Roberto Dom¨ªnguez se acerc¨® a la cumbre
Salieron victorinos para consagrar a un torero, y Roberto Dom¨ªnguez estuvo a punto de conseguirlo. Tambi¨¦n es cierto que salieron otros victorinos para hundirlo, y Roberto Dom¨ªnguez no perdi¨® los papeles. Fue una corrida digna y pudo ser de clamor. Digna, por el juego del ganado -a salvo los garbanzos negros-; por la torer¨ªa de Roberto Dom¨ªnguez, que lidi¨® con soltura, impuso su ritmo, estuvo valiente, sin concesiones a la galer¨ªa. Y no fue de clamor porque a Roberto Dom¨ªnguez le falt¨® un punto de arte, otro punto de hondura para alcanzar la cumbre del toreo.Cuando embruj¨® aqu¨¦l toro de bandera -el segundo- sac¨¢ndolo a los medios con ayudados torer¨ªsimos, una verdadera exquisitez interpretativa de la tauromaquia eterna y ole, se anunciaba el faen¨®n que hab¨ªa de venir, y en la plaza hubo una gran conmoci¨®n. Vino despu¨¦s la faena: tandas de naturales templados, embarcando suavemente la casta dulce del victoyino bravo; tandas de redondos cadenciosos; pases de pecho -?los pases de pecho, sobre todo!- marcados con un trazo envolvente que era aut¨¦nticamente filigrana. En los pases de pecho hac¨ªa s¨ªntesis Roberto Dom¨ªnguez de toda la grandeza del toreo, lisa y llanamente porque cambiaba el viaje sostenido del toro carg¨¢ndole la suerte. ?Y por qu¨¦ no, tambi¨¦n, en los naturales templados, en los redondos cadenciosos? ?l sabr¨¢. Pero precisamente en esa frontera sutil¨ªsima que separa superficialidad de hondura, un estricto tecnicismo que es piedra angular de la tauromaquia, detuvo Roberto Dom¨ªnguez la conquista de la cumbre del toreo, que la clase arrebatadora del toro victorino le hab¨ªa rendido.
Victorino / Dom¨ªnguez
Toros de Victorino Mart¨ªn (6?, sobrero), desiguales de presencia, con trap¨ªo, encastados, excepto 3? y 6?; 2? de bandera, premiado con vuelta al ruedo. Roberto Dom¨ªnguez, ¨²nico espada: dos pinchazos y estocada corta (aplausos); estocada trasera y descabello (dos orejas); estocada corta atravesada y dos descabellos (silencio); pinchazo y descabello (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda); seis pinchazos, espadazo descaradamente trasero y bajo, rueda de peones y descabello (palmas y algunos pitos); pinchazo y bajonazo (palmas). Sali¨® a hombros por la puerta grande, con protestas.El Rey presenci¨® la corrida desde una barrera, y su madre, la Condesa de Barcelona, desde el palco real. Plaza de Las Ventas, 26 de junio. Corrida de la Prensa.
Otro toro magn¨ªfico, que araba la arena con el hocico, result¨® el primero, al que tore¨® bien, algo atropellado, pues ese victorino era de los de casta agresiva, nada c¨®modo ni f¨¢cil, por tanto. Y el cuarto, al que ahog¨® la embestida y sac¨® pases forzando el cite, cuando le hubiera acudido m¨¢s suelto y largo d¨¢ndole distancia. Y el quinto... El quinto no lleg¨® a la bravura del segundo mas le igual¨® en boyant¨ªa y tom¨® la muleta con el son que es propio de los toros de bandera. Roberto Dom¨ªnguez, sin embargo, no le tore¨® con el mismo son. Perd¨ªa terreno al rematar los redondos, muleteaba desacoplado en los naturales, y nuevamente se recrec¨ªa al instrumentar los pases de pecho donde -ahora s¨ª- cargaba la suerte y se echaba todo el toro por delante, barri¨¦n bole los lomos de cabeza a rabo. En la belleza de los pases de pecho gan¨® el triunfo, que luego pe reder¨ªa por matar mal.
El tercero sac¨® bronquedad y lo machete¨® a la antigua, seg¨²n proced¨ªa. El sobrero parec¨ªa de casta distinta, o quiz¨¢ ni la ten¨ªa a pesar de lo cual le porfi¨® pases Roberto Dom¨ªnguez, como si es tuviera tan fresco. ?Y ya hab¨ªa dado cuenta de toda la corrida! Ese fue su m¨¦rito mayor: la soltu ra, el ritmo, la valent¨ªa para do minar seis victorinos con toda la barba, y adem¨¢s acercarse a la cumbre del toreo.
La afici¨®n tom¨® nota. La afici¨®n, que est¨¢ en todo, tom¨® nota tambi¨¦n de que faltaban los mandatarios europeos, cuando la corrida se anunciaba en su homenaje. Lo denunci¨® uno de sol, a voces: "?D¨®nde est¨¢ la Thatcher?". Respondi¨® otro de sombra: "?Que te calles!". Ciertamente, mejor era no meneallo. Los pol¨ªticos europeos habr¨ªan dado la lata all¨ª. No porque est¨¦n contra la fiesta, sino porque no dejan fumar, y as¨ª empiezan las peleas.
Babelia
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