Las joyas de la familia
800 millones, bot¨ªn del robo de alhajas en Londres a un hermano del sult¨¢n de Brunei
Winnington Road es una de esas silenciosas, umbr¨ªas y an¨®nimas calles de Hampstead ante cuya vista muchos espa?oles se han extasiado de camino al Spaniard's Inn, el pub que frecuentaran, entre otros, el honrado Charles Dickens y, antes que ¨¦l, el legendario Dick Turpin. Turpin se llev¨® el disgusto de su vida cuando, ahora hace 250 a?os, fue condenado a la horca por sus robos y asaltos. Un cuarto de milenio no transcurre en balde, y lo ocurrido el jueves de la pasada semana en Winnington Road no va a cortar la respiraci¨®n a sus protagonistas, unos an¨®nimos ladrones que se hicieron con el mayor bot¨ªn robado hasta ahora en una mansi¨®n brit¨¢nica y un pr¨ªncipe cuyo hermano, el sult¨¢n de Brunei, pasa por ser el hombre m¨¢s rico del mundo.
La vivencia asaltada no llama particularmente la atenci¨®n, en una calle de residencias para mortales privilegiados. Al edificio principal -planta baja, primer piso y ¨¢tico abuhardillado-, ladrillo rojo y caracter¨ªstico perfil ingl¨¦s, le fianquean dos alas vulgares que, junto a ¨¦l, hacen de pantalla a unas modernas estructuras rematadas con claraboyas dise?adas para dejar pasar el m¨¢ximo de la escasa luz del Londres no veraniego.No es que el propietario use mucho la casa, pero el pr¨ªncipe y ministro de Hacienda de Brunci, Jefri, se deja caer de cuando en cuando por Londres, lo mismo que su esposa, la princesa Norhayati, que mantienen la residencia continuamente atendida por personal de servicio y bajo custodia de una firma de seguridad, GB Security, en cuya n¨®mina hay varios antiguos miembros del Special Air Service (SAS), el grupo de elite antiterrorista brit¨¢nico, bien conocido en Gibraltar por su expeditivo tratamiento a los miembros del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA).
C¨¢maras de seguridad, puertas electr¨®nicas y alarmas disparadas por rayos infarrojos se a?aden a la protecci¨®n de una vivienda que atesora cuadros, antig¨¹edades y joyas por valor de miles de millones de pesetas. Ochocientos millones menos desde hace 10 d¨ªas, cuando de un modo que nadie se explica a¨²n, y a plena luz del sol, un grupo de ladrones entr¨® en la vivienda por una ventana posterior y desapareci¨® sin dejar rastro y cargado con un buen pu?ado de joyas.
El chocolate del loro
El Gobierno de Brunei pidi¨® al brit¨¢nico que guardara silencio sobre lo ocurrido, y hasta esta semana no ha trascendido el robo de los ochocientos millones en joyas, una cantidad muy respetable para cualquiera, pero poco m¨¢s que el chocolate del loro para la familia real.Norhayati vol¨® desde Estados Unidos en el momento que tuvo noticia del robo y anda estos d¨ªas ayudando a la polic¨ªa con la descripci¨®n de las joyas. Su marido, el hermano menor del sult¨¢n de Brunci, es un hombre din¨¢mico despierto, amante del polo y muy competitivo, al que a las cuatro y media de cada tarde una escolta de sirenas abre paso por las calles de Bandar Seri Begawan cuando abandona el ministerio al volante de su Porsche rojo.
Es la relaci¨®n indirecta entre la finca de Winnington Road y el sult¨¢n lo que ha dado m¨¢s espectacularidad al robo, un descalabro menor para uno de los escasos gobernantes absolutos que existen sobre la tierra, rodeado siempre de par¨¢sitos dispuestos a beneficiarse de las decenas de miles de millones depositados en unas manos proclives a las fisuras: Adnan Kashogui, ahora encarcelado en Suiza, fue amigo suyo; los hermanos Al Fayed, calificados de "truhanes fraudulentos" por un parlamentario brit¨¢nico, han hecho que su nombre est¨¦ relacionado con la conflictiva compraventa de Harrods, los grandes almacenes de Londres; Oliver North le convenci¨® para que entregara 10 millones de d¨®lares de ayuda a la contra, millones que fueron a parar a una cuenta equivocada en Suiza...
