Con el freno echado

?NGEL CEBRI?N Estaba la plaza sumida en un profundo sopor hasta la salida del quinto de la tarde. En aquel momento el respetable despert¨® alertado de una sonora bronca, desatada en el tendido 6, y aquello, que afortunadamente no lleg¨® a m¨¢s, sirvi¨® para que unos y otros se percataran de Fernando Cepeda. All¨ª abajo estaba el torero con su impecable estilo. Toreando con la muleta en suaves y templad¨ªsimos derechazos, unos los ligaba en el sitio, para realizar otros si recorr¨ªa la arena, ya que su toro, ese quinto, igual que el resto, llegaban a la franela con el freno de mano echado.

Ni d¨¢ndoles cuerda

M¨¢s que aplomados, estaban inm¨®viles, y ni d¨¢ndoles cuerda met¨ªan la cabeza. Con sacacorchos extrajo Cepeda pases de impecable estilo, igual que a su primero, que le tore¨® en el platillo de la plaza por redondos y circulares ligados en el sitio.

Fernando Lozano, ante el sobrero, que se ech¨® al picador con el jaco a los lomos, ejecut¨® cuatro bellos y largos naturales.

Tras esto, el toro parad¨ªsimo invit¨® al diestro a la voluntariedad. Dos orejas de feria se llev¨® ante el ¨²ltimo de la tarde, aunque para ello pocos tuvieron en cuenta la nulidad de este diestro para con el manejo del capote. Aqu¨ª, como en tantos sitios, s¨®lo se prima la labor de los toreros con la franela. Tiempo llegar¨¢, de seguir as¨ª, en que invisibles se har¨¢n los capotes y tal pasaje de la lidia s¨®lo se ver¨¢ en las estampas de los libros.

Lozano muletea al paso del toro; por eso le jaleaban bullangero cuando toreaba de perfil. Voluntarioso estuvo, indudablemente, aunque el que tore¨® de verdad fue el toro, ese sexto que atesoraba una calidad poco com¨²n.

Lo peor fue a parar a V¨ªctor Mendes, que si bien cuaj¨® un excelente tercio de banderillas, ante el primero, lo hizo olvidar con el cuarto al fallar estrepitosamente. Mendes, que carece de recursos t¨¦cnicos para con la muleta, se mantuvo simplemente discreto en sus dos toros.