La reina y su doble
F. J., El viaje de los cuadros embalados con prisas en Espa?a que luego huyeron de los frentes de combate durante la guerra civil estuvo lleno de incidentes y anécdotas. Cuando finalmente llegaron a Ginebra, el primer inventario de las obras permitió a los especialistas reconocer que, a pesar de todo, los cuadros habían llegado en las mejores condiciones posibles.
Fueron 1.300 obras, de las cuales 352 pertenecían al Museo del Prado, y las otras, a otros museos e iglesias de todo el territorio espa?ol. Sólo hubo un incidente en el camión que transportaba las célebres pinturas de Goya El Dos de Mayo y El Tres de Mayo de 1808 en Madrid, que ahora se encuentran perfectamente restauradas.
La exposición que siete meses y medio después de su llegada se celebró para despedir de su exilio suizo las pinturas espa?olas tuvo en su cartel anunciador el cuadro La reina Mariana de Austria, de Diego Velázquez. El cincuentenario de esta muestra no sólo no ha podido llevar las mismas obras a Ginebra, sino que el deseo de utilizar la misma imagen en el cartel ha tenido un incidente inesperado. No ha sido hasta el propio día de la inauguración de la muestra, con el antiguo y el nuevo cartel enfrentados en una de las salas, cuando el director del Prado se ha dado cuenta de que no se trataba de la misma pintura. El cartel de 1939 reproduce otra pintura de la reina Mariana, también pintada por Velázquez, pero que se encuentra en el Louvre.
La reina que sí estuvo en Ginebra, y ahora ha vuelto, es la que figura en el cartel de 1989. El tiempo, inasible, no permite recuperar del pasado incluso el recuerdo más seguro.
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