Elegancia

Es fundamentalmente un hombre sabio. Ahora ya s¨®lo falta intentar comprender qu¨¦ es la sabidur¨ªa. Si nos atenemos a sus escritos autobiogr¨¢ficos, a sus gustos personales, a su constante inter¨¦s por todo lo que se mueve en el ¨¢mbito cultural y a lo que se puede deducir al escucharle, se llega a la conclusi¨®n de que la sabidur¨ªa es b¨¢sicamente capacidad de observaci¨®n, sencillez y una elegante automarginaci¨®n.La capacidad de observaci¨®n de Julio Caro llega a lo insospechado: le fascina N¨¢poles, la arquitectura popular, Cioran o los tratados de fisiogn¨®mica. Conoce a Bukowski, ama a Wagner y respeta al ser humano. Quiz¨¢ eso explique su desprecio por la soberbia y la intolerancia.

Su sencillez es visible. Desde su indumentaria -los d¨ªas importantes suele llevar pajarita-, hasta sus gustos gastron¨®micos -cocina tradicional, preferentemente vasca. Puede atender consultas de saharauis o de adaptadores de El Quijote para la televisi¨®n con el denominador com¨²n de la desinteresada amistad. En el ¨¢mbito de lo financiero su talante tambi¨¦n es ejemplarmente sencillo: le han estafado siempre que han querido.

Y esa capacidad asombrosa para no ganar dinero le confiere una elegancia innata. Se margin¨® del mundo de la docencia -a¨²n hoy le piden una fe de vida para cobrar una peque?a pensi¨®n que se niega a cumplimentar-, de los cargos p¨²blicos y de todo lo que huele a triunfo hortera. Ni siquiera tiene un BMW.