Ir¨¢n, una historia sangrienta
Hace una d¨¦cada, el ayatol¨¢ Jomeini logr¨® en pocas semanas hacer de s¨ª mismo un icono reconocido en todo el mundo. Para los extranjeros, con su turbante negro, la mirada severa y su larga barba blanca, lleg¨® a ser la personificaci¨®n del fanatismo sin piedad de la crisis de los rehenes norteamericanos y de la sucesi¨®n de un atentado tras otro. El ayatol¨¢ deb¨ªa gran parte de su enor.me autoridad a la aureola de santidad que rodeaba su persona. En el tiempo en que gobern¨® con poder absoluto en Ir¨¢n, un mill¨®n de vidas, en su mayor¨ªa de adolescentes, se han perdido en una f¨²til guerra contra Irak. Como dirigente de la revoluci¨®n contra el corrupto y autoritario sha, el ayatol¨¢ instaur¨® un r¨¦gimen que pronto se mostr¨® desp¨®tico. Llen¨® las c¨¢rceles y las tumbas con los disidentes. Orden¨® azotar a periodistas por tolerar opiniones que ¨¦l detestaba. Incluso pretendi¨® prohibir la m¨²sica. Y ahora la corrupci¨®n se ha extendido entre el clero musulm¨¢n, mientras la econom¨ªa iran¨ª, basada en el petr¨®leo, se ve devastada por la guerra, la inflaci¨®n y la desorganizaci¨®n. La era de Jomeini recuerda la historia del Viejo de la Monta?a escuchada por Marco Polo hace siglos. Hab¨ªa una vez un viejo que secuestraba a j¨®venes y les dec¨ªa: "Id y matad a mis enemigos. Cuando volv¨¢is, mis ¨¢ngeles os conducir¨¢n al para¨ªso". Ahora que el ayatot¨¢ se enfrenta a la posteridad, su pueblo debe decidir qu¨¦ ha quedado del para¨ªso.6 de junio
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