Atl¨¦tico y Madrid desperdiciaron sus ventajas
Bernd Schuster avanz¨® con el bal¨®n cuando apenas se llevaban 30 segundos de la segunda parte. Lo cedi¨® a Butrague?o, y ¨¦ste se lo devolvi¨® al hueco. Schuster, trotando, sin acelerar ni un ¨¢pice su velocidad de crucero, pas¨® entre los defensores del Atl¨¦tico como un amigo. S¨®lo le faltaba repartir abrazos. Recogi¨® el bal¨®n y, antes de marcar de un tiro cruzado, tuvo tiempo para mirar hacia atr¨¢s y ver las caras de sorpresa de los rojiblancos. Esa bondad atl¨¦tica, esa falta de concentraci¨®n y de ambici¨®n, le cost¨® ayer la victoria al equipo rojiblanco. El gol de Schuster, marcado de la forma m¨¢s inocente posible, fue la resurrecci¨®n de un Madrid que agonizaba y que, con el punto ganado ayer, aumenta sus opciones de revalidar el t¨ªtulo de Liga.El Atl¨¦tico de Madrid escribi¨® ayer una buena historia, pero no supo encontrar el final adecuado. Aguant¨® las embestidas del Madrid en los primeros minutos; lo desbord¨® con dos goles preciosos de Baltazar; y, cuando lo ten¨ªa arrinconado, sin aire, casi a punto de levantar los dos brazos en se?al de rendici¨®n, se olvid¨® de rematar el trabajo. Permiti¨® que el gol de Schuster devolviese a los cerebros madridistas la idea de sacar algo positivo. Desaprovech¨® hasta cuatro ocasiones clar¨ªsimas de aumentar su diferencia. Desperdici¨® la expulsi¨®n de Esteban, que dejaba al Madrid con 10 hombres a falta de 34 minutos para el final. Y se dej¨® dominar por una depresi¨®n profunda que llev¨® a su rival ciudadano a adelantarse por 2-3. S¨®lo una genialidad final de Baltazar evit¨® que el hara-kiri rojiblanco fuese completo.
El partido, muy extra?o, s¨®lo cabe entenderlo por el cansancio f¨ªsico y psicol¨®gico de ambos equipos a estas alturas de la temporada, acentuado por el tremendo calor de ayer en Madrid.
La primera parte se dividi¨® en dos fases muy claras. En la primera, el Madrid controlaba el bal¨®n mientras el Atl¨¦tico esperaba agazapado. Del pressing anunciado por los rojiblancos, nada de nada. El pressing era an¨¢rquico y se reduc¨ªa a peque?as acciones individuales. El Madrid aprovech¨® que Marina dej¨® el campo, con una brecha en la frente, para ahondar por el hueco que dejaba su sustituto, el joven Aguilera, muy verde en las tareas defensivas. Llorente lanz¨® un tiro al poste y Mart¨ªn V¨¢zquez desperdici¨® una situaci¨®n ventajosa tirando al cuerpo de Abel.
Pero en una escapada de Aguilera, que centr¨® despacito despacito para que Baltazar rematase a gol, comenz¨® la segunda fase. El Atl¨¦tico puso empe?o e ilusi¨®n, marc¨® un segundo tanto precioso -otra vez Baltazar-, y eso fue suficiente para desbordar a un Madrid que jugaba andando, que estaba perdido en el campo. Que no pon¨ªa rabia en el juego. Todo parec¨ªa indicar que el Atl¨¦tico pod¨ªa ganar por goleada.
Lleg¨® el gol de Schuster, y el partido aument¨® en su rareza. El Atl¨¦tico controlaba bien el juego en el centro del campo, soportaba los t¨ªmidos avances madridistas, y lanzaba r¨¢pidos zarpazos que pon¨ªan el coraz¨®n en un pu?o a Agust¨ªn. Adem¨¢s, el Madrid se quedaba con 10 hombres por la expulsi¨®n de Esteban. Los seguidores atl¨¦ticos se frotaban las manos viendo como Baltazar -32 tantos con los tres de ayer- se acercaba cada vez m¨¢s al gol. "Va a llegar, va a Regar", se dec¨ªan unos a otros. Pero lo cierto es que no llegaba. Baltazar cruz¨® demasiado el bal¨®n (m. 61), un tiro de Aguilera se encontr¨® con el pie de Michel (m. 67), Baltazar super¨® a Agust¨ªn, pero no a Gordillo (m. 68), y otra vez el brasile?o dispar¨® alto cuando se qued¨® solo a pase de Futre (m. 70).
Y, de pronto, resucit¨® el Madrid. Beenhakker utiliz¨®, por una vez, a dos hombres de refresco, dos j¨®venes de gran calidad a los que apenas ha dado oportunidades. Y Aldana y Losada le dejaron otra vez en evidencia. Comenzaron a correr, contagiaron a sus compa?eros de una ilusi¨®n que les faltaba, y todos juntos descubrieron que, jugando al contraataque como el Atl¨¦tico, pod¨ªan sacar algo positivo. Y el Madrid, casi sin cre¨¦rselo, golpe¨® dos veces para colocarse con ventaja.
Nadie entend¨ªa nada. Y lo m¨¢s extra?o era que el Atl¨¦tico segu¨ªa entrando con facilidad en una defensa madridista reconstruida, en situaci¨®n de emergencia por la expulsi¨®n de Esteban y la lesi¨®n de Gallego. Cuando todo parec¨ªa perdido para el Atl¨¦tico y las miradas al cron¨®metro se repet¨ªan con angustia, Baltazar recibi¨® una nueva inspiraci¨®n divina y enga?¨® por completo a Agust¨ªn.
El partido fue realmente raro. Y a¨²n m¨¢s si se tiene en cuenta que se trataba de un derby madrile?o. La tensi¨®n hist¨®rica se olvid¨® en el c¨¦sped, y hasta en los momentos de m¨¢xima tensi¨®n hab¨ªa abrazos, golpecitos en la cabeza o palmaditas cari?osas. El de ayer parec¨ªa m¨¢s un encuentro entre dos equipos de seminaristas que un apasionado derby regional.
Tan extra?o fue todo que hasta los jugadores debieron entrar desconcertados en sus vestuarios. "L¨¢stima que no hemos aprovechado nuestra ventaja, pero menos mal que no hemos perdido", deb¨ªan pensar todos. Las semifinales de la Copa aclarar¨¢n las cosas.
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