Los 60 de Estrasburgo
Las dificultades de los eurodiputados espa?oles para hacerse un sitio en el Parlamento europeo
, Los eurodiputados espa?oles encaran las eleciones para su segunda legislatura en el Parlamento Europeo. Tres a?os y medio de experiencia han dejado clara la dificultad de hacerse un sitio en una c¨¢mara organizada por grupos pol¨ªticos y no por nacionalidades. El PSOE ha sacado partido de esta estructura. Ahora el PP intenta copiar la experiencia con su paso a las filas democristianas. Fraga se ha visto obligado a abandonar su fijaci¨®n por el parlamentarismo brit¨¢nico.
Cuando los 60 provisionales espa?oles llegaron la primera vez en enero de 1986 al Parlamento Europeo de Estrasburgo, la gran mayor¨ªa so?aba con regresar pronto a la pol¨ªtica nacional. A falta de elecciones espec¨ªficas, el Congreso y el Senado designaron el cupo de eurodiputados que hab¨ªan de representar a Espa?a como nuevo miembro de la CE.En junio de 1987, el 90% de aquellos interinos continuaron en sus puestos, esta vez respaldados por el sufragio universal directo, al igual que sus colegas del hemiciclo europeo. Dos a?os despu¨¦s, la lista de bajas para los pr¨®ximos comicios se reduce a cuatro en el PSOE y tres en el PP, entre ellos Manuel Fraga. Todos los dem¨¢s han elegido intentar repetir suerte. El Parlamento Europeo es una c¨¢mara cargada de futuro, porque todav¨ªa carece de poder legislativo. Sus ¨²nicos aut¨¦nticos poderes radican en la capacidad de veto al presupuesto de la CE de ratificaci¨®n de los acuerdos internacionales y en la posibilidad, a¨²n nunca ejercida, de llevar a cabo una moci¨®n de censura que podr¨ªa hacer dimitir a la Comisi¨®n Europea.
Con el Acta ¨²nica se ha abierto una puerta a la extensi¨®n de competencias al instaurarse el sistema de cooperaci¨®n con el Consejo de Ministros de la CE, pero los eurodipuados suspiran por la codecisi¨®n para poder rivalizar en protagonismo comunitario con el poder predominante de los Gobiernos. Aunque los dict¨¢menes son preceptivos, carecen de fuerza vinculante y las m¨¢s de las veces son desatendidos. Pero reforzado su prestigio y legitimada por el sufragio universal, la Euroc¨¢mara, ajuicio de los optimistas, vivir¨¢ en la pr¨®xima legislatura su ¨²ltima etapa antes de abordar un per¨ªodo constituyente que ser¨¢ decisivo.
El d¨ªa que los provisionales llegaron, caus¨® sensaci¨®n en el hemiciclo europeo el buen cach¨¦ de la selecci¨®n espa?ola. En ella figuraban cinco ex ministros y un ex presidente del Gobierno. Fue ¨¦ste, Leopoldo Calvo Sotelo, quien mejor defini¨® una vida parlamentaria taca?a en protagonismo. "Europa", dijo, "es que un descendiente de emperadores como Otto de Habsburgo (eurodiputado democristiano alem¨¢n) venga a pedirme en los pasillos que apoye su enmienda sobre carne de bovino".
Tras las elecciones de 1987, se fue el ex presidente, aunque un hom¨®logo auton¨®mico, Carlos Garaikoetxea, obtuvo su esca?o y creci¨® la n¨®mina de ex ministros, algunos tan renombrados como Fernando Mor¨¢n y Manuel Fraga. Del primero se dice que es un exiliado de lujo. El ardor parlamentario de Fraga despert¨® al principio expectativas, pero seg¨²n pasaron los meses su pasividad provoc¨® que hasta sus mismos partidarios comentaran que daba la impresi¨®n de moverse como si el agua le llegara a la cintura. Parec¨ªa que al l¨ªder del PP, con la morri?a de Galicia, le resultasen peque?os los asuntos de Europa.
Voluntad de trabajo
Acaso Garaikoetxea fue quien supo una vez jugar mejor sus bazas para no pasar desapercibido. Fue en el debate a favor de las lenguas minoritarias en la CE. Se dirigi¨® a la c¨¢mara en vasco y todos le entendieron. Al contrario que catalanes y otros, el ex lehendakari tom¨® la precauci¨®n de repartir primero a los int¨¦rpretes el texto de su discurso redactado en castellano.
Todos destacan la voluntad de trabajo de que han dado muestras los espa?oles. Su granito de arena se refleja, por ejemplo, en que ha crecido el n¨²mero de resoluciones y enmiendas sobre Am¨¦rica Latina, pero sus esfuerzos por hacerse notar han chocado con una organizaci¨®n por grupos pol¨ªticos en lugar de por nacionalidades. Esa estructura reforz¨® el protagonismo del PSOE en el a?o y medio que transcurri¨® hasta las primeras elecciones europeas.
Con 36 eurodiputados, las huestes de Felipe Gonz¨¢lez se convirtieron en el n¨²cleo mayor dentro del Grupo Socialista, el m¨¢s numeroso de la c¨¢mara. Ello le dio la oportunidad a Enrique Bar¨®n de optar en enero de 1987 a la presidencia del Parlamento Europeo. Result¨® derrotado porque los integrantes entonces de AP, entre otros, eligieron la pol¨ªtica y votar a uno de los suyos, el conservador brit¨¢nico lord Plumb. Aquello arm¨® el primer revuelo y pareci¨® poca recompensa que, a cambio, el propio Bar¨®n y el aliancista Luis Guillermo Perinat obtuvieran dos vicepresidencias.
Hoy el PSOE tiene 29 esca?os tras el fichaje de Carmen D¨ªez de Rivera, antigua musa de UCD, tr¨¢nsfuga del CDS. El peso de los socialistas espa?oles ha mermado en Europa. De la diferencia que la pol¨ªtica parlamentaria puede reflejar a uno y otro lado de los Pirineos el mejor ejemplo es lo que pasa con la coalici¨®n Converg¨¨ncia i Uni¨®. Sus candidatos se presentan en la mismalista en Espa?a y los dos partidos gobiernan juntos Catalu?a, pero Concepci¨® Ferrer, de Uni¨® Democr¨¢tica, est¨¢ adscrita al grupo democristiano y sus dos colegas de Converg¨¨ncia cohabitan con los liberales. Garaikoetxea est¨¢ asociado a los verdes de Arco Iris, un grupo por el que vaticinan habr¨¢ tortas entre los minoritarios.
Los eurodiputados del CDS figuran como no inscritos, pero intentaron la jugada de unirse a los radicales y convencer a dos socialistas italianos y uno griego para contar con grupo propio, mayor presupuesto y m¨¢s tiempo de intervenciones. La alquimia no result¨® porque la disciplina socialista impidi¨® la mezcla.
En las filas espa?olas no existe un activista de esc¨¢ndalos como el ultraderechista Le Pen o el reverendo Ian Paisley. ¨²nicamente Txema Montero, representante de Herri Batasuna, provoc¨® cierta tensi¨®n el pasado 12 de abril al esgrimir la causa vasca aprovechando la comparecencia de Felipe Gonz¨¢lez, para hacer un balance de la presidencia espa?ola de la CE. Gonz¨¢lez no se anduvo corto y le acus¨® de complicidad con ETA.
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