 1886 cuando se produjeron los acontecimientos que motivaron la injusta ejecuci¨®n de tres obreros, Parsons, Fisher y Spies, conocidos como los m¨¢rtires de Chicago, fue en 1889 cuando se generaliz¨® en Am¨¦rica del Norte y Europa la lucha por las ocho horas (ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho de educaci¨®n era la consigna de las organizaciones obreras). Por a?adidura, se atribuye al Congreso Internacional Obrero de Par¨ªs de 1889 el establecimiento del 1 de mayo como D¨ªa Internacional de los Trabajadores.
Recordar esos hechos 100 a?os despu¨¦s nos lleva a reconocer que, en plena ¨¦gida del progreso y la microelectr¨®nica, la lucha de los trabajadores sigue teniendo similares contenidos; hoy por hoy hay una cerraz¨®n absoluta en la patronal para encarar lasemana de 35 horas (incluso se escuchan voces favorables a su prolongaci¨®n), y aproximadamente hay unas 150.000 empresas que est¨¢ sumergidas, para cuyos trabajadores el contrato de trabajo, el salario m¨ªnimo y las ocho horas (temas de hace 100 a?os) deben de ser una quimera.
En la memoria de todas-os aquellos que el 1 de mayo secundar¨¢n las convocatorias de los sindicatos estar¨¢ muy presente el 14-D, y por ello es conveniente dejar sentadas algunas premisas:
1. A juzgar por el llamamiento de los sindicatos mayoritarios, constitu¨ªa el punto final de una d¨¦cada de agravios, en cuya dir¨ªamica, como corre spons ables, se sent¨ªan estafados.
2. La opini¨®n p¨²blica se posicion¨® con rotundidad a favor de una movilizaci¨®n que, en un contexto de crecimiento econ¨®mico y,de alto valor especulativo para los nuevos ricos, comportaba un reparto solidario de los recursos existentes primando a los menos favorecidos (parados, pensionistas, etc¨¦tera).
3. El 14-D significa un importante toque de atenci¨®n para la democracia representativa y sus ¨®rganos, especialmente el Parlamento, que demostr¨® con reiteraci¨®n lo alejado que se encuentra de las necesidades reales de ciudadanas-os.
Lo sucedido despu¨¦s merecer¨ªa entrar en los anales del cesarismo y la arrogancia pol¨ªtica; se niegan las reivindicaciones de ocho millones de huelguistas, se regatea y se chantajea con la oferta gubernamental como h¨¢biles feriantes, se descalifica de forma reiterada a los interlocutores en la mesa (los sindicatos), para acabar protagonizando un espect¨¢culo lamentable en tres actos, donde de nuevo se implica en la coartada al Parlamento y donde se pone de manifiesto una peligrosa, por contagiosa, concepci¨®n de la democracia.
Como parto de los montes de la escenificaci¨®n tenemos el real decreto de 31 de marzo, en el que se aprueba un ajuste presupuestario de 197.600 millones de pesetas que "en ning¨²n caso supondr¨¢ aumento en el gasto total presupuestado y deber¨¢ financiarse mediante transferencias entre las distintas dotaciones de los Presupuestos Generales del Estado para 1989".
Tregua al Gobierno
No es el momento de criticar la actuaci¨®n de los sindicatos que han participado en la mesa con el Gobierno, aunque bien podr¨ªa pensarse que la tregua que se le ha ofrecido es demasiado larga y la respuesta que pueda d¨¢rsele en la calle el pr¨®ximo 1 de mayo no parece lo suficientemente contundente ante los hechos constatados y la descalificaci¨®n que por a?adidura se ha producido.Punto y aparte merece la reci¨¦n creada mesa por el empleo, cuyo fin parece cercano y que es el aut¨¦ntico nudo gordiano del problema que enfrenta a los sindicatos con la pol¨ªtica econ¨®mica y social de corte neoliberal del Gobierno y las apetencias inconfesables de la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales.
La patronal ha trasladado a la mesa, entre otras, las peticiones de mayor incentivaci¨®n de las empresas v¨ªa subvenciones, la correcci¨®n de lo que ellos llaman excesos asistenciales a los desempleados y la eliminaci¨®n de rigideces en el mercado de trabajo; es decir, m¨¢s flexibilidad. La actitud de la Administraci¨®n entronca claramente con las peticiones de la patronal, por cuanto existe ya una larga trayectoria, en la que las subvenciones a las empresas han sido una constante. Desde 1977, tales subvenciones han pasado de representar el 7,8% del producto interior bruto (PIB) al 10%, mientras la media comunitaria se fija en tomo al 4% del PIB. En pesetas, representaron el triple de las aportaciones del Estado a la Seguridad Social.
Estamos convencidos de estar ante el tema que concita mayor coincidencia en el conjunto del movimiento sindical, esto es, la necesidad de poner coto a la precarizaci¨®n del empleo e incrementar la protecci¨®n social. Los datos hablan por s¨ª solos: en el Instituto Nacional de Empleo (Inem) se han registrado en los ¨²ltimos cuatro a?os m¨¢s de 12 millones de contratos no indefinidos, de los cuales, m¨¢s de ocho millones han sido de una duraci¨®n igual o inferior a seis meses.
