Lectores de espa?ol en universidades extranjeras
Los lectores de espa?ol en universidades extranjeras somos profesores a los que Espa?a encarga la tarea de ense?ar nuestra cultura m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras, colaborando con los hispanistas de los departamentos de espa?ol de las universidades a las que nos incorporamos en base a convenios bilaterales.La responsabilidad que en nosotros depositan las autoridades culturales espa?olas har¨ªa suponer que ellas nos dotan con los medios adecuados para realizar dignamente esta labor al igual que hacen otros pa¨ªses cuyas pol¨ªticas culturales resultan eficaces. La verdad no es ¨¦sa.
Por ejemplo, en Yugoslavia hay cinco lectores de espa?ol enviados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y sujetos al convenio bilateral de colaboraci¨®n en materia cultural entre Espa?a y Yugoslavia. Estos lectores firman un contrato con sus respectivas universidades y su salario es pagado por ellas; la asistencia sanitaria tambi¨¦n corre a cargo de las universidades contratantes. Hasta aqu¨ª todo parece indicar normalidad. Pero estos hechos ocultan una realidad muy distinta. Los salarios que recibimos, iguales a los de los profesores yugoslavos, en la pr¨¢ctica suponen una discriminaci¨®n, pues hemos de pagar alquileres y ciertos servicios a precios para extranjeros. Aqu¨ª interviene Espa?a subvencionando al lectorado con una cantidad a todas luces irrisoria. A efectos de Seguridad Social y antig¨¹edad somos inexistentes para ambas administraciones.
Dadas estas lamentables condiciones, los cinco lectores en Yugoslavia nos dirigimos al sub-
director general de Cooperaci¨®n Cultural Internacional, se?or Mart¨ªnez Salazar, exponi¨¦ndole nuestra situaci¨®n extrema. La respuesta que de ¨¦l recibimos refleja: primero, la incomprensi¨®n administrativa hacia el problema humano de unos espa?oles que sufren las mismas adversidades que otros espa?oles, funcionarios o contratados de la Administraci¨®n espa?ola en Yugoslavia y para los que s¨ª se contempla la situaci¨®n del pa¨ªs al que han sido enviados; segundo, un menosprecio de nuestra labor, pues no se nos considera profesionales cuando al menos nosotros s¨ª ejercemos una actividad para la que nuestra formaci¨®n nos capacita; y tercero, refleja la actitud general de las autoridades culturales que, siempre amparadas en el convenio bilateral, hacen recaer los gastos en materia de ense?anza del lado del pa¨ªs Contratante, sin tener en cuenta que a causa de razones econ¨®micas algunos pa¨ªses no est¨¢n en condiciones de soportar estos gastos, por lo que la presencia espa?ola en ellos resulta casi inexistente, es decir, se mantiene gracias a la labor de estos "j¨®venes licenciados en per¨ªodo de pr¨¢cticas" -as¨ª somos considerados- que sobrevivimos en precarias condiciones econ¨®micas.Por tanto, creemos que esta situaci¨®n es una de las tantas consecuencias de una pol¨ªtica incoherente y descuidada en materia de difusi¨®n del espa?ol en el mundo. Creemos que m¨¢s que una pol¨ªtica de gestos espectaculares es necesaria una presencia constante de lo espa?ol en el mundo basada en s¨®lidos fundamentos, por lo que deseamos que nuestros planteamientos sean el comienzo de una seria y profunda discusi¨®n acerca de la presencia cultural de Espa?a en el mundo.-
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