La marginaci¨®n digerida
El despacho de un diputado cuyo sue?o est¨¢ en Bruselas. El diputado recibe a una magistrada que lucha contra las sectas y especialmente contra una a la que acusa, desde su catolicismo militante, de diversos pecados; y llega una periodista que busca su informaci¨®n en ese caso. Al p¨²blico juvenil se le hace la boca agua anticipando ya la cr¨ªtica a lo que creen que representa un sistema que desde hace a?os les parece por lo menos c¨®mico.Este grupo, Producciones Marginales, se ha ido ganando su p¨²blico con Ernesto Caballero como director y autor. Squash fue una obra viva, y su versi¨®n de El amor enamorado, de Lope, una fuente de imaginaci¨®n y una manera de sacar arte de la pobreza. En esta obra parece que falta aliento o que sobra timidez. S¨®lo se deja adivinar que el diputadillo es socialista, que la magistrada es del Opus; en cuanto a la periodista, se repite demasiado la palabrapa¨ªs como para dejar una insinuaci¨®n hacia EL PA?S. Parece que los j¨®venes deb¨ªan ser m¨¢s audaces, o m¨¢s definidores, o menos cr¨ªpticos. Parece que tambi¨¦n el p¨²blico esperaba algo de eso y mayor fuerza de cr¨ªtica.
Sol y sombra
De Ernesto Caballero. Int¨¦rpretes: Blanca Su?en, Marta Bar¨®, Daniel Moreno, Valent¨ªn Hidalgo. Direcci¨®n: Emesto Caballero. Compa?¨ªa de Producciones Marginales. Festival de Teatro Joven. Sala Fernando de Rojas, del C¨ªrculo de Bellas Artes. 18 de mayo.
Ante estos supuestos arquetipos surge el representante de la secta perseguida, medio vestido de chacal y de guerrillero, que trata de amenazarles y al mismo tiempo de convertirles. Es tambi¨¦n confuso, indefinido. Como en las antiguas comedias de Priestley, la amenaza del extra?o ser revela el fondo de los personajes que representan la sociedad dominante: crueldad, corrupci¨®n, represiones sexuales. Todo est¨¢ sin cuajar. El lenguaje es libresco, no teatral, sin duda por el deseo de copiar la jerga del neopoder; pero suena siempre como a previamente escrito, no a dicho ni a espont¨¢neo.
Peque?as gracias
Los actores se mueven mal con ese lenguaje y con esa escasa fuerza de la situaci¨®n. Hay peque?as gracias que llegan al espectador y le hacen re¨ªr, pero ese m¨¢s que se espera no llega nunca. Ni por la v¨ªa moralista o fabiana de Priestley ni por la humor¨ªstica de la nueva farsa. Los diversos finales no arrancan teatro: el suicidio del hombre de la secta, no justificado suficientemente, o las salidas, aferrados a las compensaciones que alcanzan los personajes oficiosos que ganan su guerra contra la hetorodoxia. Todo est¨¢ como apuntado, sin terminar de hacer.Es posible que Ernesto Caballero y su compa?¨ªa tengan miedo de ir m¨¢s all¨¢, y es posible que se lo justifiquen a s¨ª mismos por la creencia de que si hubieran ido m¨¢s lejos no estar¨ªan ah¨ª, en ese escenario, en este festival ministerial. Pero cuando se elige el nombre de Producciones Marginales parece que se est¨¢ obligado a mantenerlo; o se acepta que la marginaci¨®n est¨¢ integrada y que la cr¨ªtica que apunta -y no desarrolla, y no resuelve- en su nueva obra no es un camino de arranque, sino de retroceso.
Babelia
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