En cuanto a la protecci¨®n social, el cuadro macroecon¨®mico del Gobierno, dise?ado para tres a?os, que acompa?a los Presupuestos Generales del Estado para 1989 contempla que los recursos destinados a la protecci¨®n econ¨®mica al parado, pasar¨¢n de un 3,9% sobre el PIB a un 3,5% en 1992. En consonancia con ello, en 1988 se ha producido un exceso de recaudaci¨®n por cotizaciones al desempleo y, por tanto, ahorro de 300.000 millones de pesetas, dado que los contratos de menos de seis meses est¨¢n marginados del sistema de protecci¨®n. Tal cantidad, junto a una peque?a parte de lo que el Estado ingresa por juego y loter¨ªas y una peque?a dosis de voluntad pol¨ªtica, hubiera sido suficiente para atender las reivindicaciones de la mesa de los cuatro puntos.
As¨ª las cosas, el movimiento sindical no s¨®lo est¨¢ cargado de razones para que este Primero de Mayo sea el m¨¢s reivindicativo de toda la transici¨®n, sino que la paciencia y la capacidad de comprensi¨®n corren el riesgo de agotarse, y es muy probable que la petici¨®n de otra jornada, cuando menos, como el 14-D est¨¦ presente en todas manifestaciones, posici¨®n que nuestro sindicato tiene abiertamente asumida.
En puertas de este Primero de Mayo, valoramos muy positivamente la confluencia unitaria de CC OO y UGT, abandonando sus respectivas tradiciones, y muy negativamente el que el llamamiento a la unidad a todos los sindicatos de clase que apoyaron el 14-D no se haya hecho con la generosidad y el tacto que la situaci¨®n requer¨ªa.
Encarando el futuro, debernos extraer tambi¨¦n las ense?anzas del ya mentado 14-D, no ya en clave de punto final, sino como inicio de una nueva din¨¢mica sindical. Si algo constituy¨® el 14-D, por encima de otras consideraciones, fue una jornada de demada de un protagonismo perdido en una transici¨®n que se perdi¨® por los recovecos pol¨ªticos y olvid¨® su contenido social.
Los sindicatos mayoritarios no parecen entusi¨¢sticamente decididos a asumir la nueva din¨¢mica. A la magra oferta unitaria del Primero de Mayo podemos a?adir su vacilante posici¨®n a la hora de hablar de nuevas convocatorias generales y su planteamiento poco ambicioso en materia de negociaci¨®n colectiva. Por eso creemos Regado el momento de recordarles que sus afirmaciones con anterioridad al 14-D, y en el sentido de ir a nuevas convocatorias de car¨¢cter general si no se atend¨ªan las reivindicaciones, pueden quedar en entredicho y deben ser una realidad ya.
Junto al papel que deben desempe?ar los sindicatos mayoritarios e intr¨ªnsecamente vinculados al significado ya aludido del 14-D, pensamos que ha llegado el momento de plantear con meridiana claridad que existe otro sindicalismo fuera de la ¨®rbita de los mayoritarios, que camina por los derroteros de la autonom¨ªa, la democracia directa y el compromiso solidario y transformador de los valores actuales. Sindicalismo m¨¢s real que formal, m¨¢s de f¨¢brica que de estructura, m¨¢s de topo que de cartel... Por la din¨¢mica de los propios hechos (Seat puede ser el ejemplo), creemos que puede y debe desempe?arse otro papel menos defensivo; ha llegado el momento de plantearse una mayor confluencia y estructuraci¨®n, y no podemos dejar pasar la ocasi¨®n.
Provisionalidad
Por lo que a nosotros respecta, una reciente sentencia del Tribunal Supremo nos impide provisionalmente (falta la ¨²ltima palabra del Tribunal Constitucional) continuar nuestro proyecto y nuestro trabajo con las siglas CNT, las cuales honestamente creemos haber contribuido a sacar de la marginalidad.Pese a lo doloroso de la situaci¨®n, no podemos quedarnos en el lamento, y hay que dar continuidad al trabajo y a las exigencias de quienes conf¨ªan en nosotros. Con la denominaci¨®n de Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) -a ratificar por el congreso el 29 de abril-, no s¨®lo resolvemos el incidente, sino que volvemos a los or¨ªgenes del congreso fundacional de la CNT en 1910, y m¨¢s a¨²n, a la misma matriz del sindicalismo revolucionario, la Carta de Amiens, aprobada por la CGT francesa -hoy por otros senderos- en 1910.
Con la nueva denominaci¨®n trataremos de profundizar en la l¨ªnea anarcosindicalista emprendida en 1984, ampliando horizontes y contenidos. Del mismo modo daremos continuidad a los compromisos ya manifestados, especialmente ese deseo de confluencia en una nueva jornada de huelga general para conseguir las reivindicaciones del 14-D, y la necesidad de que la nueva din¨¢mica sindical expresada en ese d¨ªa tenga una referencia coherente y organizada.
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