Almohadillazos

A almohadillazos acab¨® aquello. La gente estaba harta de novillos mansos, renqueantes y feos y s¨®lo falt¨® que al ¨²ltimo, el ¨²nico guapo, lucerito y todo, con cuernos tan bien puestos que eran la envidia de m¨¢s de uno, el picador le zurrara la badana durante el tercio y, cambiado el tercio, siguiera zurr¨¢ndosela. El picador por la parte de fuera metiendo ca?a, el novillo por la de dentro intentando sacud¨ªrsela de encima y escapar, se arm¨® un esc¨¢ndalo, parte del p¨²blico la emprendi¨® a almohadillazos contra el picador, con la mala fortuna para sus prop¨®sitos de que pon¨ªa en la refriega m¨¢s furia que tino.Los turistas, ayer mayor¨ªa en Las Ventas cuando empez¨® la funci¨®n, tambi¨¦n estaban indignados y unieron su ardor combativo al de la alborotada masa ind¨ªgena. Sintieron ser minor¨ªa para entonces. El resto hab¨ªa hu¨ªdo cuando vio vomitar sangre al segundo novillo de la tarde, mal herido en el cuello por Gonzalo Gonz¨¢lez. Mediado el festejo, los tendidos de sombra -al principio cuajaditos de gente-, aparec¨ªan despoblados. Quedaron los cabales: la afici¨®n de ac¨¢ y el turismo de all¨¢ interesado en perfeccionar sus conocimientos sobre la cuesti¨®n.

Preguntaban los turistas c¨®mo se llamaban los toreros, se les respond¨ªa amablemente y les satisfac¨ªa comprobar cu¨¢n espa?ola era la terna: Mart¨ªnez, Gonz¨¢lez, P¨¦rez; m¨¢s racial no la conseguir¨ªa la empresa, por mucho que rebuscara en el escalaf¨®n. En cambio los novillos parec¨ªan chinos. Los novillos nada ten¨ªan que ver con el toro bravo. Ni locos repet¨ªan dos embestidas que recordaran, de alg¨²n modo, aquello que llamamos la casta del toro de lidia.

Pudieron estrellar a los novilleros, los tres en edad de merecer y uno nuevo en esta plaza, pero los novilleros no se dejaban estrellar por la casta china de los novillos, y se arrimaban de firme, aguantaban parones, sorteaban derrotes sin descomponerse. Hasta llegaron a correr la mano, que era como un milagro. Alberto Mart¨ªnez le dio distancia al cuarto y lig¨® redondos; Gonzalo Gonz¨¢lez hizo un toreo vertical y templado en el segundo, que simul¨® unas embestidas boyantes y luego le peg¨® una voltereta; C¨¦sar P¨¦rez adelantaba toreramente el enga?o a la ru¨ªna que sali¨® en tercer lugar. En los restantes, Mart¨ªnez, Gonz¨¢lez y P¨¦rez pelearon contra el infortunio. En el sexto acaeci¨® lo de los almohadillazos al picador y pudo apreciarse despu¨¦s que tambi¨¦n los merec¨ªa el novillo, por pregonao y por burro. Mart¨ªnez, Gonz¨¢lez y P¨¦rez lo hubieron de pasar muy mal con esa encerrona, la habitual de Las Ventas, que han convertido en la plaza de los saldos.