San Isidro, el santo del agua
Un pu?ado de entusiastas intentan recuperar el casticismo en las fiestas madrile?as
?Algo t¨ªpico de las fiestas de San Isidro?: El agua. Pero no s¨®lo la bendecida que mana de la fuente del santo. La de lluvia tambi¨¦n. Durante a?os los chubascos han sido el elemento m¨¢s habitual y costumbrista de estos d¨ªas de bullicio que hace apenas una d¨¦cada empezaron a recuperar su componente popular, aunque no su casticismo. El tipismo de San Isidro se sigue reduciendo a un pu?ado de entusiastas que saben hacer las rosquillas del santo, confeccionar un traje chulap¨®n o buscar un organillero apa?ao para bailar el chotis agarrao. Son los incondicionales de Madrid que huyen de los actos de un Ayuntamiento que sigue confundiendo los lunares de los vestidos andaluces con los de los madrile?os.
Madrid es contradictoria hasta para elegir a su santo: "Un patr¨®n labrador para una ciudad de cemento", recordaba en 1978 el cardenal Taranc¨®n. Los amantes de la tradici¨®n siguen sin encontrar su sitio dentro del programa oficial de fiestas. "Estamos muy olvidaditos", dice Pilar Jim¨¦nez de la Asociaci¨®n los Castizos.Hasta 1985 no hubo en San Isidro una verbena castiza. Se hizo entonces en la carrera de San Francisco. "Nos cost¨® varios a?os convencer al Ayuntamiento de que los madrile?os quer¨ªamos tener una verbena t¨ªpica", cuenta Serafin Reboul, fundador la tertulia castiza de Madrid. "Claro que es normal que no nos entendieran. El alcalde y casi todos los concejales son de fuera de aqu¨ª".
Al a?o siguiente consiguieron ganar las Vistillas para el chotis, pero se qued¨® en una falsa alarma. Eva, Lilian de Celis y Olga Ramos es lo ¨²nico castizo que ha encontrado el Ayuntamiento. "Tampoco hay mucho rn¨¢s", afirma uno de los organizadores. Este a?o las Vistillas se ver¨¢n invadidas tambi¨¦n de tonadillas, boleros, salsa y tango. "Lo que pasa es que se creen que s¨®lo tenemos el chotis y se olvidan de la mazurca, el pasodoble madrile?o y las seguidillas de Madrid", dice Pepita Movell¨¢n de la Asociaci¨®n De Madrid al Cielo.
As¨ª las cosas, algunas asociaciones han decidido no ir a las Vistillas este a?o. Y es que, adem¨¢s, est¨¢ el maestro Izquierdo, al que las asociaciones madrile?istas califican como el organillero oficial del Ayuntamiento. "Siernpre le contratan a ¨¦l y no tiene ni idea", se queja un socio de una de las agrupaciones. "No se puede bailar con ¨¦l porque corta las piezas", opina otro.
Pero tampoco est¨¢n las cosas como para exigir. En Madrid queda un pu?adito de organilleros. El m¨¢s famoso de todos, Antonio Manrique, el Pichi, emprendi¨® el camino definitivo de Madrid al Cielo en febrero pasado despu¨¦s de haber dejado su arte en el bar de El oso y el Madro?o, de la calle de la Bolsa.
Tampoco quedan muchos afinadores. Antonio Apruzzese, madrile?o de 83 a?os, aunque de padre italiano, regenta la ¨²nica tienda-taller de Madrid. De all¨ª salen la mayor parte de los organillos que se ver¨¢n estos d¨ªas por la ciudad, alquildaos a 15.000 pesetas diarias.
El acto m¨¢s multitudinario de las fiestas acostumbra a ser la romer¨ªa de San Isidro, el "patr¨®n de z¨¢nganos contemplativo s", que dir¨ªa Camilo Jos¨¦ Cela. Desde 1978 las asociaciones de vecinos organizan la suya con gran asistencia popular en la Casa de Campo, pero los ortodoxos prefiren la de la pradera de San Isidro, a la vera de la ermita. All¨ª, hace aflos hab¨ªa hasta tenderetes con sombreros cordobees. Las cosas no han cambiado mucho. "Vienen los del ayuntamiento en calesas con la desverguenza de flevar a ni?a s vestidas de sevillanas", cuenta Pilar Jimenez.
Rosquillas tontas y listas
La romer¨ªa es un sitio clave para presumir de casticismo. La costumbre marca acudir la ma?ana de San Isidro, besar al santo y hacer acopio del agua de la fuente del santo, a la que se atribuyen curaciones milagrosas de fiebres, males de orina y ri?¨®n, llagas, lepra, hernias y,_ dicen los cronicones, que hasta devolvi¨® la vista a un ciego. Es all¨ª, en la pradera, donde se comen las rosquillas del santo, que las hay tontas -secas, con un toquecito de an¨ªs- y lis-tas -m¨¢s tiernas y con azucar"Pero las que venden en la romer¨ªa no son las aut¨¦nticas", dice Pepita. "Yo prefiero hacerlas en casa".Mientras en la romer¨ªa se bailan sevillanas y se ven trajes andaluces, en la plaza Mayor lo que tira son las jotas castellanas. La indifinici¨®n auton¨®mica de Madrid propici¨® en los primeros a?os del resurgir de San Isidro como fiesta popular estos equ¨ªvocos costumbristas. La Plaza Mayor se llenaba de banderas moradas de Castilla. Cuando se decidi¨® el destino uniprovincial de Madrid, se arriaron los pendones castellanos, pero las jotas siguieron. Este a?o tambi¨¦n habr¨¢ foIk castellano, aunque el programa incluya un festival de danzas madrile?as.
Hubo tambi¨¦n intentos loables de reflotar tradiciones a lo largo de los ¨²ltimos tiempos. As¨ª naci¨® la feria de la gastronom¨ªa madrile?a que este a?o se ha caido del cartel isidril.
"El casticismo dificilmente se abre paso", explica Carlos Gonz¨¢lez, consejero de la Fundaci¨®n Amigos de Madrid. Esta asociaci¨®n ha decidido ir a lo pr¨¢ctico y ya que es muy dificil convencer a los madrile?os para que se vistan de chulapos se conforman con intentar despertar el af¨¢n por conocer la ciudad. Este a?o patrocinan un concurso para pintores noveles sobre el paisaje urbano de Madrid. "Los j¨®venes han ganado la partida. A ellos no les dice nada el organillo", dice Gonz¨¢lez para quien la mayor p¨¦rdida ha sido la verbena de San Antonio de la Florida.
Y es que ya lo dijo Jos¨¦ Sacristan, pregonero de las fiestas de este a?o: "Vaya usted a saber qu¨¦ es Madrid".
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