Un agujero sin fondo
El endeudamiento de Egipto exige medidas dr¨¢sticas
Cuarenta mil millones de d¨®lares de deuda externa, una tasa de inflaci¨®n cercana al 30% y un crecimiento demogr¨¢fico del 3,5% anual configuran un paisaje bastante desolador para el futuro inmediato de Egipto. Ahogado por la necesidad de refinanciar su deuda y obtener nuevos cr¨¦ditos, el Gobierno de El Cairo lleva a cabo desde hace dos a?os un t¨ªmido programa de reformas econ¨®micas que oscila entre las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el riesgo de desestabilizaci¨®n social.
"La actual situaci¨®n tiene una dif¨ªcil salida", comentaba recientemente a EL PA?S un joven agregado comercial europeo. "Las dr¨¢sticas medidas que se requieren para salir de la crisis tienen un alto coste social que no se puede despreciar", a?ad¨ªa, convencido de su inevitabilidad. El fantasma de las revueltas del pan que han estallado en los ¨²ltimos meses en otros pa¨ªses de la zona (T¨²nez, Argelia, Jordania) frena a las autoridades egipcias a acometer la reestructuraci¨®n. Entre las exigencias del FMI destacan la supresi¨®n de las subvenciones a los alimentos b¨¢sicos, causa directa del d¨¦ficit presupuestario, y la unificaci¨®n de los tipos de cambio. Estos requerimientos no son nuevos, pero se van completando por etapas en negociaciones anuales que apenas llegan a cubrir los m¨ªnimos. As¨ª, en el caso de los tipos de cambio, el Gobierno de Mubarak accedi¨® en abril de 1987 a igualar el precio de la libra egipcia con su valor real pero mantiene a¨²n un tipo artificial para la importaci¨®n de productos b¨¢sicos y otra tasa para los derechos aduaneros. En v¨ªsperas de la medida, que casi acab¨® con el mercado negro de divisas, la moneda nacional costaba 0,74 d¨®lares (unas nueve pesetas) en los bancos, pero en la calle la transacci¨®n era substancialmente m¨¢s beneficiosa: se obten¨ªa por 0,46 d¨®lares.
Hoy, dos a?os m¨¢s tarde, y cuando parec¨ªa que se hab¨ªa logrado el control del mercado de cambios, la cotizaci¨®n del d¨®lar en el mercado interno se ha vuelto a disparar. Las autoridades egipcias, que en un principio atribuyeron el hecho a los especuladores, lanzan ahora globos sonda a trav¨¦s de la Prensa oficiosa sobre la posibilidad de liberalizar su precio. La decisi¨®n es muy arriesgada, pero ser¨ªa m¨¢s realista desde el punto de vista econ¨®mico, aseguran algunos observadores.
C¨¢lcidos err¨®neos
"Se parte de un fallo en el planteamiento de la cotizaci¨®n", explica una fuente bancaria europea, "ya que carece de fundamento t¨¦cnico". "Da la impresi¨®n de que los responsables calcularan la tasa de cambio restando los botones que faltan en la chaqueta del ordenanza del Banco Central al n¨²mero de empleados que han acudido esa semana a trabajar y dividiendo por un n¨²mero m¨¢gico", bromea la fuente, consciente de que las razones pol¨ªticas que mueven a tal decisi¨®n resultan profundamente antiecon¨®micas.De momento, la cotizaci¨®n diaria sigue a duras penas y a distancia el valor de la libra en el nuevo incipiente mercado negro. En lo que va de a?o, la moneda egipcia ha pasado de cambiarse a 2,35 por d¨®lar a 2,56, una devaluaci¨®n del 8,2%, lejos del 21% depreciado en el mercado real.
"La ¨²nica justificaci¨®n es la escasez cr¨®nica de d¨®lares", insisten los medios bancarios consultados. ?stos mencionan de paso las peculiaridades del mercado negro egipcio, que, al contrario de lo habitual, no se consagra a la evasi¨®n de capitales, el turismo o los gastos suntuarios, sino al pago de necesidades b¨¢sicas como la importaci¨®n de alimentos, una de las pesadillas cotidianas del presidente egipcio, Mohamed Hosni Mubarak.
Egipto, con 55 millones de habitantes api?ados en una vig¨¦sima parte del suelo nacional, se ve obligado a importar el 70% de los alimentos que consume. Fruto de la idea del Estado-Providencia heredada de la era naserista, se subvenciona a¨²n la mayor¨ªa de los productos b¨¢sicos, tales como la harina, el arroz, el aceite y el az¨²car. Este peso, insoportable incluso a corto plazo, es el que mantiene, sin embargo, la calma social entre las capas con menores ingresos (menos de 50 d¨®lares mensuales), incalculable de otro modo en un pa¨ªs que crece a raz¨®n de 1,5 millones de habitantes por a?o y es incapaz de generar los 500.000 empleos que requiere tal incremento.
"El problema de Egipto es como una pescadilla que se muerde la cola", confesaba hace unos meses a EL PA?S un t¨¦cnico comercial espa?ol desplazado a El Cairo para negociar un acuerdo bilateral. "No hay forma de romper el c¨ªrculo vicioso. Prestamos a sabiendas de que no van a poder devolver".
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