Los Gobiernos peronistas y la econom¨ªa
Entre los interrogantes y expectativas que abre el triunfo electoral del peronismo, ocupan un lugar especial los referidos a las caracter¨ªsticas de su futura gesti¨®n econ¨®mica. Esta preocupaci¨®n resulta tanto de la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica en que se encuentra el pa¨ªs como de la ausencia de un programa claro sobre c¨®mo se encarar¨¢ la acci¨®n oficial en esa conflictiva ¨¢rea.A esto debe agregarse que el peronismo es un partido de los que usualmente se denominan atrapa todo, que re¨²ne la adhesi¨®n de sectores sociales contrapuestos y aun dentro de su propia estructura partidaria coexisten orientaciones sumamente contradictorias entre s¨ª. Adem¨¢s, Menem llegar¨¢ a la presidencia con un clima cargado de tensiones y de demandas sociales insatisfechas a las que de alg¨²n modo deber¨¢ dar respuesta, en especial si se tiene en cuenta que una de las claves de su triunfo electoral residi¨® en su capacidad de movilizar las esperanzas de cambio de las capas sociales econ¨®micamente m¨¢s postergadas.
El peronismo no tuvo nunca un modelo econ¨®mico al cual ajustar sus propuestas y realizaciones. Su conducci¨®n de la econom¨ªa se vio siempre marcada por el pragmatismo y por la intenci¨®n de encontrar puntos de convergencia entre todos los intereses pol¨ªticos y sociales que quer¨ªa satisfacer. As¨ª, durante los primeros nuevo a?os que ejerci¨® el Gobierno se propuso conciliar las demandas de los asalariados con las de un amplio sector de los empresarios urbanos. Luego se inici¨® una fase en la que se trat¨® de estabilizar y mantener algunos logros de los primeros a?os, pero no pudo impedir que la econom¨ªa entrara en una tendencia de relativo deterioro. Hab¨ªan cambiado las condiciones internacionales propicias para el pa¨ªs.
El peronismo busc¨® entonces hallar una soluci¨®n abriendo la econom¨ªa a las inversiones extranjeras, de las que hab¨ªa desconfiado en su etapa inicial, favoreciendo la producci¨®n agropecuaria, a la que en la primera ¨¦poca hab¨ªa descuidado, y limitando la acci¨®n reivindicativa del movimiento sindical, revirtiendo tambi¨¦n en este aspecto sus pol¨ªticas de los a?os de abundancia. El golpe de Estado que derroc¨® a Per¨®n interrumpi¨® ese proceso de redefinici¨®n de su pol¨ªtica econ¨®mica y lo m¨¢s interesante de se?alar es que luego de su ca¨ªda el peronismo prefiri¨® reivindicar como su m¨¢s genuina propuesta ideol¨®gica sus realizaciones de los primeros cuatro a?os de gobierno, dejando caer un cono de sombra sobre los cinco posteriores. Las consecuencias de esa operaci¨®n ideol¨®gica fueron muy importantes, ya que los peronistas, en la oposici¨®n entre 1955 y 1973, se convirtieron en fervientes patrocinadores del nacionalismo econ¨®mico y en decididos defensores del fortalecimiento del sindicalismo.
Intervencionismo
Cuando el peronismo volvi¨® al Gobierno en 1973, pareci¨® querer repetir, como si fuera en un filme proyectado a velocidad acelerada, su precedente experiencia en el manejo del Estado. En la primera fase anunci¨® y comenz¨® a implementar pol¨ªticas favorables a la industria y a la ampliaci¨®n de la intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa. Sin embargo, los peronistas fueron incapaces de hacer frente a las reacciones que suscitaban sus medidas de gobierno (desabastecimiento, lock-outs patronales, protestas de sindicatos menos beneficiados) y optaron por cambiar sus orientaciones iniciales, gobernando, entre la muerte de Per¨®n -ocurrida a mediados de 1974- y el golpe de marzo de 1976, sin ning¨²n rumbo definido, pasando de propuestas intervencionistas a otras de clara orientaci¨®n liberal, que dieron como resultado la desorganizaci¨®n de la producci¨®n y el comienzo de una prolongada carrera inflacionaria.
