Fin de semana con Mozart y Bruckner

El concierto dirigido a la ONE por Walter Weller, con la violinista Karin Adam, y el de la Orquesta Reina Sof¨ªa, dirigida por Max Bragado, con el pianista Joaqu¨ªn Soriano, estuvieron dedicados solamente a dos autores: Mozart y Bruckner. No es la Novena sinfon¨ªa del compositor de Ansfelden la m¨¢s frecuentada, aunque progresivamente se incluya cada vez m¨¢s en el repertorio de nuestras orquestas.Si pensamos que, en 1917, Turina, en su Enciclopedia abreviada, se despacha a Bruckner, en lote con Bramhs y Raff con cuatro palabras acerca de sus orquestaciones "grises, brumosas y asfixiantes", o en c¨®mo Federico Sope?a (Historia de la m¨²sica, 1954) nos habla del "sofocante complejo de monumentalidad" de un Bruckner "ensalzado exageradamente" (actitud que rectificar¨ªa luego como tantos otros), percibimos el momento de crisis que el cultivo del gran sinfonista sufre en los pa¨ªses latinos que resultaba bastante incomprensible para los alemanes o austriacos.

Interpretaciones

Un punto de m¨¢xima importancia para entender la cuesti¨®n es que, igual que sucedi¨® antes con Bramhs, las interpretaciones no favorec¨ªan la difusi¨®n del sinfonismo de Bruckner. Y siguen sin favorecerle versiones tan sumarias, superficiales y preferentemente atentas al orden estructural como la ofrecida esta semana por Weller de la Novena Sinfon¨ªa, que son¨® despojada de toda m¨ªstica y abultada en la din¨¢mica.En el Concierto para viol¨ªn en la mayor de Mozart, la joven Karin Adam (Viena, 1962), demostr¨® un virtuosismo t¨¦cnico de alto vuelo no equilibrado por an¨¢logo inter¨¦s musical de los conceptos.

En el muy estimable ciclo dedicado a los conciertos pian¨ªsticos de Mozart por la Comunidad de Madrid en el teatro Alb¨¦niz, correspondi¨® a Joaqu¨ªn Soriano, catedr¨¢tico del Real Conservatorio, nacido en Le¨®n, 1941, el protagonismo del Concierto en do mayor K.415 y de los Rond¨®s en re y en la.

Se produjo el pianista con arreglo a las delicadas l¨ªneas de su estilo, l¨®gicamente tocado de influencia francesa, pues a Par¨ªs debe Soriano buena parte de su formaci¨®n. No dej¨® de aportar, sin embargo, soluciones personales que, se compartan o no, vivificaron todas las versiones.

El director Max Bragado colabor¨® muy bien, aunque en el Rond¨® en re las cosas no fueron demasiado justas, y expuso una muy bonita traducci¨®n de la Sinfon¨ªa en la mayor K.201, muestra, como el Concierto, del Mozart m¨¢s feliz e inventiv. Hay que destacar, especialmente, el ¨¦xito de Joaqu¨ªn Soriano.