IRPF
Muchos espa?oles andan estos d¨ªas un s¨ª es no es desorientados y confusos. El afamado y complejo proyecto de decreto-ley sobre el Impuesto del Rendimiento de las Personas F¨ªsicas (IRPF) les ha dejado turulatos. En EE UU ya estar¨ªan camino del psiquiatra.El que m¨¢s y el que menos tiene a su se?ora cuidando del hogar y de los chicos, dedicada a sus labores, porque ella as¨ª lo quiere, al tiempo que aligera el mercado laboral, o porque no le queda otro remedio tras muchos a?os de buscar infructuosamente otro trabajo. Seg¨²n parece, sus labores son tan poca cosa que hay que hacerlas gratis.
Al menos eso piensan los que afirman algo tan escasamente inteligible como que la renta del marido es s¨®lo imputable a "quien ha generado el derecho a la percepci¨®n de los rendimientos del trabajo". Pero ellos saben de sobra -con exacta intuici¨®n- lo que implica el r¨¦gimen de gananciales sin necesidad de que ning¨²n leguleyo venga a confundirles.
Para este viaje no se necesitaban alforjas. El Tribunal Constitucional pod¨ªa haberse ahorrado tanta verborrea con los fundamentos sexto y s¨¦ptimo de la sentencia del mes de febrero. Para el caso que le hacen...
No les ha bastado con sentirse expoliados, timados, afanados, robados tras una sentencia salom¨®nica que se negaba a s¨ª misma efectos retroactivos sin ning¨²n fundamento. Ahora tienen que aguantar la burla, el pitorreo, la candonga y la co?a marinera del proyecto de marras. (Y, para colmo, no cesan los rumores de amnist¨ªa fiscal para el dinero negro).
O mucho me equivoco, o todas estas cosas van a acabar, crispando a un colectivo d¨®cil, acostumbrado a dejarse orde?ar sin rechistar por la clase pol¨ªtica, que no duda en gastar alegre y vorazmente el dinero que ellos, y a partes iguales sus se?oras, ganan con el sudor de cada d¨ªa. Alguno termina hart¨¢ndose e invita seriamente a la desobediencia fiscal a esa gran mayor¨ªa silenciosa de gentes de buena voluntad.
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