En la reconstrucci¨®n de la democracia, iniciada a fines de 1983, le correspondi¨® al peronismo el papel de principal partido de oposici¨®n. Durante el gobierno de Alfons¨ªn se hizo notorio que el movimiento pol¨ªtico fundado por Juan Per¨®n estaba cambiando sus ideas econ¨®micas. Las posiciones a favor del intervencionismo estatal en la econom¨ªa se vieron muy relativizadas, a la vez que incorporaron al discurso peronista perspectivas que lo acercaban al liberalismo. A esto debe agregarse que el peronismo busc¨® abiertamente acuerdos con los principales sectores propietarios de la sociedad argentina, olvidando pr¨¢cticamente todas las querellas y conflictos que en el pasado lo hab¨ªan enfrentado a los mismos. La s¨ªntesis de estas mutaciones se expres¨® en la estrategia electoral de Carlos Menem, en la cual el esmero por no hacer referencias a enemigos sociales alcanz¨® dimensiones sorprendentes.
Los peronistas se impusieron en las elecciones del pasado 14 de mayo con una propuesta econ¨®mica carente de definiciones, pero en la que era notorio el deseo de establecer una relaci¨®n totalmente armoniosa con los principales sectores propietarios, sin excluir de ellos a grupos que se caracterizan claramente por desarrollar actividades especulativas. A menos de dos semanas del acto electoral que dio la victoria a Carlos Menem, ¨¦ste declar¨® que su futuro ministro de Econom¨ªa ser¨ªa el empresario Miguel Roig, una de las m¨¢ximas figuras del conglomerado Bunge & Born. Los equipos t¨¦cnicos de la empresa han preparado un plan econ¨®mico, seg¨²n sostuvo Menem, que coincide con lo que ¨¦l estima debe ser la orientaci¨®n que debe seguir su futuro Gobierno. Este plan contiene muchas de las principales demandas del gran empresariado: reducci¨®n de las funciones econ¨®micas del Estado, privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas y eliminaci¨®n del d¨¦ficit presupuestario nacional.
Menos definidas son las medidas propuestas para impulsar un nuevo ciclo de desarrollo econ¨®mico y las v¨ªas para asegurar una mejor distribuci¨®n de los ingresos. No es dif¨ªcil prever que las pocas ideas enunciadas en este plan con una cierta precisi¨®n suscitar¨¢n sin duda reacciones adversas en parte del sindicalismo peronista, que pudo con facilidad aceptar el giro liberal de las ideas mientras ¨¦ste se realizaba sobre el papel y en los discursos, pero que ahora, convertido en iniciativas estatales concretas, lesionar¨¢ necesariamente los intereses de sus bases sociales. Tampoco se percibe con claridad c¨®mo se podr¨¢ congeniar un plan elaborado desde la perspectiva de uno de los grupos econ¨®micos m¨¢s poderosos del pa¨ªs con las esperanzas y expectativas que han depositado en Carlos Sa¨²l Menem las capas m¨¢s pobres de la sociedad argentina y un sector del empresariado peque?o y mediano cuya supervivencia dif¨ªcilmente se encuentre asegurada por la implementaci¨®n de esos, a¨²n difusos, proyectos.
Ruptura del continuismo
Parece interesante destacar, a modo de conclusi¨®n, que, de ?levarse a cabo efectivamente este acuerdo entre el peronismo y el mencionado sector del gran capital, se habr¨¢ roto la continuidad con el estilo que dicho movimiento puso en obra en anteriores experiencias de gobierno. En las dos oportunidades precedentes, los peronistas llegaban al control del Estado hostilizando a los principales sectores empresariales y luego terminaban cediendo ante sus presiones. Esta vez, en cambio, iniciar¨¢n su gesti¨®n con una total y manifiesta voluntad de convivir con los m¨¢s poderosos agentes econ¨®micos. ?Encontrar¨¢ esta vez el nuevo peronismo la manera de mantener una relaci¨®n de concordia y complementaci¨®n con sus adversarios de otrora? La respuesta no puede, naturalmente, formularse aqu¨ª. Pero, en todo caso, all¨ª se encuentra una de las cuestiones claves para pensar las posibilidades de gobernabilidad que en el futuro inmediato puede alcanzar la compleja situaci¨®n argentina.
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