La agon¨ªa del libro en Argentina
Hoy, en Buenos Aires, no hay literatura que se resista ante una jugosa pira de carne asada a las brasas. Con los cuatro d¨®lares que cuestan Los versos sat¨¢nicos, de Salman Rushdie, un ciudadano argentino promedio almuerza y cena en el mismo d¨ªa, y hasta los musulmanes m¨¢s fan¨¢ticos postergan las condenas frente a la opci¨®n de comer o enterarse. El estado de hiperinflaci¨®n en el que se encuentra la econom¨ªa acab¨® por devastar la industria del libro, que hace s¨®lo 35 a?os imprim¨ªa m¨¢s de 50 millones de ejemplares y exportaba el 80% de su producci¨®n anual.
El hambre se ha comido mitos, ¨ªdolos y celebridades intocables como la de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, consagrado mundialmente por la multitud de lectores argentinos que agotaron las primeras ediciones de su Cien a?os de soledad. Aquella fama, la que en 1976 -cuando se inici¨® la terrible dictadura militar que encabez¨® el general Jorge Videla- le permit¨ªa todav¨ªa vender 200.000 ejemplares de El oto?o del patriarca, no ha bastado ahora para sostener El general en su laberinto, su ¨²ltima novela, de la que a¨²n no se ha podido vender ni la tercera parte de los 70.000 ejemplares distribuidos en todo el pa¨ªs.Hace 20 a?os los libros de Garc¨ªa M¨¢rquez contribuyeron a levantar y consolidar a la poderosa editorial Sudamericana, que todav¨ªa sobrevive a la crisis. Desde hace 10 a?os, esa editorial ha reducido sus tiradas promedio de 10.000 a 3.000 ejemplares y los 12 t¨ªtulos nuevos que presentaba por mes ahora son apenas cuatro o cinco. En 1988 se editaron en total, entre todas las editoriales argentinas, 3.131 nuevos t¨ªtulos de todos los g¨¦neros, 9.000 menos que en 1978. Espa?a era, entre 1940 y 1953, el principal comprador de los libros impresos en Argentina. De los casi 13.500.000 ejemplar el que se exportaban en 1941 se alcanz¨® el pico de 50.912.597 ejemplares en 1953 y el 40% de esa pila desembarcaba en Madrid. Hoy, Espa?a es todav¨ªa el primer cliente de la producci¨®n argentina. En 1988 se llev¨® el 20% de los escasos 3.500.000 ejemplares editados en el a?o.
La carest¨ªa del papel
La C¨¢mara Argentina del Libro (CAL) se?ala tres motivos espec¨ªficos que asfixian en particular a la industria del libro en Argentina: "Falta una ley que contemple el apoyo y la promoci¨®n, es necesario controlar la producci¨®n por el sistema de fotocopias y, al mismo tiempo, rebajar el arancel que se aplica a la importaci¨®n de papel para libros". El vicepresidente de la CAL y director de la Editorial M¨¦dica Panamericana, Roberto Chwat, califica de "inconcebible" que se pague casi el 50% de impuesto por el papel importado.El escritor Rodolfo Rabanal, actual subsecretario de Cultura de la naci¨®n, responsabiliza tambi¨¦n a los editores por su "falta de ambici¨®n" frente a lo que considera un buen momento para exportar "porque Espa?a, obligada por los alt¨ªsimos costos se est¨¢ retirando de Latinoam¨¦rica y produce cada m¨¢s para el Mercado Com¨²n Europeo".
El secretario de la CAL, Miguel ?ngel Braga, no cree que sea posible la competencia en los mercados latinoamericanos "porque el papel argentino es de mala calidad y los productores fijan su precio seg¨²n el costo del importado". El gerente de la filial argentina del sello espa?ol Aguilar, Guillermo Shavelzon, coincide con Braga: "Porque quienes importamos libros quisi¨¦ramos editarlos aqu¨ª y nos encontramos con papel caro, maquinaria obsoleta, desinter¨¦s del Gobierno y desprotecci¨®n total".
Todas las editoriales detectan un promedio de entre el 60% y el 70% de ca¨ªda en las ventas en los dos ¨²ltimos meses. Los ensayos pol¨ªticos y los trabajos de investigaci¨®n period¨ªstica son los ¨²nicos g¨¦neros que han sostenido este a?o el escaso porcentaje de ventas.
Pasada la dictadura, el problema del libro argentino no fue resuelto por la democracia. El supuesto "derecho a la libre circulaci¨®n de las ideas" destruy¨® la industria. Los libros impresos en el extranjero entran sin pagar ning¨²n impuesto y se ofrecen a precios con los que no pueden competir las editoriales argentinas. La mayor¨ªa de ellas ha decidido contratar la edici¨®n completa de sus obras en talleres chilenos y prefiere pagar el coste del trabajo en el extranjero y el flete para traerlo a la Argentina.
La situaci¨®n se torn¨® tan escandalosa que el propio presidente Ra¨²l Alfons¨ªn estim¨® que deb¨ªa tratarse de forma "especial y urgente" la nueva ley del Libro y anunci¨® su env¨ªo al Parlamento cuando inaugur¨® la feria que se realiza tradicionalmente en Buenos Aires en el mes de abril. Para entonces los dirigentes pol¨ªticos, embarcados en la campa?a electoral, hab¨ªan suspendido ya sus sesiones en el Congreso y la ley qued¨® en suspenso. Al mismo tiempo la econom¨ªa entr¨® en la hiperinflaci¨®n y un libro que costaba en abril entre 200 y 300 australes, en junio val¨ªa m¨¢s de 1.500. Adem¨¢s, ese "otro" pa¨ªs que era la Argentina hace tres meses, no ten¨ªa tanta hambre.
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