Ensalada de escritores brasile?os
Jorge Amado, Darcy Ribeiro, N¨¦lida Pi?¨®n y Zelia Gattai hablan de lenguaje, de pol¨ªtica y de pasteles
La v¨ªsita de un grupo de escritores brasile?os a Barcelona, invitados por la Generalitat para las jornadas de di¨¢logo Norte-Sur celebradas la pasada semana, dio lugar a una improvisada y exuberante comida-coloquio, cuyo contenido ofrecemos, en la que nombres tan significativos de las letras brasile?as como Jorge Amado, Darcy Ribeiro, N¨¦lida Pi?¨®n y Zelia Gattai, la esposa de Amado, abordaron con brillantez y rigor, pero sin un orden previamente fijado, problemas como la conservaci¨®n de la Amazonia, la pol¨ªtica brasile?a, los usos, el habla y la alegr¨ªa de vivir de aquel pa¨ªs y sus gentes, o los contrastes que produce la inmensidad y la riqueza de herencias culturales de Brasil.
Estos contrastes quedan ejemplificados por la propia procedencia de los escritores, nacidos en lugares distantes y culturalmente muy distintos del pa¨ªs. Jorge Amado, considerado uno de los mayores escritores de America y autor de obras como Do?a Flor ysus dos maridos, Gabriela, clavo y canela o Teresa Batista cansada de guerra (publicadas en castellano por Alianza Editorial y traducidas a m¨¢s de 40 idiomas), es natural de Bah¨ªa, al nordeste del pa¨ªs. N¨¦lida Pi?¨®n, autora de libros como Tebas de mi coraz¨®n (en castellano en Alfaguara, traducida por ?ngel Crespo), La Rep¨²blica de los sue?os o La dulce canci¨®n de Caetana, naci¨® en R¨ªo de Janeiro.Zelia Gattai, autora de una autobiograf¨ªa de gran ¨¦xito, Anarquistas, gracias a Dios (publicada por Alianza Editorial) y otros libros como Un sombrero para viaje y Jard¨ªn de invierno, es natural de Sao Paulo. Por su parte, el antrop¨®logo, pedagogo y pol¨ªtico Darcy Ribeiro, autor de novelas como Maira (en castellano en Alfaguara) o ensayos tan significativos como Las Am¨¦ricas y la civilizaci¨®n (publicada en castellano por Siglo XXI), naci¨® en la ciudad de Minas Gerais, al oeste de Brasil y casi dentro de la Amazonia.
"Los de R¨ªo, los cariocas", explica Darcy Ribeiro, "son los m¨¢s alegres, los m¨¢s f¨¦steros; los de Sao Paulo son italianos; Sao Paulo es la segunda ciudad de ltalia, despues de Nueva York. Los de Bah¨ªa son los m¨¢s negros, hasta el punto de que decimos que Bah¨ªa es la capital de ?frica..."
"Los m¨¢s negros y los primeros en llegar, los m¨¢s antiguos", precisa el bahiano Jorge Amado: "Bah¨ªa es la madre de la cultura brasile?a". N¨¦lida Pi?¨®n se muestra de acuerdo y precisa que "en Bah¨ªa se da la g¨¦nesis cultural de la oratoria y el t¨ªpico decir brasile?o; ah¨ª nace la vocaci¨®n, la fascinaci¨®n por la palabra".
Los cuatro escritores se pierden moment¨¢neamente en el tema de los elogios. Todos coinciden en que les encantan y todos elogian la "inacabable generosidad" de Jorge Amado, "que ha creado muchas reputaciones literarias s¨®lo por su manera de elogiar". El aludido se r¨ªe y, poco despues, Darcy Ribeiro habla de los diez a?os que pas¨® conviviendo con los ind¨ªgenas en la Amazonia y cuenta una historia: "v¨ª a un hombre que hab¨ªa sido el mejor cazador de su zona y al que un d¨ªa un jaguar le hab¨ªa comido el trasero mientras ¨¦l trataba de ponerse a salvo subiendo un ¨¢rbol; ten¨ªa las dos piernas inservibles y no pod¨ªa cazar, pero sus paisanos le respetaban, aunque le llamaban las sobras del jaguar".
La llegada del postre marca un par¨¦ntesis festivo. Todos se r¨ªen mucho con el brazo de gitano y Amado cuenta que "esto, en Brasil, se llama P¨ªo Nono". N¨¦lida Pi?¨®n le corrige: "¨¦so es en Bah¨ªa; en general a estos pasteles se les llama Rocambole. La escritora entretiene a sus colegas con un recuento de "los 400 dulces de origen portugu¨¦s que ya no se hacen en Portugal y s¨ª en Brasil".
La trascendencia vuelve al coloquio con el caf¨¦ y Jorge Amado comenta que los encuentros Norte-Sur de intelectuales como el que les ha tra¨ªdo a Barcelona "son positivos, porque hacen posible el di¨¢logo, pero est¨¢ claro que no resulven nada; hay que ir m¨¢s all¨¢ de la palabra".
Contrastes
La conversaci¨®n vuelve a Brasil y a la perplejidad que suscita el contraste entre el optimismo y la alegr¨ªa de vivir del pueblo y las dram¨¢ticas condiciones sociales del pa¨ªs. "En Brasil se da una gran ambig¨¹edad", dice Amado, "por ejemplo, si Sao Paulo no fuera un estado de Brasil, sino un pa¨ªs independiente, ser¨ªa del mundo industrializado, del Primer Mundo, pero al mismo tiempo, en el Norte y Nordeste hay condiciones propias, sin exagerar, de la Edad Media: grandes propiedades feudales, grupos armados sin control, hambre, miseria, etc¨¦tera.Darcy Ribeiro se apasiona: "S¨®lo un juicio general", dice: "Hasta ahora, el pueblo brasile?o no existi¨® para s¨ª, sino para otros. Lo malo de Brasil no es el clima, ni la raza, ni la religi¨®n cat¨®lica, sino que tenemos una clase dominante que no sabe sacar del capitalismo ni siquiera lo que el capitalismo puede dar. Por contraste, tenemos un pueblo que a pesar de -o precisamente por- ser m¨ªsero y hambriento tiene una alegr¨ªa de vivir incre¨ªble".
Zelia Gattai asiente, silenciosa. N¨¦lida Pi?¨®n apunta que "somos unos supervivientes extraordinarios" y Jorge Amado corrobora: "Yo no soy pesimista: la realidad es muy dram¨¢tica, pero creo que el pueblo de Brasil es fuerte y optimista y esta capacidad para la alegr¨ªa nos da mayor fuerza". Y todos est¨¢n de acuerdo, exuberantes y, pese a todo, risue?os.
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