El atrac¨®n

ENVIADO ESPECIALSi hay una bella plaza entre las muchas existentes en el planeta de los toros, esa es sin duda la de Santander. Pocos cosos tan cuidados como ¨¦ste obligan a su disIrrute, a nada que hagan corridas de toros. Y el Ayuntamiento de la ciudad, con el gestor Francisco Gil, est¨¢ convirtiendo la fiesta en acto, cuando hasta hace muy pocos a?os nadie daba un real por los toros en Cantabria. La pol¨ªtica de precios es interesante, de ah¨ª, entre otras cosas, el ambiente creciente que llen¨® de p¨²blico en la primera corrida de feria.

El plato fuerte de entrada entretuvo al personal durante m¨¢s de tres horas. Para el final de la corrida, el atrac¨®n se hac¨ªa may¨²sculo con tres banderilleros y el rejoneador. De ganado hubo cantidad, pues hierros de Moura, El Sierro, N¨²?ez Moreno Guerra y Albayra presentaron sobre la arena un salpicado de mansedumbre y raza descastada. Hubo una excepci¨®n, naturalmente, el segundo toro de Espl¨¢, que fue extraordinario de nobleza y repet¨ªdor. Con ¨¦l este diestro hubiera escrito una p¨¢gina de arte excelso de no ser por la. propia querencia que tiene a sentirse torero de ferias. Como para entablar amistad era el animalito. De haberlo hecho Espl¨¢, se habr¨ªa ido con ¨¦l paseo de Pereda adelante, y hasta el Sardinero, y hasta los mism¨ªsimos jardines de Piqu¨ªo, mientras que de vez en cuando derechazos y naturales de arte hubiera extra¨ªdo el alicantino de haber sabido. Ni pudo ni supo, y el toro se fue al desolladero virgencito de buen toreo, pero s¨ª Espl¨¢ hab¨ªa desgranado una faena populista con detalles festivaleros.

Vidri¨¦, torpe, dej¨¢ndose topar las cabalgaduras en exceso, y los diestros banderilleros, infieles a lo que dicen su fuerte. Sabido es que la muleta no es el fuerte de los tres. Morenito de Maracay fue un el¨¦ctrico pegapases y V¨ªetor Mendes, con el peor lote, aguant¨® ga?afones. Su segundo, que arrollaba en vez de embestir, manten¨ªa al personal alerta. Flojo tr¨¢mite inicial, aunque a¨²n la feria es larga.