Ni sorpresas ni estrellas
Una programaci¨®n sin sorpresas en el apartado de pop-rock, en contraposici¨®n con la interesante selecci¨®n de los m¨²sicos que han participado en el IX Festival de Jazz, ha sido la caracter¨ªstica de las pasadas fiestas. El elevado nivel art¨ªstico de Angelo Branduardi y Camar¨®n y los 12 millones de pesetas que cobr¨® el tenor Alfredo Kraus fueron otros aspectos significativos de unas fiestas que no han despertado la expectaci¨®n de otros a?os.
El programa de estas fiestas de San Isidro ha sido, en lo que a pop-rock se refiere, el m¨¢s desangelado de los ¨²ltimos a?os. Nombres nacionales e internacionales de segunda fila, salvo algunas excepciones, hac¨ªan a?orar los carteles de 1987 (G¨¦nesis y Tina Turner) o del pasado 1988 (Frank Zappa, Joe Cocker, Van Morrison y Leonard Cohen). Musicalmente no hab¨ªa opci¨®n a sorpresas: todos los grupos y solistas nacionales del programa hab¨ªan pisado escenarios madrile?os en los ¨²ltimos meses. A esta falta de riesgo, de emoci¨®n, deb¨ªan sumarse las desastrosas condiciones de los locales donde se celebraron los conciertos de pop-rock.Pese a todo, 15 grupos espa?oles de pop-rock y tres de heavy-metal tocaron, respectivamente, en el Pabell¨®n de Deportes del Real Madrid y en el Rock¨®dromo de la Casa de Campo. Angelo Branduardi, The Pogues, UB 40 y los heavys Kreator y Raven fueron los artistas internacionales invitados.
Los honorarios m¨¢s importantes fueron los del ¨²ltimo concierto, el te¨®rico plato fuerte de las fiestas: Los Pogues cobraron cuatro millones de pesetas, y UB 40, poco m¨¢s de seis millones. La recaudaci¨®n de este d¨ªa fue la m¨¢s importante, y 25.000 personas dejaron en las taquillas del Rock¨®dromo 25 millones de pesetas. Un d¨ªa antes fue el heavy-metal el que ocup¨® el polvoriento recinto de la Casa de Campo. Doce mil incondicionales se dieron cita en una marat¨®n de siete horas de m¨²sica en su forma m¨¢s dura, haciendo posible una recaudaci¨®n de seis millones de pesetas.
En el Pabell¨®n de Deportes del Real Madrid, un local con capacidad para 4.500 personas, se produjeron dos llenos importantes: el d¨ªa 14, para ver a Un Ping¨¹ino en mi Ascensor y a La Uni¨®n, y el 17, a Los Elegantes y Danza Invisible. Con las entradas a un precio de 600 pesetas y aproximadamente 500 invitados por noche, la recaudaci¨®n de cada d¨ªa ascendi¨® a unos 2,5 millones de pesetas. La entrada m¨¢s floja fue la del martes 16, fecha en la que actuaba el tr¨ªo de San Sebasti¨¢n 21 Japonesas y los granadinos La Guardia. Angelo Branduardi y Camar¨®n protagonizaron dos conciertos de calidad y el tenor Alfredo Kraus bati¨® el r¨¦cord de las contrataciones: por un recital cobr¨® 12 millones de pesetas. Los datos sobre ingresos generales y n¨²mero de asistentes a los festejos, en manos del concejal de Cultura Ram¨®n Herrero, no han podido ser contrastados al cierre de esta edici¨®n.
Opci¨®n valiente
Una opci¨®n valiente, rigurosa y exigente ha permitido que el IX Festival de Jazz de San Isidro, con cinco d¨ªas de programaci¨®n, pueda ser contemplado como un verdadero acercamiento al estado actual del jazz; a lo que, ya al filo de la d¨¦cada, llamamos jazz de los a?os ochenta. Es, desde luego, jazz de hoy la ¨²ltima formaci¨®n de Steps Ahead, pero tambi¨¦n es hora de considerar que el jazz-rock o fusi¨®n no es sino una peque?a parte de todo el importante y nuevo jazz de estos a?os. Es tambi¨¦n jazz de los ochenta el trompetista tejano que no cumpli¨® los 20 a?os y participa en el homenaje a Charlie Parker; son jazz de los ochenta el pianista franc¨¦s Michel Petrucciani, el contrabajista ingl¨¦s Dave Holland, el pianista surafricano Abdullah Ibrahim, Barry Harris con sus disc¨ªpulos y el madrile?o Miguel ?ngel Chastang con sus maestros.Lo nuevo de este festival quiz¨¢ fue precisamente la sustantividad espec¨ªfica de mucha de la m¨²sica que escuchamos. El jazz tiene bien poblado su pante¨®n de ilustres, y la categor¨ªa de gigante parece una adscripci¨®n digna del pasado, pero no del presente.
Adem¨¢s, este festival pudo ayudar a precisar qu¨¦ cosa tan nueva sigue siendo el jazz, sin mayores auxilios tecnol¨®gicos.
Babelia
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