La 'cultura del objeto', base para una colecci¨®n de dise?o industrial en Par¨ªs
El Centro Georges Pompidou presenta hasta el 28 de agosto una exposici¨®n, Cultura del objeto-objeto de cultura, nacida de una excelente idea: la de constituir una colecci¨®n permanente en el Centro de Creaci¨®n Industrial, y una colaboraci¨®n entre el mismo y el Museo Nacional de Arte Moderno, que pretende sentar las bases de "un nuevo tipo de colecci¨®n", asociando en un mismo espacio las obras de arte y los objetos industriales producidos a partir de 1945, incluyendo la arquitectura y los principales elementos de la comunicaci¨®n visual.
Cultura del objeto-objeto de cultura, objeto ¨²til/in¨²til, mistificaci¨®n/manipulaci¨®n del objeto, culto/fetichismo del objeto. Muchos son los t¨ªtulos que pueden darse a esta muestra que, en principio, intenta un recorrido de 360 grados alrededor del objeto, una afirmaci¨®n que no es gratuita puesto que el audivisual que lo "preside" es circular.A trav¨¦s de este proyecto de colecci¨®n se evidencian las correspondencias, cruces y sistemas de influencias entre la creaci¨®n industrial y art¨ªstica o la producci¨®n art¨ªstica e industrial, que de ambas maneras puede decirse, pues aunque la muestra no insista en este aspecto, la frontera entre "creaci¨®n" y "producci¨®n" es cada vez m¨¢s delgada.
La muestra, estructurada a trav¨¦s de "situaciones" que al decir de sus comisarios son otras tantas hip¨®tesis de encuentro entre los elementos que la componen, es como "un inventario de combinatorias posibles" a partir de "palabras claves" y sus connotaciones y asociaciones m¨¢s omenos habituales, m¨¢ s o menos t¨®picas, como "energ¨ªa" (fr¨ªo, serial, est¨¢ndar, funcional), "contestaci¨®n" (alternativo, radical, crisis, utop¨ªa) o "identidad" (desviaci¨®n, travestismo, simb¨®lico, simulacro), etc¨¦tera.
En cada una de estas situaciones el design, la comunicaci¨®n visual, la arquitectura y las artes pl¨¢sticas, cohabitan en una perfecta armon¨ªa, gracias a la eficaz "escenograf¨ªa" de Achille Castiglione y Paolo Ferrari, que han organizado, modelado los espacios a partir de un n¨²cleo, el c¨ªrculo audiovisual, donde se concentra y define la proposici¨®n de la misma. Una buena idea con algunos fallos de realizaci¨®n, pues el ritmo acelerado de este audiovisual permite ver, pero no leer, las citas de artistas que incluyen, aunque tambi¨¦n, es cierto que la p¨¦rdida no es muy grave pues algunas de ellas son simples lugares comunes.
La selecci¨®n de "objetos" comprende, en consecuencia, obras de arte significativas o muy hermosas, como M¨¢quina de azotar (1988), de Rebeca Horn; Stack (1972), de Donald Judd; Neons biling¨¹es aleatorios (1971), de Fran?oise Morellet, o, en otro registro, Bateria fantasma (1972), de Claes Oldenburg, y Contaminaci¨®n (nueva ecol¨®g¨ªa) (1971), de Tetsumo Kudo, maquetas interesantes de arquitectos como la de Nicolas Grinmshaw para el Financial Times, los dibujos de Superstudio, 12 cit¨¨s id¨¨ales, o los. de Renzo Piano para IBM, junto con piezas de dise?o dom¨¦stico o industrial, el Motor vinking del cohete Arianne, los prototipos de veh¨ªculos del futuro de Peugeot y Renault, el microcalculador Bull, el Taburete de la escuela de ULM,de Max Bill y Hans Gugelht; la mesa de oficina First-place, de Bofill, o Espejo luminoso, de Ettore Sottsass, entre otros muchos, y por lo que respecta a la comunicaci¨®n visual, carteles, incluidos, naturalmente, los de Mayo del 68.
Todo el conjunto resulta equilibrado, todo parece ba?ado por un flujo est¨¦tico , en una "vecindad" tranquila en la que pueden convivir amigablemente sin incompatibilidad alguna el "Fusil Famas" llamado Clairon con la obra de Robert Filliou Siete usos infantiles de material de guerra (1970).
Todo es perfecto, demasiadoperfecto, hasta tal punto que se tiene la sensaci¨®n de que hay algo que se ha dejado de lado, riesgo quiz¨¢, o el conflicto, puede incluso- cuando ¨¦ste se incluye -como con los carteles de Mayo del 68- aparece como "desamorc¨¦", desactivado, en esta muestra "elegant¨ªsima, casi virginal, sin olor ni sabor". Quiz¨¢ problema est¨¢ ¨²nicamente en la ausencia de "promiscuidad" con que se relacionan todos esos objetos en nuestra vida cotidiana.
Al privarlos de su funci¨®n traslad¨¢ndolos al museo, esta relaci¨®n de intimidad con ellos entre ellos transforma a la ve nuestra percepci¨®n.
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