Entre el modernismo y las vanguardias
La colecci¨®n Archivos, producto de la colaboraci¨®n entre ocho pa¨ªses -Espa?a, Francia, Italia, Portugal, Argentina, Brasil, Colombia y M¨¦xico-, ha sido creada por la asociaci¨®n de archivos de la literatura latinoamericana, africana y del Caribe del siglo XX, y prev¨¦ el lanzamiento de 110 obras en edici¨®n cr¨ªtica, de las que ya han aparecido nueve vol¨²menes. La colecci¨®n se presenta hoy en la Real Academia de la Lengua en un acto que contar¨¢ con la participaci¨®n de Ernesto S¨¢bato.Los vol¨²menes aparecidos hasta el momento recogen obras de Miguel ?ngel Asturias (Par¨ªs, 1924-1933, selecci¨®n de trabajos period¨ªsticos), Ricardo G¨¹iraldes (Don Segundo Sombra), Lezama Lima (Paradiso), C¨¦sar Vallejo (Obra po¨¦tica, completa), Mariano Azuela (Los de abajo), Teresa de la Parra (Las memorias de mam¨¢ Blanca), Enrique Amorim (La carreta), Alcides Arguedas (Raza de bronce) y Jos¨¦ Gorostiza (Poes¨ªa y po¨¦tica). Se trata de una labor cr¨ªtica e investigadora aplastante, que duplica y hasta triplica la extensi¨®n de los textos en s¨ª mismos, que adem¨¢s han sido fijados de manera (casi) definitiva.
Y digo casi, claro est¨¢, porque en literatura -y sobre todo en la investigaci¨®n literaria- la aproximaci¨®n es la norma, pocas veces hay algo definitivo, y hasta lo que parece serlo puede ser revisado despu¨¦s. De todas formas, esta colecci¨®n se presenta como una especie de monumento literario y cr¨ªtico, con todas las excelencias y peligros que ello comporta. Pues, en efecto, si los monumentos suelen ser frecuentados, en ocasiones imponen demasiado respeto, aplastan e impelen a ser vistos desde fuera, lo que en este caso ser¨ªa una l¨¢stima.
Escritos en espa?ol
La colecci¨®n, adem¨¢s, incluye t¨ªtulos escritos en espa?ol -la mayor¨ªa-, pero tambi¨¦n en portugu¨¦s, en franc¨¦s (de Hait¨ª) y en ingl¨¦s de Jamaica, Guyana y la isla Dominica. De los 27 expertos del comit¨¦ cient¨ªfico internacional, la mayor¨ªa son franceses -siete-, tres italianos, otros tantos espa?oles -D¨¢maso Alonso, Manuel Alvar y Blas Matamoro- y el resto de Paraguay, Argentina, Brasil, Colombia, Hait¨ª, Portugal, Reino Unido y M¨¦xico. Y estas ediciones est¨¢n costeadas por los pa¨ªses que, a trav¨¦s de sus organismos oficiales de investigaci¨®n -en Espa?a, el CSIC-, la coeditan para todo el mundo.
En la lista de los 110 vol¨²menes previstos se observa cierta inclinaci¨®n hacia las letras latinoamericanas anteriores al llamado boom, pues se trata de escritores desaparecidos. Son unos archivos. Ello priva a la colecci¨®n de los grandes nombres actuales, como Roa Bastos, Fuentes, Garc¨ªa M¨¢rquez, Octavio Paz o Vargas Llosa, que adem¨¢s son de los que m¨¢s lectores atraen en la actualidad. De todas formas, sorprende la ausencia, sobre todo, de un nombre, el de Jorge Luis Borges, y algo menos las de Enrique Larreta, Eduardo Mallea, Eduardo Barrios, M¨²gica La¨ªnez, Santos Chocano, Xavier Villaurrutia, Reyles, Gamboa, Otero Silva, etc¨¦tera, lo que indica las injusticias de toda selecci¨®n, o el descr¨¦dito cr¨ªtico en el que caen algunos nombres del pasado.
Hay pa¨ªses que no est¨¢n representados, como Honduras o, sobre todo, Costa Rica -lo que nos impide conectar con Carlos Luis Fallas, Yolanda Oreamuno, Mar¨ªn Ca?as o Eunice Odio- e inquieta la ausencia de Filipinas -con Jos¨¦ Rizal, por ejemplo-, aunque exceda los l¨ªmites geogr¨¢ficos. Ya dec¨ªa Consuelo Berges que Am¨¦rica no ten¨ªa paisaje, sino geografia, y el canciller Bismarck -lo recuerda Claude Simon-, que lo ¨²nico permanente de la historia es la geograf¨ªa. Pero Rizal, por ejemplo, est¨¢ m¨¢s cerca de este mundo que la gran Jean Rhys con su White Sargasso Sea, que procede casi m¨¢s de Charlotte Bront? que de su natal isla de la Dominica. Por ese camino podr¨ªa haberse incluido a V. S. Naipaul, de Trinidad-Tobago. Y si Rizal es de finales del XIX, tambi¨¦n lo es Ricardo Palma con sus Tradiciones peruanas, que est¨¢ en la lista.
Esta colecci¨®n hereda y sucede de alguna manera a la c¨¦lebre Biblioteca Ayacucho, venezolana, aunque es m¨¢s rica en textos cr¨ªticos y m¨¢s pobre en los de creaci¨®n, siendo as¨ª que la venezolana inclu¨ªa libros de toda la historia literaria latinoamericana. En la lista de t¨ªtulos previstos se prima algunos movimientos, como la novela indigenista -con A. Arguedas, Icaza, Alegr¨ªa y hasta quien la renov¨®, Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas- y la de la revoluci¨®n mexicana, y prevalece la gran poes¨ªa -Mistral, Vallejo, Neruda, Dar¨ªo-, que siempre es lo primero de todo, y que hasta precedi¨® al boom y defini¨® para siempre las letras de? continente, desde el modernismo a la vanguardia.
Por ¨²ltimo, entre lo publicado hay dos obras absolutas, Vallejo y Lezama Lima, presentadas por dos firmas espa?olas, Valente y Zambrano. Hay tambi¨¦n un libro in¨¦dito en volumen, los trabajos period¨ªsticos de Asturias, que han sido preferidos a alguna de sus obras maestras, acaso porque la edici¨®n estaba preparada para la colecci¨®n de obras completas que lanzan -con exasperante lentitud- la mexicana Fondo de Cultura Econ¨®mica y la Editorial Kliensieck. En definitiva, se trata de una gran iniciativa, de una gran colecci¨®n, que ha sido posible gracias al impulso internacional de la nueva novela latinoamericana, pero que en manos de los cient¨ªficos -y a pesar de Rayuela, de Cort¨¢zar- apenas llega hasta ella. De dif¨ªcil penetraci¨®n entre el gran p¨²blico, la colecci¨®n Archivos estar¨¢ ya en todas las bibliotecas, en todas las universidades, y en algunos hogares de aficionados cultos.
Babelia
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