Petos antirreglamentarios
No es infrecuente escuchar, sobre todo en la plaza de Madrid, la voz airada de alg¨²n aficionado denunciando desde el tendido que el caballo de picar va provisto de esas protecciones que son com¨²nmente conocidas como manguitos.Sin embargo, ninguna voz se alza cuando se comprueba que el caballo no lleva los susodichos manguitos, a pesar de que ninguno de los conjuntos protectores, mal llamados petos, que hoy d¨ªa lucen las monturas, cumplen las prescripciones del art¨ªculo 85 del Reglamento de Espect¨¢culos Taurinos.
Obs¨¦rvese que el mencionado art¨ªculo describe el peto en s¨ª como dos lonas impermeabilizadas, con un relleno de algod¨®n tambi¨¦n impermeabilizado, unido todo ello por un moteado de estambre v ciue es exactamente as¨ª como aparecen, en fotografias de la ¨¦poca, los primeros petos que se utilizaron, protegiendo la parte de la anatom¨ªa del caballo a la que, naturalmente, acomete el toro, es decir, el vientre. Estos petos ten¨ªan el problema real de que dejaban desguarnecida la parte posterior del animal, toda la grupa, con lo que era f¨¢cil que, al no entrar por derecho, la res pudiera comear la bragada del caballo.
Por ello, como dec¨ªa Basilio Barajas, contratista de caballos de Madrid en los a?os cincuenta, "se fue agregando tela", y siendo el general Mola director general de Seguridad, se estableci¨® un a?adido al primitivo peto que protegiera esta parte posterior y evitara, en la medida de lo posible, heridas en esa zona, quedando posteriormente definido en el actual art¨ªculo 85 como un "faldoncillo enguatado de largo suficiente para proteger la bragada del caballo" y no estableci¨¦ndose ning¨²n otro componente como no sean correas y tirantes.
Pues bien, parece evidente que las actuales corazas que se colocan poco tienen que ver con la descripci¨®n reglamentaria. Por un lado, llamar faldoncillo a ese mandil¨®n en que hoy consiste la manga, no ser¨ªa m¨¢s que una iron¨ªa de dudoso gusto, mientras que, por otro lado, parece dif¨ªcil de justificar que lo que ha de tener el "largo suficiente para proteger la bragada" llegue, pr¨¢cticamente, hasta las pezu?as y rodee por completo al animal. Extra?a bragada tienen los caballos de picar de hoy d¨ªa.
Es claro que el esp¨ªritu de la norma consiste en que se ofrezca al caballo una protecci¨®n, l¨®gica por otra parte, en las zonas vitales que pueden llegar a ser heridas por el toro, pero sin que esa protecci¨®n suponga un exceso de peso que convierta al conjunto de picar en una muralla inamovible, como demuestra el hecho de que en el mismo art¨ªculo se establezca una lirnitaci¨®n del peso de los petos en 25 kilos m¨¢s otros cinco de tolerancia por el aumento que se pueda producir por el uso (a este respecto no deja de ser curiosa esta tolerancia, que parece estable
cer que los petos no se desgastan, sino que crecen). Limita ci¨®n que por otra parte no parece que tampoco se cumpla, por que no hay m¨¢s que recordar al respecto la imagen que nos ofre cieron en la feria de San Isidro de 1988 y la presente, varios fornidos monosabios arrastrando trabajosamente el peto que le hab¨ªa sido retirado a un caballo desgraciadamente corneado y que, desde luego, no daba la ?in presi¨®n de pesar 25 kilos.
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