Al alba
EL 20 de abril de 1963, de madrugada, el dirigente comunista Juli¨¢n Grimau, condenado la v¨ªspera por un consejo de guerra, fue fusilado en las afueras de Madrid. M¨¢s de un cuarto de siglo despu¨¦s, el fiscal general del Estado acaba de solicitar de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo la declaraci¨®n de nulidad de aquella sentencia. La solicitud se apoya en el hecho de que, en contra de lo establecido por la propia legislaci¨®n franquista, en el consejo de guerra no figuraba ning¨²n licenciado en Derecho. Un tal Manuel Fern¨¢ndez Mart¨ªn, que actu¨® como vocal ponente del consejo, en cuyas actas figura como comandante jur¨ªdico del Ej¨¦rcito, ser¨ªa condenado tres a?os despu¨¦s por usurpaci¨®n de funciones. Ese sujeto, que fue procurador en las Cortes de la dictadura y dirigente del sindicato vertical, se hab¨ªa hecho pasar por abogado, alegando que su t¨ªtulo fue destruido por los rojos durante la guerra. Se demostrar¨ªa que en realidad s¨®lo hab¨ªa cursado dos asignaturas del primer curso de la carrera. El impostor fue ponente en numerosos procesos militares celebrados durante los primeros 25 a?os del franquismo. Por ejemplo, tambi¨¦n a comienzos de los sesenta, en el del estudiante anarquista Francisco S¨¢nchez Ruano, que fue condenado a m¨¢s de 25 a?os de prisi¨®n, y que, al igual que los familiares de Grimau, lleva a?os luchando por esa reparaci¨®n simb¨®lica que supondr¨ªa el reconocimiento de la ilegalidad de aquellos consejos de guerra.Reparaci¨®n moral, porque nada devolver¨¢ la vida a Juli¨¢n Grimau ni sus a?os de juventud a S¨¢nchez Ruano. Pero con el valor simb¨®lico del reconocimiento, a un cuarto de siglo de distancia, de la naturaleza arbitraria y corrupta de aquel r¨¦gimen que convirti¨® los tribunales militares en escenarios de un ritual de venganza. Hoy no existe la pena de muerte, y los procesados gozan de las garant¨ªas propias de un Estado de derecho. Los descerebrados que afirman que "en el fondo nada ha cambiado" -los mismos que se complacen con las ejecuciones sumarias de ETA- sufren amnesia sobre lo que fue aquel r¨¦gimen terrible que incluso en su etapa madura, cuando celebraba sus primeros 25 a?os con la pretensi¨®n de haberse dotado de legitimidad y juridicidad, segu¨ªa condenando a sus enemigos pol¨ªticos en parodias de juicios como la que sirvi¨® para segar la vida de Juli¨¢n Grimau. Hace 26 a?os. A los cinco meses de su detenci¨®n y unas horas despu¨¦s de que el Consejo de Ministros diera el enterado a la condena firmada por el impostor y sus compa?eros de consejo de guerra.
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