Al sult¨¢n de Brunei -un peque?o pa¨ªs de 230.000 habitantes, ensartado en el norte de la costa del selv¨¢tico Borneo, sobre un mar de petr¨®leo, que fuera protectorado brit¨¢nico hasta 1984- se le calcula una fortuna que ronda los tres billones de pesetas. Sus relaciones p¨²blicas hacen esfuerzos, tan ¨ªmprobos como sin ¨¦xito, para disipar esta idea, que coloca al sult¨¢n bajo la etiqueta de "el hombre m¨¢s rico del inundo". Ese dinero incluye los bienes del Estado, dicen, incapaces de convencer a quien ve en el l¨ªder religioso, primer ministro y ministro de Defensa la encarnaci¨®n del sultanato, cuyo Parlamento se re¨²ne una sola vez al a?o para asentir al presupuesto preparado por el pr¨ªncipe Jefri y cuyo Ministerio de Exteriores est¨¢ en manos de otro hermano del sult¨¢n.
Propinas
Hassanal Bolkiah, que ayer cumpli¨® 43 a?os, ya hace tiempo que dej¨® atr¨¢s su fama de jugador y playboy, aunque no por eso deje de derrochar un dinero que cachorros sobre ¨¦l. Hay dispendios menores, como los 20 millones que gastara en celebrar el und¨¦cirno cumplea?os de una de sus hijas en el exclusivo hotel Claridges, en Londres, del que es propietario, con la recreaci¨®n de la atm¨®sfera de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Y hay dispendios espectaculares, como los alrededor de 80.000 millones invertidos en levantar el mayor palacio mundo. El sal¨®n del trona, est¨¢ iluminado por una docena de ara?as de luces de una tonclada de peso y no se halla, lejos de un comedor con capacidad para 4.000 invitados. Oro y m¨¢rmol tienen por compa?¨ªa el silencio, s¨®lo en algunos espacios -roto por el correr de las fuentes, en un edificio que por la noche se convierte en un perfil de luz.El sult¨¢n es un hombre t¨ªmido, de pocas palabras, marido de dos mujeres y padre de nueve hijos. Le gusta el polo, y como no tiene con qui¨¦n jugar, alguna vez se ha tra¨ªdo todo un equipo de jinetes desde Inglaterra. Los caballos tambi¨¦n pueden, ser de vapor, y lo mismo conduce coches -se le atribuyen 350- que pilota sus aviones y helic¨®pteros.
El sult¨¢n no se priva de nada, aunque lo hace aparentemente de forma honrada. Su segundo matrimonio ron la hoy princesa Mariam es una prueba de ello. Mariam Bell era una beldad que trabajaba como azafata en la Royal Brunei, la peque?a compa?¨ªa a¨¦rea de bandera, cuando la conoci¨® el sult¨¢n, ya casado y con varios hijos de su primera esposa, Saleha, una prima con la que contrajera matrimonlo cuando ¨¦l ten¨ªa 19 a?os y ella 17. El padre del sult¨¢n -que abdicara inesperadamente en 1967, aunque sigui¨® ejerciendo su influcricia en el Gobierno del sultanallo durante a?os- desaprob¨® la boda de 1981 de su hijo con una plebeya y muri¨® en 1986 sin reconocer del todo a la princesa, que no recibi¨® ning¨²n t¨ªtulo hasta el nacimiento de su primer hijo.
Hassanal pudo haber mantenido a Mariam como amante y nadie se lo hubiese reprochado, pero opt¨® por romper la convenci¨®n y, al amparo del Cor¨¢n, tomarla abiertamente por esposa. Aun despu¨¦s de casado con ella, su primera mujer tuvo un nuevo v¨¢stago. Saleha y Mariam viven en alacios distintos, m¨¢s pequef¨ªo y humano el de Mariam, y ambas acompa?an a su marido en los actos oficiales, sentada cada una a un lado del trono. La mujeres del sult¨¢n gustan de las joyas, y una de ellas apareci¨® no hace mucho en una foto adornada con metales y pedrer¨ªa que ojos expertos valoraron en 400 millones de pesetas, la mitad del valor de lo desaparecido en Londres.
Ambas tienen hijos varones, y se supone que ser¨¢ el mayor de ellos, de 16 a?os y sin intereses intelectuales, quien acabe por ser nombrado heredero. Su padre, que lo fue a los 15 a?os, todav¨ªa no ha decidido nada, y hace poco declar¨® que el nombramiento se har¨¢ "cuando el pr¨ªncipe tenga la edad adecuada. Yo decidir¨¦ cu¨¢l es la edad adecuada".
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