La fusi¨®n hace la fuerza
LOS ?RGANOS de gobierno de la Caja de Pensiones (La Caixa) y la Caixa de Barcelona, primera y tercera entidades de ahorro de Espa?a, decidieron formalmente ayer aprobar el proceso de fusi¨®n iniciado hace unos meses y ultimado en sus l¨ªneas esenciales desde mediados del pasado mes de junio. La caja resultante constituir¨¢ la primera entidad financiera espa?ola por su tama?o, con unos dep¨®sitos de 3,7 billones de pesetas.Conviene no caer en falaces idolatr¨ªas del tama?o como reflejo de simple potencia o de elemental y desnudo poder; pero con mayor fuerza a¨²n hay que recordar que uno de los principales retos pendientes de la econom¨ªa espa?ola (y particularmente de la catalana) es la lucha contra el raquitismo empresarial, sobre todo frente al mercado ¨²nico europeo de 1993.
Esta megafusi¨®n de dos grandes cajas consagra adem¨¢s un protagonismo hasta ahora insuficientemente destacado. El olvido p¨²blico ven¨ªa siendo particularmente injusto para el subsector ahorro: no debe olvidarse que constituye la ¨²nica parte del sistema financiero que no ha causado problemas serios a la econom¨ªa espa?ola, a diferencia de la banca, cuya ¨²ltima crisis cost¨® al pa¨ªs casi dos billones de pesetas. La capacidad de emprender un tal proyecto revela, por otra parte, una madurez importante de un tipo de instituci¨®n econ¨®mica que no tiene due?os conocidos y con problemas bastante numerosos de encaje legal de toda su ordenaci¨®n.
En el caso de La Caixa-Caixa de Barcelona, la fortaleza de su proyecto de fusi¨®n se apoya naturalmente en el tama?o; en el refuerzo de la capacidad de expansi¨®n a trav¨¦s del aumento de los recursos propios que reportar¨ªan las exenciones fiscales previsibles; y en la clarificaci¨®n del mercado (existen actualmente 11 cajas s¨®lo en Catalu?a). Pero se apoya adem¨¢s, parad¨®jicamente, en sendas debilidades: la necesidad de La Caixa de restructurar r¨¢pidamente su pasivo tras el desgraciado episodio de los seguros de prima ¨²nica, y la urgencia de la otra entidad de dotar de una nueva fortaleza a su tambaleante liderazgo.
A diferencia de otras fusiones, en ¨¦sta ha resultado muy chocante el lenguaje especialmente prudente de sus protagonistas, que a cada paso parec¨ªan estar pidiendo perd¨®n a la autoridad competente -en este caso, entre otras, el Gobierno de la Generalitat de Catalu?a-, por no haberle informado de sus intenciones incluso antes de empezar a albergarlas. Esta autopenitencia ha servido para satisfacer una de las principales obsesiones del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en este asunto: afianzar las competencias uton¨®micas sobre el sector ahorro y espec¨ªficamente sobre las autorizaciones para realizar fusiones.
Pero afianzada esa competencia -lo que es correcto- hay que recordar que en realidad no es ¨²nica: los papeles de las distintas Administraciones (Generalitat, Banco de Espa?a, Hacienda) se superponen. Y resulta imprescindible un consenso b¨¢sico de todas ellas para resolver adecuadamente casos como ¨¦ste. Dif¨ªcilmente habr¨¢ fusi¨®n si no hay exenciones fiscales a las plusval¨ªas afloradas, decisi¨®n que compete al Gobierno central. Y si ¨¦ste de ninguna manera pod¨ªa ignorar el papel auton¨®mico en el asunto, tambi¨¦n es preciso se?alar que el Gobierno de Pujol dificilmente puede prohibirla, como ha insinuado con sus reticencias iniciales, porque no tiene instrumentos para resolver por s¨ª solo, sin contar con las autoridades monetaria y fiscal, los problemas que suscitar¨ªan un cerrojazo a la fusi¨®n en la menos s¨®lida de las dos entidades.
Estas precisiones pol¨ªtico- adiministrativas no constituyen, sin embargo, el n¨²cleo esencial de lo que est¨¢ ocurriendo. Ocurre, simplemente, que la tan cacareada sociedad civil -en este caso en su segmento econ¨®mico- se responsabiliza de s¨ª misma, soslaya los intervencionismos m¨¢s o menos disfrazados de discurso civilista crecientes en la vida p¨²blica catalana y se prepara para el nuevo orden econ¨®mico europeo.
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