Torear a un tren expreso
Juan Cu¨¦llar invent¨® ayer una nueva suerte en la lidia: torear a un tren expreso, que es lo que parec¨ªa su primer enemigo con sus sonoros e impresionantes mugidos, semejantes a los de una locomotora. Su ferroviaria embestida la iniciaba con mucha fuerza y en l¨ªnea recta. Pero la catenaria deb¨ªa quedarse sin tensi¨®n casi al instante, pues se paraba en medio de los pases y solicitaba el billete de torero a Cu¨¦llar.Menos mal que ¨¦ste lo posee, y de primera clase, pues, sin dudarle, le comi¨® el terreno y le someti¨® con su poderosa sarga. Despu¨¦s le enjaret¨® bellos redondos y naturales, y ech¨® mano de sus alardes de valor aut¨¦ntico, que calaron en el cotarro casi tanto como los lastimosos y ¨²ltimos mugidos del animal. El diestro intervino en quites toda la tarde, logrando crepitar su arte en algunas buenas ver¨®nicas. Repiti¨® jugada con el quinto, ya silencioso como el resto, y le extrajo muletazos con nuevas porf¨ªas, aunque fall¨® con la espada.
P¨¦rez / Mar¨ªn, Cu¨¦llar, Reyes
Cuatro toros de Antonio P¨¦rez, y dos 5? y 6?, de P¨¦rez Angoso, terciados, mansos y sospechosos de pitones.Enrique Mar¨ªn: silencio; vuelta protestada. Juan Cu¨¦llar: oreja, vuelta. Jos¨¦ Luis de los Reyes, que tom¨® la alternativa: vuelta; oreja. San Sebasti¨¢n de los Reyes, 1 de julio.
Si los contratos se ganaran en el ruedo, Cu¨¦llar ser¨ªa uno de esos tan de moda trenes de alta velocidad hacia el ¨¦xito. Pero los taurinos que manejan a su antojo la fiesta se lo impiden, mientras permiten, a trav¨¦s del intercambio de cromos, a muchos de sus toreritos de despacho viajar con la comodidad del coche-cama.
El toricantano Jos¨¦ Luis de los Reyes demostr¨®, pese a sus escasos festejos, clase y dominio. Banderille¨® con facilidad y riesgo a sus dos toros, y estuvo aseado y digno con el mansazo de la ceremonia. Tal vez de poseer m¨¢s arcanos t¨¢uricos hubiese brillado m¨¢s en el sexto, el ¨²nico que romane¨® en varas y tom¨® bien la pa?osa. No obstante, de los Reyes logr¨® prender su escaso celo y pese a sus l¨®gicos altibajos embeles¨® a sus paisanos con pases perfectamente concebidos, y algunos de ellos bellamente rematados. S¨®lo el estoconazo final val¨ªa la oreja. Si alg¨²no de los escasos trenes que circulan por los carriles tendidos por los mandamases de la fiesta para sus figuritas se desv¨ªa y pasa por su estaci¨®n, de los Reyes lo coger¨¢.
El veterano Mar¨ªn tom¨® sus precauciones ante las dificultades de sus toros. Esta medrana le llev¨® a mezclar las trapacinas con alg¨²n enjundioso pase suelto. A ambos los pasaport¨® de magn¨ªficos golletazos.
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