La decisi¨®n de la se?ora O'Connor
El derecho al aborto de las norteamericanas, en manos de la ¨²nica magistrada del Supremo
Cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos, el perro guardi¨¢n de la Constituci¨®n norteamericana, est¨¢ a punto de dictar una de las sentencias m¨¢s conflictivas de su existencia, el derecho de la mujer a seguir abortando legalmente, todos los ojos de la naci¨®n est¨¢n puestos en una mujer de 59 a?os, Sandra Day O'Connor, la primera que ocupa un sill¨®n de magistrado en el alto tribunal en los 200 a?os de historia de la instituci¨®n.
La expectaci¨®n no es para menos porque de su voto depende que el tribunal, compuesto por nueve miembros vitalicios, mantenga o revoque una sentencia hist¨®rica en la jurisprudencia norteamericana, la famosa decisi¨®n Roe versus Wade, de 1973, que reconoc¨ªa el derecho de la mujer a abortar legalmente en las primeras 12 semanas de embarazo. En la actualidad -de acuerdo con el recuento de votaciones hechas por los expertos- se registra un empate a cuatro votos entre los magistrados varones del Tribunal Supremo. El voto de desempate corresponde por tanto a la madam justice (se?ora magistrada) Sandra Day O'Connor.Ning¨²n tema desde Vietnam o la lucha por los derechos civiles ha conmovido tanto a la opini¨®n p¨²blica de este pa¨ªs como el del aborto. En opini¨®n de Samuel Lee, director del movimiento Ciudadanos a Favor de la Vida de Misuri, cualquiera que sea la decisi¨®n del Supremo, "la batalla se prolongar¨¢ durante a?os y a?os". Porque para los proabortistas, seg¨²n manifiesta Ira Glasser, de la Uni¨®n para las Libertades Civiles Americanas (ACLU), "la batalla ha pasado de ser un conflicto legal en los ¨²ltimos 15 a?os a convertirse en una verdadera lucha pol¨ªtica". Por su parte, Kate Michelman, directora ejecutiva de la Liga Nacional para la Defensa del Derecho a Abortar (NARAL), afirma que "las mujeres no abortan porque s¨ª, sino porque lo necesitan".
Ninguna de las dos partes est¨¢ dispuesta a llegar a un compromiso, porque para las dos se trata de cuestiones de principio. Mientras que los antiabortistas alegan que la vida comienza desde el mismo momento de la fecundaci¨®n, los que est¨¢n a favor aducen el derecho constitucional de la mujer a decidir. Los dos movimientos han sido capaces de movilizar a millones de norteamericanos en defensa de sus respectivas posiciones. La manifestaci¨®n celebrada en Washington el pasado abril por los proabortistas reuni¨® a m¨¢s de 300.000 personas, la cifra m¨¢s impresionante que se recuerda en esta capital desde la famosa marcha a favor de los derechos civiles encabezada por Martin Luther King. En cuanto a los grupos pro-life, o a favor de la vida, se manifiestan todos los fines de semana delante de las cl¨ªnicas que practican el aborto.
Sentencia federal en contra
El Supremo tiene que pronunciarse sobre una ley aprobada por la legislatura del Estado de Misuri seg¨²n la cual se aceptaba la premisa de que la vida empezaba "en el mismo momento de la concepci¨®n". Un cl¨ªnica local apel¨® la ley despu¨¦s de que un juez federal la aplicara, y el tribunal de apelaci¨®n del Estado decidi¨® enviarla al Tribunal Supremo, que es el organismo encargado de velar por la constitucionalidad de las leyes en Estados Unidos. Los antiabortistas hab¨ªan conseguido su objetivo: convertir el caso en un examen ante el Supremo de la legislaci¨®n vigente en torno al aborto.Sandra Day O'Connor, una nativa de la frontera entre Arizona y Nuevo M¨¦xico que a los ocho a?os marcaba ganado en el rancho de sus padres, fue nombrada magistrada del Supremo en 1981 por el entonces presidente, Ronald Reagan. Su nombramiento fue recibido por los proabortistas como un jarro de agua fr¨ªa. Su primera declaraci¨®n ante el comit¨¦ del Senado que debat¨ªa su confirmaci¨®n para el cargo no pudo ser m¨¢s demoledora para los partidarios del derecho de la mujer a abortar. "Personalmente", dijo en aquella ocasi¨®n, "considero el aborto como una aberraci¨®n". Sin embargo, en sus a?os como miembro de la legislatura de Arizona hab¨ªa votado una vez a favor de la despenalizaci¨®n del aborto. En su primer comentario como justice del Tribunal Supremo, en 1983, a una sentencia sobre terminaci¨®n del embarazo, O'Connor manifest¨® que, con los avances de la medicina moderna, "la sentencia Roe se contradice consigo misma". "La vida potencial", escribi¨® entonces, "no es menos potencial en las primeras semanas de embarazo que lo es cuando el feto se considera viable o despu¨¦s".
Pero en sentencias m¨¢s recientes, O'Connor ha demostrado, dentro de un conservadurismo nato, su independencia de juicio y su tendencia a estudiar cada caso de acuerdo con sus propias circunstancias. En sentencias sobre derechos de las minor¨ªas, O'Connor se ha alineado siempre con los miembros liberales del Tribunal.
Casada con un abogado de San Francisco con bufete en Phoenix (Arizona) y madre de tres hijos, Sandra Day O'Connor es descrita por sus amigos como todo un car¨¢cter, adem¨¢s de una perfeccionista. Esa fortaleza de car¨¢cter fue demostrada en el ¨²ltimo a?o y medio, cuando la justice tuvo que someterse a una operaci¨®n de apendicitis y a la amputaci¨®n de un pecho. Durante alg¨²n tiempo y como consecuencia del tratamiento de quimioterapia a que fue sometida tras la operaci¨®n, su dimisi¨®n empez¨® a rumorearse en Washington, pero ella misma se encarg¨® de desmentirla con su actuaci¨®n en los campos de golf y en las canchas de tenis pocas semanas despu¨¦s de abandonar el sanatorio. Sus amigos recuerdan como ejemplo de su af¨¢n de perfeccionismo que cuando aprendi¨® a jugar al golf estuvo dos a?os practicando s¨®lo los golpes de salida antes de participar en un partido.
O'Connor es una mujer fronteriza. Nacida en 1930, sus primeros ocho a?os transcurrieron en el rancho Lazy B, situado en un territorio donde durante m¨¢s de 100 a?os el Cuarto de la US Cavalry (la caballer¨ªa americana) hab¨ªa luchado contra los apaches chiricauas. La futura madam justice se gradu¨® en Derecho con los m¨¢ximos honores en la famosa universidad de Stanford.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.